EL PAíS › EL APROPIADOR HERNAN TETZLAFF FUE DETENIDO

Un represor volvió a prisión

 Por Victoria Ginzberg

El represor Hernán Antonio Tetzlaff volvió a prisión. El militar, jefe de la patota del centro clandestino de detención El Vesubio y apropiador de una hija de desaparecidos, fue condenado el año pasado por el juez federal Roberto Marquevich pero seguía en libertad. Desde el viernes, luego de que la Cámara Federal de San Martín confirmara su culpabilidad, empezó a cumplir su sentencia. “Cuando entramos nos encontramos con dos chicos con los ojos gigantes, abiertos, y me quedé con uno”, le dijo el militar a un testigo en junio de 1976, al relatar un operativo del Ejército en el que había participado.
La causa se inició el 29 de enero de 1988, cuando las Abuelas de Plaza de Mayo y su abogada, Alcira Ríos, denunciaron que Tetzlaff tenía una niña que podría ser hija de desaparecidos. La falsa partida de nacimiento decía que la esposa del represor había dado a luz el 28 de mayo de 1976. Pero el año pasado los análisis de sangre demostraron que la supuesta hija de Tetzlaff era en realidad Hilda Victoria Montenegro, que nació el 31 de enero de 1976 y fue inscripta por sus padres el 10 de febrero de ese año, poco antes de que toda la familia fuera secuestrada.
Tetzlaff estuvo detenido sólo cuatro meses, entre diciembre de 1997 y abril de 1998. La Cámara Federal de San Martín le concedió su excarcelación mientras el juez realizaba la investigación.
Con la prueba científica en el expediente, sumada a varios testimonios recogidos durante la pesquisa, Marquevich consideró que Tetzlaff “tenía el total conocimiento de que la menor que inscribió como propia era hija de desaparecidos y no obstante la retuvo y ocultó con el único fin de impedir que restableciera el vínculo biológico”. La Cámara confirmó la culpabilidad del represor, aunque redujo la pena de ocho a cuatro años y medio. Con la sentencia firme, Tetzlaff fue detenido y está ahora en el penal de Marcos Paz.
Un testimonio importante para este caso fue proporcionado por el padre de una desaparecida que durante ocho meses buscó a su nieta y que se entrevistó con Santiago Omar Riveros, comandante de Institutos Militares. El militar designó a Tetzlaff para que “lo ayudara a reconstruir el operativo” en el que se habían llevado a la mujer y a la beba. El testigo declaró que Tetzlaff y su esposa le confesaron que no podían tener hijos. En una oportunidad, el represor lo llevó a una vivienda donde la noche anterior había participado de un procedimiento del Ejército en el que -según dijo– “los guerrilleros padres” habían muerto. El militar le aseguró: “Cuando entramos nos encontramos con dos chicos con los ojos gigantes, abiertos, y me quedé con uno”. Ante ese comentario, el abuelo fue a ver a Riveros para preguntarle si su nieta no había sido entregada a una pareja como la de Tetzlaff-Eduartes. El general le aseguró que en su caso no había ocurrido lo mismo, pero que “esas eran normas para evitar que los hijos de zurdos caigan en hogares bien constituidos”.
Hilda Victoria Montenegro tenía 13 días de vida cuando fue secuestrada junto a sus padres, Hilda Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro. En 1984, sus familiares se comunicaron con las Abuelas. Tenían la sospecha de que un miembro de los grupos de tareas de la dictadura, cuyo alias era “Gordo José” tenía en su poder una hija de desaparecidos. El hombre era Tetzlaff, jefe de los represores del centro clandestino de detención El Vesubio.

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