ESPECTáCULOS

Avi Mograbi, el director israelí que menos le gusta a Ariel Sharon

El realizador, un furibundo crítico de la política exterior de su país, suspendió el viaje a la Argentina por el asesinato de un amigo.

 Por Horacio Bernades

“Dudé mucho acerca de viajar a Buenos Aires o no. La situación política y militar en mi país es tal que no me sentía muy afecto a partir. Pero lo que me decidió a quedarme fue la devastadora noticia de que un amigo cercano fue asesinado hace tres días en una playa de Sinaí (en Egipto, al sur de la ciudad israelí de Eilat). Las circunstancias de su asesinato no son claras, pero parece ser que lo mataron sólo por ser israelí.” Invitado a participar del Festival, así explica el cineasta israelí Avi Mograbi las razones de su ausencia, en una carta enviada a las autoridades y reproducida en Sin aliento, diario gratuito que edita el Bafici. Como ya había ocurrido el año pasado, cuando el iraní Jafar Panahi fue detenido en la aduana de Nueva York y devuelto a su país por el simple motivo de su procedencia, la más dolorosa realidad política y personal vuelve a interponerse en el trayecto de un invitado al Festival, recordando que no existe evento artístico que se desarrolle al margen del mundo.
En el preciso momento en que el recrudecimiento del conflicto árabe-israelí acaba de convertir una vez más a Medio Oriente en una mecha encendida, la ausencia de Mograbi es, sin duda, una enorme pérdida para el festival. El público porteño se queda sin la posibilidad de escuchar la voz de alguien que cree, sincera y fervientemente, en una solución de mutuo acuerdo para un conflicto en el que lo único que las partes parecen ambicionar es el exterminio del enemigo. Completamente desconocido por aquí hasta la semana pasada, el Bafici está presentando en sociedad a este corajudo cineasta político, dedicándole una de sus retrospectivas. Nacido en Tel Aviv en 1956, Mograbi (pronúnciese Mugrabí) es lo que en Israel se considera un hombre de izquierda. Esto es, todo aquel que se opone a la guerra, así como a la política oficial en relación a la cuestión palestina.
Convencido de que su país debería devolverle a los palestinos los territorios ocupados (y también de que políticos como Netanyahu o Sharon jamás lo harán), a estas cuestiones ha dedicado Mograbi toda su filmografía. Sus documentales no se parecen a ningún otro, ya que no sólo están narrados en primera persona, sino además actuados por el cineasta, que no tiene pruritos en fusionar ficción y documental, realidad y comedia, crítica y sátira. En la retrospectiva pueden verse sus tres últimas realizaciones, y la buena noticia es que el festival las reprograma de aquí al domingo. Se trata de How I learned to overcome my fears and love Ari Sharon (De cómo aprendí a vencer mis miedos y amar a Ari Sharon, 1997), Happy Birthday, Mr. Mograbi (1999) y August: A moment before eruption (Agosto: un momento antes de la erupción, 2002).
Filmadas en video –lo cual incrementa su efecto de “película casera”–, todas las películas de Mograbi empiezan con el realizador hablando a cámara, siempre envuelto en algún dilema de difícil resolución. El que habla no es exactamente el realizador, en verdad, sino más bien el personaje que Mograbi decidió encarnar, y que –aunque siempre se trata de un documentalista– varía de película en película. En How I learned..., Mograbi se confiesa obsesionado por la figura del actual primer ministro Ari Sharon, emblema de la derecha israelí. Decidido a filmar la campaña para primer ministro de 1996 (que finalizó con el triunfo de Netanyahu, hombre de Sharon), el personaje–Mograbi tiene al principio todos los recelos posibles hacia Sharon, pero de a poco no podrá evitar simpatizar con este halcón con piel de paloma, hasta que el final lo encuentre bailando como un perfecto imbécil, durante un acto de apoyo a Netanyahu.
En la realidad, Mograbi lo tiene bastante más claro. Dice en la carta enviada a las autoridades del festival: “Mi amigo pagó el precio de la política destructiva que nuestro primer ministro Sharon viene liderandodesde hace catorce meses y que ha alcanzado un clímax en las horrendas acciones de las últimas semanas. El señor Sharon no podría dar ninguna indicación acerca de cómo terminar el conflicto, porque si la labor de toda su vida fue la creación de asentamientos en los territorios ocupados, nada podría aportar a solucionar un conflicto que gira justamente alrededor de la existencia de esos asentamientos. Los asentamientos son crímenes de guerra, tal como lo determina la Convención de Ginebra. Llamo al próximo primer ministro de Israel a que declare, a doce meses de su elección, que retirará todos los asentamientos civiles y militares de los territorios ocupados, sin condiciones, incluyendo Jerusalén Oriental.”
Donde mejor se transparenta la posición del cineasta es en Happy Birthday..., sin duda el más poderoso, complejo y logrado de los tres films. Allí, encuentra una palanca dramática inspiradísima. Ante la celebración del 50 aniversario de la fundación del Estado de Israel (30 de abril de 1998), el personaje Mograbi recibe dos encargos simultáneos: uno, hecho por un productor israelí, para que filme la cara oficial de los festejos; otro, de un productor palestino, para que filme las ruinas de antiguos edificios palestinos en el actual territorio del estado de Israel. Previsiblemente, estos últimos fragmentos son tocantes, mientras que los otros resultan entre estúpidos y estupidizantes. Todo se resuelve en un final en el que ambos entran en definitiva y trágica colisión. Allí, con un par de planos Mograbi deja que la realidad más brutal hable por sí sola, en uno de los más tremendos mazazos aplicados por cualquier película sobre su espectador en varios años.
How I learned... se verá mañana a las 19.30 en el cine Cosmos; Happy Birthday..., hoy a las 14.15 en el Hoyts 6 y mañana a las 16.30 en el Lorca; August..., hoy a las 21.30 en el Hoyts 12 y mañana a las 21.30 en el Cosmos.

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“Happy birhtday, Mr. Mograbi”, uno de los films de la retrospectiva.
 
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