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Pese a la confusión, las asambleas se concentraron en el Obelisco

Más de 80 asambleas se reunieron ayer en el Obelisco para conmemorar el 1º de Mayo y superaron la división que obligó a dos convocatorias. Hubo más asambleas que en la Interbarrial. Izquierda Unida participó en el acto.

 Por Irina Hauser

“Son sesenta y siete. Pero acá me dicen que hay una más. No, mejor dicho hay otras cinco asambleas”, contabilizó exaltado, con la boca casi pegada al micrófono y hasta que la cuenta le dio más de ochenta, un hombre de barba que oficiaba de coordinador. A sus espaldas iban subiendo uno, y otro, y así hasta casi caerse del escenario, representantes de todas las asambleas barriales presentes. Arriba, un cartel resumía el espíritu de esta convocatoria por el Día de los Trabajadores, en el Obelisco: “Que se vayan Duhalde y el FMI. Que se vayan todos”. En el acto se leyó un documento único con un collage de reivindicaciones y abundaron las quejas porque la protesta fue dividida.
Al principio reinaba un clima de confusión, producto de las múltiples convocatorias del día, a las que las asambleas habían sumado ollas populares y choriceadas propias. “Los que dividen frenan las luchas”, decía un cartel negro de los caceroleros de Wilde. Algunas de las asambleas que habían ido antes de las 16.30 –el horario convenido– al Obelisco, vieron pasar a una multitud del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD) que lidera Nina Peloso, la mujer de Raúl Castells, que frenaron sólo unos minutos y marcharon por Corrientes hacia Callao.
–¿Dónde van? ¿Al Congreso? ¿No era acá el asunto? –preguntaban desconcertadas algunas asambleístas de Belgrano, al ver que con los desocupados de pecheras amarillas se alejaban banderas de asambleas.
–Tomen, lean esto –colaboraba con el barullo una mujer al entregarles un volante del Movimiento al Socialismo (MAS) invitando a Plaza de Mayo.
La desesperación de las señoras por ver la calle vacía no duró demasiado. Cerca de las cinco vieron que las pecheras amarillas volvían y que se acercaba una columna de más de cinco cuadras encabezada por un cartel casi ancho como la avenida que decía “Asamblea Interbarrial” y otro del MIJD. A un costado, desde los parlantes del escenario instalado en la esquina de la diagonal Roque Sáenz Peña y Cerrito brotaba “La Maza” cantada por Silvio Rodríguez. Una pareja de abuelos tarareaba poniendo énfasis al pronunciar “si no creyera en lo que duele” y “en lo que lucha”. Entre la procesión un grupo de artistas desplegaba una coreografía con trajes plateados, como guerreros armados con cucharas y tenedores gigantes. Atrás llegaron las banderas de Izquierda Unida, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y el Partido Comunista (PC).
Las asambleas se plantaron adelante de todo, al frente de la manifestación, como orgullosas de sí mismas. No esperaban ser tantas. En la Interbarrial las peleas por el acto del 1º de Mayo habían sido muy fuertes y dos domingos atrás militantes del MST y del Partido Obrero (PO) habían terminado a las trompadas. Pero parece que tuvo efecto una resolución que tomó la Interbarrial en su último encuentro con la que cambió el sistema de votación que manejaban los aparatos partidarios por uno que sólo permite votar a un delegado con mandato por asamblea. Ese día votaron 33 asambleas de las 57 presentes, ayer eran más de 80 juntas. Ayer hubo cantitos contra toda división. “Olé olé olé olé olá, gritemos todos que queremos la unidad”, era el preferido.
Mientras seguía llegando gente del Movimiento Territorial Liberación (MTL), taxistas, ferroviarios, entre otros, comenzaba a sonar en vivo la música de “Santa Revuelta”. “A la calle y que se vayan, con la bronca y cacerola, con la vieja y con los pibes, a la calle estamos en bolas”, cantaron. Más tarde llegó Nina Peloso y otra vez se juntaron las voces: “piquete y cacerola la lucha es una sola”. La mujer cuestionó a quienes “subestiman a las asambleas” y pidió apoyo para liberar a Castells.
Cuando caía el sol, dos oradores leyeron un documento que explicaba las diferencias de este 1º de Mayo con el de 1886 haciendo un recorrido por los gobiernos desde la caída de Fernando de la Rúa y la masacre de Plaza de Mayo hasta hoy. El texto trataba a Duhalde de “pusilánime y mafioso” yhacía un racconto de los índices de desocupación, la caída del salario y los favores a banqueros y empresarios. Las lista de reivindicaciones incluyó toda variante dentro de “pan, trabajo, salud y educación”, además del “fuera al FMI” y el “no pago de la deuda”. Al final cantó Teresa Parodi: “nos han robado la primavera pero no pueden con nuestra canción”.

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Miles de vecinos se dieron cita en el Obelisco a partir de la convocatoria de las asambleas.
 
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