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La muerte de Villar

El viernes, a los 52 años, murió el dirigente villero Guillermo Villar. Su historia se hizo junto a la de la Villa 21, de Barracas; futbolista, jugaba en primera división y tenía un futuro que parecía asegurado hasta que una lesión en la rodilla lo dejó fuera de la cancha y lo devolvió al asentamiento; allí se volcaría a la militancia social. En la villa fundó en los ’80 la primera radio comunitaria del país, una radio que transmitía en castellano y guaraní y que funcionó como un espacio de organización de los vecinos. Así el barrio consiguió el reconocimiento de la propiedad de las tierras y armó la Mutual Flor de Ceibo, que con los años llegaría a construir 400 viviendas, dos polideportivos, una escuela primaria, un secundario y un centro de salud modelo para el asentamiento. Villar fue muy amigo de otro dirigente villero histórico, Juan Cymes. Era además admirador del Che y del padre Mugica. Tenía un modo de hablar tranquilo y muy elocuente, que a pesar de los años nunca perdió los modismos del guaraní. En su camino, lo eligieron presidente de la Coordinadora de Villas de la Capital Federal, lo que le valió envidias y enemigos. En el 2003, el mismo día en que iba que hablar junto a Néstor Kirchner en una visita del entonces presidente a la villa, fue apuñalado por la espalda. Se salvó de milagro y debió pasar por una compleja recuperación, de la que volvió a la actividad para ser secretario general de la Federación de Villas a nivel nacional. El lunes lo habían internado de urgencia por un derrame cerebral. Sus restos fueron llevados ayer al cementerio de Flores.

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