SOCIEDAD › UN CURSO QUE ENSEÑA A LA GENTE COMO COMPORTARSE ANTE UN DELITO

El servicio prepago para la víctima

Los clientes son habitantes de countries, empresarios o consorcistas de edificios caros. Estudian qué hacer en caso de ser víctimas de un secuestro o toma de rehenes. Y por un abono mensual, cuentan con asistencia urgente si ocurre el delito.

 Por Alejandra Dandan

Una persona tarda 29 centésimas de segundo en agacharse hasta la cerradura del auto y 8,9 centésimas en mover la mano para embocar la llave. El énfasis milimétrico no es menor si se tiene en cuenta el siguiente detalle: el 71 por ciento de los delitos ocurren en la calle; entre ellos, el 2 por ciento son a conductores. Datos de esa naturaleza forman parte de un programa que enseña a los mortales más asustados a comportarse, y defenderse sin armas, ante un secuestro, robo y hasta saqueos. Se trata de un curso que está imponiendo una marca de época: “La víctima profesional”. El concepto no es producto de un trasnochado. Es impulsado por la Universidad de Belgrano y el Instituto Argentino de Negociación, Conciliación y Arbitraje (Ianca). La fórmula incluye un combo para empresarios, consorcios, clubes de campo y countries: además de las técnicas de prevención y cursos, ofrecen un servicio prepago de emergencia las 24 horas para que, llegado el fatídico momento, una serie de expertos corra en auxilio de la víctima, para socorrerla del inoportuno malhechor.
Diciembre disparó varios fenómenos, incluso aquellos vinculados al campo de la seguridad/inseguridad. Cuando comenzaron a extenderse las imágenes de piquetes y las marchas a los supermercados con pedidos de alimentos y saqueos, los habitantes de los barrios cerrados entraron en alerta. Algunos countries organizaron grupos de defensa, temiendo una invasión del mundo de los excluidos. En esos polos, la idea del peligro ya no incluye tanto a los viejos bandidos sino a piqueteros.
El Ianca fue convocado por el universo intramuros de los countries para dar seminarios con técnicas de psicodrama. En los entrenamientos se enseña defensa en grupos llamados “Comités de crisis”, un suerte de núcleo orgánico del club, donde los más valientes se preparan para combatir fantasmas: “Así como los grupos de piqueteros o de saqueos están organizados y presentan una petición por escrito en cada lugar, la gente del country tiene que organizarse o profesionalizarse para atenderlos”, dice esta vez la coautora del diseño, María de los Angeles Vecchiarelli.
En los comités aprenden una serie de reglas, entre ellas la clave: “Darles todo lo que quieren –dice Vecchiarelli–, dándole lo menos posible”. A esto, Vecchiarelli lo define con una palabra: NIDO. El NIDO no es más que la síntesis de la primera operación que deberá tener en cuenta la futura víctima: apenas se relaje, tiene que descubrir el NIDO del malhechor, es decir, las Necesidades, Intereses, Deseos y Objetivo: “O sea, lo que el delincuente está buscando”.
Las lecciones se complican con los perfiles de los victimarios. No es lo mismo un delincuente profesional que uno ocasional, aquellos que habrían crecido con la crisis. El profesional entiende el robo, por ejemplo, como un empleo: “Su intención es hacer el trabajo lo antes posible y volver a su casa”, vuelve a decir la entrenadora antes de recomendar: “Nada de gritos, ni de histeria: eso los vuelve locos”.
Los clientes potenciales de este mercado son las víctimas o quienes esperan, suponen o sospechan serlo. Para definirlos, el Ianca preparó un análisis con las estadísticas de delitos del Ministerio de Justicia. Los datos no sólo sirven como un diagnóstico y como argumento de venta, además son eficaces para reforzar la hipótesis de máxima alerta en el universo intramuros. Según las cifras, los blancos más vulnerables son quienes pasan más tiempo en la calle, donde ocurre, dicen, el 71 por ciento de los delitos. En esa franja entrarían los vendedores y visitadores médicos. Ni los canillitas, ni los pancheros son muy buscados como clientes, pero sí lo son los gerentes o ejecutivos: aunque no pasan demasiado tiempo en la calle, integran el capítulo de blancos potenciales. “Tienen más riesgos –explica Martín– por el aspecto, los autos y la ostentación de bienes.”
La investigación con los datos del Ministerio y un estudio encarado por la organización permitió establecer incluso la identidad de la víctima tipo:
- Sexo: hombre
- Edad: 29 y 30 años
- Lugar: su casa
- Horario: entre las 18 y 24, la fracción del día con más delitos. Según el Ianca, en esas seis horas ocurre el 39 por ciento de los casos. La tasa es de 6,5 delitos por hora.
Las “víctimas tipo” tienen dos características: el 26 por ciento no hizo la denuncia y un 23 por ciento no cree en ninguna institución ni pública ni privada.
El 16 de mayo próximo, la U.B. volverá a desarrollar uno de los congresos sobre Seguridad Personal frente al Delito. La coordinación correrá por cuenta del titular del Ianca, Miguel Angel Martín, un contador profesor de la universidad y especialista en mediaciones. Martín es uno de los ideólogos de estos nuevos dispositivos, que han alcanzado tono académico detrás de la idea de la víctima profesional, o la profesionalización de quienes esperan un ataque: “La gente no sabe cómo administrar un delito, un saqueo, un rapto o un robo –dice Martín–: el seminario les da las herramientas para que logren autoabastecerse en medio de un ataque.” El método tiene una novedad: el Ianca odia las armas, o al menos no las incluyen en sus programas. “Usar un arma –continúa Martín– es usarla en contra: no sirve para encarar una negociación y en el 90 por ciento de los casos, el dueño del arma pierde porque tiene miedo o no sabe usarla frente al agresor, generalmente experto.”
El servicio de emergencias nació bajo esta lógica. “Es una unidad de emergencia que atiende las 24 horas para intervenir ante tomas de rehenes, secuestros o robos”, explica ahora Jorge Arístides Díscoli, uno de los abogados de Senecri, el nuevo Servicio de Negociación para Crisis que incluye a la ambulancia. Díscoli presentó el proyecto en el I Congreso de Seguridad de la U.B. Aunque por cuestiones de confidencialidad, el abogado no menciona a sus clientes, asegura que el servicio se vende a la clase ABC1: empresarios, consorcistas de edificios bien ubicados y habitantes de clubes de campo y countries. Ellos pagan un abono mensual, como lo harían con una prepaga. Con esa cuota contratan al equipo que ante un alerta será capaz de atravesar la ciudad:
–¿Cuánto cuesta un abono de este tipo?
–Y mire, eso es reservado, pero usted piense que en tomas de rehenes un negociador privado cobra mil dólares.
El Senecri garantiza 80 por ciento de eficacia. Las razones:
- Policía: “El rehenador (el bandido) no acepta en estos casos la intervención de la policía y muchas veces busca un interlocutor en la empresa o del lugar donde está actuando: si ese mediador es un profesional en el tema, los riesgos disminuyen”.
- Logística: El equipo tiene abogados, contadores, árbitros del derecho, médicos, psicólogos y sociólogos que van reforzando el trabajo del negociador (antecedentes del rehenador, tipología, características de su víctima).
- Apoyo: “Esto no significa desplazar a la policía. Las fuerzas de seguridad deben permanecer cerca como fuerza de apoyo”.
El concepto apareció fuera del país de la mano de la industria del secuestro centroamericana. Las “víctimas profesionales” son un capítulo de los Servicios de Respuesta o Manejo de Crisis brindados por empresas especializadas en seguridad. En un informe publicado en enero por una ONG holandesa dedicada a la lucha contra el secuestro –Pax Christi–, lo mencionan como uno de los tres servicios básicos de las aseguradoras dedicadas a la venta de pólizas contra el secuestro en todas sus versiones: express o extorsivo. El combo de ofertas incluye: Seguros contra secuestros, Asesoría para disminuir riesgos y Respuesta o manejo de la crisis.
El 50 por ciento del mercado de seguros en América latina está manejado por los ingleses del Grupo Hiscox. Entre otros, ellos ofrecen el servicio en Colombia, donde cobran pólizas entre 18 mil y 30 mil dólares al año. LaArgentina va hacia esa dirección o pretende convertirse en un buen mercado, en un contexto donde las analogías con Colombia tienen el tono de una operación dispuesta, por lo menos, a alentar un buen negocio estigmatizando la pobreza.

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