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Solá pasó a retiro al jefe de la Bonaerense pero dejó al segundo

El gobernador bonaerense reemplazó al jefe de la policía Ricardo Degastaldi por los asesinatos de los piqueteros. Confirmó a Genoud.

A primera hora de la tarde había sugerido que los problemas con la policía se solucionaban “metiendo cada vez más poder civil”. En boca del gobernador bonaerense Felipe Solá, la frase sugería que lejos de darle un aval a los hombres de la “maldita”, el poder político desautorizaba el accionar de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Fue sólo un rato no más, porque Solá, quien aceptó el pedido de pase a retiro del jefe de los bonaerenses, comisario Ricardo Degastaldi y del subjefe Edgardo Beltracchi, posteriormente le pidió a este último que continúe “temporariamente” al frente de la fuerza. Entre los conocedores de los códigos policiales el hecho fue calificado como un respaldo a la tropa. Claro que para explicar la brutal represión a los piqueteros, el Gobierno puso el acento en el comisario Alfredo Franchiotti. “Podés tener todo planificado pero nunca estás seguro si no te aparece algún loco de éstos”, dijeron en círculos cercanos al gobernador, consultados por este diario.
Junto con el cambio del titular de “La Bonaerense”, Solá dispuso también la intervención de la departamental de Lomas de Zamora, distrito del que es originario el actual inquilino de la Casa Rosada, Eduardo Duhalde, y bajo cuyo mando estaban las tropas que actuaron en la represión del Puente Pueyrredón y de la estación de Avellaneda. En lugar del comisario mayor Osvaldo Vega, que fue pasado a disponibilidad, fue nombrado como nuevo responsable de la departamental el comisario mayor Alberto Sobrado, quien hasta este momento se desempeñaba como director de Investigaciones Complejas y Narcocriminalidad. Solá también dispuso la intervención del comando de patrullas de Avellaneda –que estaba a cargo de Franchiotti– y el traslado del segundo jefe de la departamental, comisario inspector Mario Mijin.
Degastaldi fue nombrado jefe de la fuerza el pasado 16 de abril. Había reemplazado al comisario inspector Amadeo D’Angelo luego de que éste apareciera involucrado en una causa judicial por el presunto pedido de coimas a prostíbulos, cuando estaba al frente de la Jefatura Departamental de San Isidro.
“Si un comisario a cargo de un operativo me miente, me dice la mitad de los hechos, precisamente la que le conviene, y me calla la parte más tremenda, que es concretamente un asesinato o dos, habrá que ver que esa responsabilidad no sólo es del comisario sino también de sus superiores. No desde el punto de vista penal sino del operativo”, dijo Solá explicando el cambio del jefe policial.
“La policía no tenía orden de comenzar ningún tipo de represión. Sólo tenía la orden de vigilar que no hubiera desmanes, porque se estimaba que la marcha iba a ser más violenta que otras veces”, dijo continuando con el tono naif que desde ayer le imprimió a sus intervenciones radiales o televisivas.
La aparición de los testimonios fotográficos obligó al gobierno nacional a dar marcha atrás con su discurso. Sin embargo, a pesar del paso de las horas, el gobernador volvió a poner el centro de su enojo en las mentiras del comisario Franchiotti y repitió que “estaba muy entristecido” por ello.
“Me presentó su renuncia, pero no es conveniente que se vaya en este momento”, dijo el gobernador para explicar por qué el secretario de Seguridad, Luis Genoud, continuará en su puesto a pesar de su probada ineficiencia. “A mí nadie me da órdenes”, aclaró Solá en, clara respuesta al jefe de Gabinete Alfredo Atanasof, quien había dicho que Duhalde le había reclamado al gobernador el pase a disponibilidad de los responsables del operativo luego de ver la secuencia fotográfica de la represión en la estación de Avellaneda. En círculos cercanos al mandamás provincial, se mostraron muy molestos por las declaraciones de Duhalde cuando en referencia al fusilamiento de Darío Santillán, dijo que “no quería que fuera otro caso Cabezas”. Cuando menos, decían que la frase no era feliz.
Los hombres cercanos al gobernador consultados ayer por Página/12 se mostraban totalmente desconcertados. Por un lado relativizaban la versión oficial que decía que detrás de estos hechos había un plan concertado que tenía por principal objetivo desestabilizar a Gobierno y al mismo tiempo cuando se les preguntaba de qué manera explicaban que el comisario Franchiotti –a quien ponían como casi exclusivo responsable de los asesinatos– desobedeciera las órdenes de “no reprimir”, respondían “no se descarta nada”. En este caso la respuesta pretendía dejar entrever alguna mano negra, que no identificaban, ni precisaban.

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El gobernador Felipe Solá y el renunciado Ricardo Degastaldi.
“Hay que meter cada vez más poder civil”, dijo Solá.
 
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