EL PAíS › LULA, CHAVEZ Y KIRCHNER RELANZARON EL PROYECTO DE UN MEGAGASODUCTO TAMBIEN CON BOLIVIA

Una reunión para darle gas al Mercosur

Los presidentes de Argentina, Brasil y Venezuela precisaron fechas para comenzar los estudios del megagasoducto que iría de Caracas a Buenos Aires y de La Paz a San Pablo y se ramificaría por los demás países. El acuerdo sirvió también para reafirmar el Mercosur.

 Por Martín Piqué
Desde San Pablo

Lo que empezó con algo de tensión, disimulada porque para la foto oficial hubo palmadas y sonrisas, terminó con abrazos y un pronóstico optimista para el Corinthians. El equipo paulista jugaba a la noche con River y Lula se despedía con un desafío lleno de confianza. Néstor Kirchner se prendió en el comentario futbolero. Aunque ya había aclarado que esta vez no iba a hinchar por Corinthians. Hugo Chávez, que prefiere el béisbol, como la gran mayoría de los venezolanos, aunque con el repunte de la selección “vino tinto” últimamente se acostumbró a nombrar a la estrella nacional, Arango, se mantuvo en silencio. ¿Qué cambió desde la tirantez inicial, matizada por la buena onda personal que tienen los tres presidentes, hasta las chanzas de tribuna? Lo que cambió, sobre todo, fue que Lula, Kirchner y Chávez coincidieron en privilegiar el proyecto económico más importante para Sudamérica, la construcción de un megagasoducto en forma de red que vaya desde Venezuela a Argentina y de Bolivia a San Pablo, por sobre las diferencias políticas, menores.

El gasoducto de 10.000 kilómetros de extensión estaba sufriendo bastantes críticas y el anuncio parecía haber quedado en el amague. Especialistas en hidrocarburos –partes interesadas–, empresarios y medios habían comenzado a desacreditar la factibilidad de la iniciativa. Incluso, la propuesta de Tabaré Vázquez de construir un gasoducto alternativo desde Bolivia a Brasil y Uruguay había sido interpretada como una evidencia de que el megagasoducto estaba archivado. Pero los presidentes decidieron que había que recuperarlo y concretar. Para eso fue vital el viaje relámpago que el ministro de Planificación, Julio De Vido, hizo el lunes a Caracas. Y también fue imprescindible la presencia de los tres ministros del área de hidrocarburos, el propio De Vido, el brasileño Solís Rondeau y el venezolano Rafael Ramírez, titular de Pdvsa y ministro de Energía y Minas en forma simultánea.

Con la presencia de los especialistas en hidrocarburos de cada gobierno, más los cancilleres Jorge Taiana, Alí Rodríguez (Venezuela) y Celso Amorim (Brasil) y otros funcionarios, como el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el secretario de Relaciones Económicas de la Cancillería, Alfredo Chiaradía, los tres mandatarios coincidieron en que había que darle viabilidad al proyecto. Por eso, lo primero que decidieron fue postergar los plazos para hacer los estudios tecnológicos y ambientales y luego comenzar las obras. El inicio del estudio tecnológico, que quedará en manos de Venezuela, se postergó del 7 de julio para mediados de agosto. Para esa fecha se hará también el análisis de impacto ambiental, a cargo de Brasil porque unos 5 mil kilómetros del tejido del gasoducto serán sobre territorio brasileño.

“Los tres presidentes consideran que el gasoducto es viable. Hay un gran entusiasmo de los tres, porque además involucrará a otros países pero habrá que incorporarlos en el momento adecuado, sea como productores o como consumidores”, explicó el canciller brasileño Amorim. Un rato después, cuando Chávez encabezó su conferencia de prensa, se volvieron a escuchar pronósticos optimistas. Con un matiz levemente diferente: el venezolano insistió mucho en la incorporación de Bolivia y de los demás países a la iniciativa. “La inclusión de Bolivia debe ser prioritaria. Y hay que informarles a Chile, a Uruguay, a Paraguay, a Ecuador, a Colombia, a Guyana”, subrayó. Las dos declaraciones revelaron el trasfondo previo del proyecto del megagasoducto. La idea surgió de Argentina y Brasil tras la victoria del MAS en Bolivia, cuando Evo Morales comenzó a hablar de aumentar los precios del gas que exporta.

En lo político, Lula, Kirchner y Chávez ven al emprendimiento –tildado de faraónico por sus detractores– como un atractivo para tratar de atraer a los demás países de Sudamérica y evitar que opten por la salida individual a través de los TLC con Washington. “Vamos a organizar otra reunión en agosto, y otra en Brasilia en septiembre con todos los países de Sudamérica”, adelantó Amorim. Para Brasil, esta estrategia resuelve otro factor de importancia: el sueño de mantener en la agenda la Comunidad Sudamericana de Naciones, la iniciativa que encuentra en Lula a su mayor inspirador. Esto último explica la contradicción más fuerte que se escuchó entre Brasil y Venezuela. Mientras Amorim dijo que no pensaba que la salida de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones fuera definitiva, Chávez dijo lo contrario poco después. “La CAN está muerta. La mataron los TLC firmados por Colombia y Perú. El retiro de Venezuela es una situación de hecho. No existe la CAN”, dijo.

Como los mosqueteros

El recurso es fácil. A Lula, Chávez y Kirchner ya se los comparó con los personajes de Alejandro Dumas. Pero en este caso se insiste porque esta reunión reflejó que, por sugerencia de uno de los espadachines, los tres pasarán a ser cuatro. Y el rol de D’Artagnan –por ser el cuarto, claro– está reservado para Bolivia. “El gas de Bolivia es estratégico, por su ubicación. Por eso se la va a incorporar en la construcción del gasoducto”, fundamentó ante Página/12 una fuente del Ministerio de Planificación. Pero la incorporación obedece también a urgencias políticas. Como Chávez expuso luego (ver página 4), en la región están preocupados por la situación interna boliviana. El venezolano cree que Morales se encuentra frente a un proceso de desestabilización en ciernes. “Hay que sumar a Bolivia, porque el proyecto puede generar un millón de puestos de trabajo”, aseguró el funcionario argentino.

Una de las críticas que más se escuchan al megagasoducto es que hasta ahora ninguno de los tres presidentes que lo impulsan dijo de dónde saldría el financiamiento. Ayer se repitió la misma pregunta y Chávez no la pudo contestar. Aunque dijo estar confiado porque, en su opinión, un proyecto así despertará interés de “inversionistas, empresas privadas de Argentina y Brasil, otros países”. Con una sintonía similar, el colaborador de Julio De Vido argumentó que la factibilidad de un proyecto de este tipo depende de que haya “una demanda segura”. “Cuando vos hacés una obra de desarrollo económico, primero tenés que encontrar el demandante. Y las economías de Brasil y Argentina están creciendo mucho. Con un 8 o 9 por ciento anual de crecimiento. También los otros países de la zona. Todo eso necesitará energía”, explicó.

También Chávez explicó dónde estaría la causa principal de la factibilidad de la obra. Fue mucho más apocalíptico. “Argentina y Brasil están a las puertas de una crisis energética. Venezuela tiene entre 130 y 150 trillones de pies cúbicos de gas. Y Bolivia es prioritaria por las reservas que tiene. Con las reservas de Bolivia y Venezuela este proyecto garantiza gas para todo este siglo”, graficó. La contundencia de los números, que Chávez citó de unas carpetas reservadas con estadísticas que le pasaba su ministro Ramírez, parecía indiscutible. Lo que no se profundizó es que el proyecto llevará muchos años y, si se cumplen los planes, recién se terminará en el año 2017. Quizá por eso, los tres presidentes están evaluando presentarse a otro período presidencial. Porque en la charla bilateral de Kirchner y Lula, como también en la trilateral con Chávez, se habló de elecciones, candidatos y encuestas de opinión pública. Como para no perder la costumbre.

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Néstor Kirchner, Lula Da Silva y Hugo Chávez durante su reunión ayer en Brasil. Al proyecto inicial de gasoducto se incorpora Bolivia.
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