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La transición bonaerense enfrenta a dos modelos

Felipe Solá y Daniel Scioli se cruzan por la herencia que recibirá el vicepresidente. Características comunes en el inicio, pero diferencias en la construcción. Cómo es el armado de Scioli. Solá, candidato a embajador en Uruguay.

 Por Martín Piqué

Uno se va, el otro llega. Felipe Solá y Daniel Scioli encarnan la transición más compleja del país. Si en la Rosada domina la continuidad, en La Plata el panorama es mucho más complicado. Scioli advierte que el déficit provincial asciende a 3400 millones de pesos y pide fondos a la Nación, Solá asegura que la situación financiera está bajo control: su gente admite un déficit de 500 millones, aunque no contemplan los pagos de la deuda externa de la provincia. Los cruces por el déficit se moderaron por la campaña, hoy están en su momento más áspero. Tras rechazar la embajada en Francia, Solá atraviesa una de sus periódicas crisis en la relación con los Kirchner. Decepcionado por no haber conseguido la presidencia de la Cámara de Diputados, el gobernador saliente no quiso irse a París. En la Rosada le contraofertaron con la embajada de Uruguay, un destino más cercano a Buenos Aires y que promete mucho protagonismo si sigue escalando el conflicto por las papeleras (ver página 13).

Solá y Scioli tienen un perfil común para la política bonaerense. Ambos llegaron a la gobernación sin demasiada (o ninguna, mejor dicho) construcción territorial en la provincia. Su elección como gobernadores molestó a muchos intendentes por esa razón. Eran considerados hombres ajenos al distrito, no respondían al perfil que había inaugurado Eduardo Duhalde (que había saltado a la vicepresidencia y, luego, a la gobernación desde la intendencia de Lomas de Zamora). Hasta allí las coincidencias. Porque a la hora de elegir cómo gobernar, con qué estrategia política manejarse en la (siempre compleja) relación con la Rosada, Solá y Scioli parecen haber elegido alternativas muy diferentes.

Si algo caracterizó a Solá fue su esfuerzo por compensar aquel pecado original: a poco de asumir se propuso construir una corriente propia dentro del peronismo, primero con los intendentes del interior y después con algunos movimientos sociales, como el Movimiento Evita de Emilio Pérsico. Con audacia, apostando a las colectoras incluso cuando el Gobierno no lo hacía, Solá fue fundamental para el triunfo de Francisco “Barba” Gutiérrez en Quilmes y Joaquín De la Torre en San Miguel. Todo aquello pareció diluirse en las últimas semanas. La corriente que había intentado organizar ahora tiene una relación directa y privilegiada con su ministro de Gobierno, Florencio Randazzo. Designado en Interior, Randazzo será el interlocutor oficial con todo lo que supo ser el felipismo.

Con la experiencia de Solá como antecedente, Scioli decidió que lo mejor será hacer todo lo opuesto. En vez de hacer política desde el Estado, para construir la línea sciolista del peronismo bonaerense, decidió concentrarse exclusivamente en la gestión. Ese fue el argumento que usó para justificar el curioso gabinete que lo acompañará en la provincia. Entre los nombres que eligió no hay ningún representante de los municipios (como lo es Jorge Varela, actual ministro de Desarrollo Humano, al que Solá ubicó allí como un premio a los intendentes que se distanciaron de Duhalde antes de 2005) ni hombres de los movimientos K. “Dejémosle la política a Kirchner, nosotros vamos a gestionar”, fue el argumento que usó Scioli para tratar de convencer a los caciques bonaerenses.

Montoto, Hadad y Duhalde

Un dato revelador del poco compromiso con los intendentes es que la directora provincial de Tierras, María de la Paz Dessy, ligada al intendente de Florencio Varela y presidente de la Federación Argentina de Municipios (FAM), Julio Pereyra, abandonará su cargo y asumirá como diputada provincial. El Gabinete de Scioli refleja la decisión de no hacer política y tratar de consolidarse en la gestión desde un perfil supuestamente técnico. Según uno de los futuros ministros que acompañarán a Scioli, su equipo está compuesto por “tres grupos”. “Uno tiene relación personal con él, otro es más out-sider y el tercero, con distintos niveles y matices, está vinculado al peronismo bonaerense”, dijo a Página/12.

De los tres grupos de los que ya se habla tanto en La Plata como en Capital hay uno que sorprendió mucho. Es el que integran Carlos Stornelli, Claudio Zin y Carlos Salvador Bilardo, futuros ministros de Seguridad, Salud y secretario de Deportes. Son los out-siders, no vienen del mundo de la política. Con licencia en su cargo, Stornelli fue el fiscal del caso Skanska. “Lo espera una silla eléctrica”, advirtió hace poco el diputado Juan José Alvarez, quien ocupó ese cargo en la provincia antes de pasar a Nación. Tanto Stornelli como el futuro ministro de Justicia, el abogado platense Ricardo Casal (quien ocupó la Unidad Ejecutora que tramitaba préstamos ante el BID y el Banco Mundial para construir escuelas) están trabajando en conjunto para definir las prioridades de sus carteras.

Junto con Stornelli trabajarán los también fiscales Paulo Starc, Martín López Perrando, quienes pidieron licencia ante el procurador general de la Nación, Esteban Righi. Se las concedieron. Lo mismo pidió Carlos Cearras, otro fiscal federal. Casal es un hombre cercano al jurista Joaquín Da Rocha, quien sonaba para ocupar el Ministerio de Justicia pero habría sido vetado por ser el esposo de la fiscal Mónica Cuñarro. Da Rocha fue representante del Ejecutivo ante el Consejo de la Magistratura durante la presidencia de Duhalde. Una de los primeros anuncios de Casal es que la provincia se propone construir diez cárceles nuevas en 2008: las obras costarían unos 17 millones de pesos. La prioridad de Stornelli sería que la Policía Bonaerense vuelva a tener una conducción centralizada.

Las áreas de Seguridad y Justicia son claves para que Scioli pueda hacer una buena gestión. Y para eso vale la experiencia de los otros. En los últimos quince días, varios de los futuros funcionarios estuvieron reunidos con Eduardo Duhalde. El ex gobernador y ex presidente anunció que volvería a la política en un homenaje a Rogelio Frigerio. Desde entonces ha estado en varios municipios ofreciendo conferencias con su libro de memorias. Las recorridas le permitieron establecer contactos con intendentes. Duhalde no sólo recibe gente en su quinta de San Vicente. Otro lugar a resguardo de las miradas indiscretas es el San Juan Tenis Club, cuyas canchas de polvo de ladrillo están debajo de la autopista y lejos de la calle. También la confitería.

De los nombres que eligió Scioli, el que más sorpresa causó fue Claudio Zin. Médico y columnista de Canal 9, Zin comentó que quiere privilegiar las salas de atención primaria. Esta semana, Zin estuvo en el Senado para escuchar la presentación de un libro de la editorial Taeda, 2010. Una agenda para la región. No es muy común que un libro reúna a un arco tan diverso e influyente como el senador José Pampuro, el jefe del Ejército Roberto Bendini, el obispo de Zárate-Campana Oscar Sarlinga, el secretario de Obras Públicas José López, el ministro porteño Juan Pablo Schiavi, Ramón Saadi, Daniel Hadad, quien mandó las cámaras de C5N, entre muchos otros. El titular de la editorial Taeda es Mario Montoto, empresario, ex montonero, de buena relación con el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer. En la presentación también estuvo Scioli.

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Daniel Scioli y Felipe Solá encarnan la transición más compleja del país: se pelean, entre otras cosas, por el monto del déficit provincial.
Imagen: DyN
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