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“En el año de la guerra de Malvinas, nuestra compañía realizó una gira por Latinoamérica con Dos docenas de rosas escarlatas, de De Benedetti. Estuvimos en Brasil y Uruguay. Cuando llegamos a la Argentina no pudimos actuar por cuestiones de la diplomacia, ajenas a nosotros. Asuntos con la guerra y la política nos impidieron estar en un escenario, pero nos quedamos en Buenos Aires y recorrimos los teatros. Uno de nuestros actores, primo de la actriz Marta Bianchi, nos presentó a ella y a Luis Brandoni, que fueron nuestros cicerones.” El actor italiano Arnaldo Ninchi logró recién este año concretar su deseo de realizar funciones en el país. De aquella visita recuerda obras como Gris de ausencia, de Roberto Cossa, con Pepe Soriano, y “una bellísima puesta de Medea, en la casa de un arquitecto, interpretada y dirigida por Inda Ledesma, titulada El mal oscuro.”
En esta breve gira, Ninchi se decidió por tres obras de “teatro futurista” (escenificaciones que surgen como reacción al academicismo) de Aldo Palazzeschi (L’Assolto, La visita alla Contessa Eva Pizzardini-Bà y Chi sono?), dos de Achille Campanile (L’imbonitore y La rivolta delle sette) y un monólogo de Totò, un actor difícil de encuadrar, cómico y trágico. Esto en la primera parte de un espectáculo que completa con L’uomo del fiore in bocca (El hombre de la flor en la boca), del célebre Luigi Pirandello (1867-1936), un acto único donde la perspectiva de una muerte cercana permite a quien la teme rescatar de modo vigoroso momentos de su vida. Lo acompaña su amigo Brandoni, presentando el texto en castellano. La tournée organizada por el Instituto Italiano de Cultura se inició con una actuación en la Feria del Libro, continuó con el estreno del jueves en el Teatro del Globo y una función para mañana en el Teatro Del Libertador, en Córdoba.
Nacido en Pesaro, Ninchi se formó en la Academia de Arte Dramático Silvio D’Amico, de Roma, y trabajó en importantes compañías italianas, como el Teatro Popolare Italiano, uno de cuyos creadores fue Vittorio Gassman, y el Teatro Griego de Siracusa. Desde hace años, lidera una agrupación con la cual llevó obras clásicas y contemporáneas a distintas ciudades europeas. En cine fue protagonista de Magnificat, Dichiarazioni d’amore y Arcano incantatore, de Pupi Avati. El actor oyó hablar por primera vez de teatro argentino cuando llegó a Roma el director Cecilio Madanes. Quedó fascinado con el proyecto de Teatro Caminito de la Boca: “En 1970, Madanes trajo Las de Barranco. Era una cosa muy interesante, de la que participé, junto con otros actores italianos. En Roma se quiso sostener esa experiencia. Pensábamos convertir una calle con escalinatas en otro Caminito, pero no prosperó. Los dos empresarios que se iban a ocupar engañaron a todos. Eran dos ladrones”. Entre las piezas de autores argentinos que pudo ver en Italia menciona Gris de ausencia y La nona, estrenadas en teatros importantes.
Ninchi conoce “algo de la crisis argentina” a través de lo que le cuentan algunos amigos y la televisión. Las imágenes le produjeron un fuerte impacto, pero no al punto de restarle optimismo sobre el futuro del país. Para Ninchi el fútbol tiene un poder mágico. “La Argentina va a despegar después del Mundial, porque le va a ir bien, y eso la pondrá en condiciones anímicas para afrontar los problemas”, plantea. En cuanto a la emigración de argentinos a Italia, la considera “explicable”, pero no entiende tanta pasión por partir: “Italia no es el paraíso. Tenemos desocupados, y los inmigrantes de los países más pobres. A mí me sorprende que los argentinos piensen en irse. Este es un país con un territorio extensísimo y cosas para hacer. Me gustaría quedarme más tiempo, pero tengo compromisos en Torino”.