EL PAíS

Tres miradas en portuñol

POR ATILIO BORON *.
Una señal promisoria

En un ambiente como el diplomático, tan propenso a los mensajes cifrados, los gestos sutiles y la hipocresía más refinada, el hecho de que la primera salida del país de Néstor Kirchner haya sido para visitar a su colega Luiz Inácio Lula da Silva parece indicar que la apuesta por el Mercosur y, muy especialmente, por una relación privilegiada con el Brasil va a ocupar un sitio preferencial en la agenda de la política exterior argentina. Si esta iniciativa política, que ha causado la indignación de una derecha adicta a las “relaciones carnales” con la superpotencia imperial, es llevada hasta sus últimas consecuencias, la Argentina podría entonces tener alguna probabilidad de reintegrarse al concierto internacional con un grado razonable de autodeterminación y soberanía nacionales. Como incondicional sirviente de Washington su destino estaba inexorablemente signado por la
decadencia y, tal vez, la misma disolución nacional. Basta recordar la abyección a la que nos condujera, por largos años, la política exterior cultivada con esmero primero por Carlos Menem y luego por Fernando de la Rúa.
Abyección que, nos decían sus voceros, era el precio necesario para enmendar largas décadas de estériles enfrentamientos con la potencia hegemónica, con el trágico error cometido por sucesivos gobiernos argentinos empeñados en cuestionar el liderazgo de Washington en lugar de acompañarlo en sus decisiones, cualesquiera que éstas fueran. También se nos decía, hay que recordarlo, que ante este alineamiento automático con la Roma americana, como gustaba decir José Martí, las clases dominantes del imperio no cesarían de derramar sobre nosotros su benevolencia, traducida en apertura de mercados, oportunas presiones sobre el FMI para facilitar el flujo de capitales a la Argentina y tantas otras cosas más.Ya sabemos cómo terminaron todas esas charlatanerías.
Más allá de las dudas que provoca el rumbo seguido por el gobierno de Lula en Brasil, que no por casualidad es, otra vez, aplaudido a rabiar por los representantes más conspicuos del “pensamiento único” y el capital financiero internacional, lo cierto es que la posibilidad de consolidar un acuerdo sustancial entre Brasilia y Buenos Aires no puede sino ser vista con buenos ojos. Claro está que este gesto inicial requiere ulteriores desarrollos. Por ejemplo, y en lo inmediato, negarse firmemente a enviar tropas a Irak, aunque sea bajo el mandato de las Naciones Unidas. Hacerlo sería equivalente a legitimar la atroz masacre perpetrada, al margen de toda legalidad internacional, por los Estados Unidos e Inglaterra con su invasión. Habrá que esperar para ver si este cambio de la política exterior tiene lugar o no, y si se sostiene pese a las enormes presiones que seguramente se generarán para frustrarlo. Pero, en todo caso, el mensaje del viaje presidencial parecería indicar que la época de las “relaciones carnales” ha quedado atrás. Y esto ya de por sí es positivo.
* Profesor titular de teoría política UBA y Secretario ejecutivo de clacso.

ERNESTO LOPEZ *.
Defensa y seguridad también

Según los puntos del acuerdo que se conocen hasta ahora, pareciera que en esta reunión entre Néstor Kirchner y el presidente de Brasil se comienza a materializar la intención y la voluntad de profundizar el tema del Mercosur. En lo que respecta a Defensa y Seguridad se marca, por primera vez de forma tan explícita, la voluntad de una convergencia entre los dos países. De esto se desprenden dos cuestiones: primero, que si existe un avance en el proceso de integración económica, los asuntos de seguridad y defensa empezarán a perfilarse con peso propio. La locomotora de este proceso de integración serían los temas económicos y detrás vendría todo lo relacionado con defensa y seguridad.
Hace unas semanas estuve en Brasil reunido con integrantes de sectores vinculados a la defensa y encontré una expectativa muy grande en avanzar en el terreno de la seguridad cooperativa. Los cambios políticos que ocurrieron en la Argentina generaron un gran optimismo en el sentido de ver cómo se puede recorrer conjuntamente el camino de la seguridad y de las relaciones internacionales.
En Brasil también percibí una gran preocupación por la cuestión de Colombia. Se habló, incluso, de la hipótesis de armar una fuerza de intervención pacificadora como alternativa ante un eventual desborde. Los brasileños se preguntaban qué grado de compromiso demostraría la Argentina si se diera una situación como ésa. Otra preocupación es cómo enfrentar juntos la tendencia a la acción unilateral que Estados Unidos está demostrando hoy.
Todo esto confirma el clima de expectativas reflejado en este acuerdo.
En ese sentido, ya se convino realizar en noviembre una reunión del Mecanismo Permanente de Consulta y Coordinación sobre temas de Seguridad y Defensa que funciona dentro del Mercosur. Otra prueba de que se está avanzando en cosas que no se intentaron antes.
* Director del Programa de Investigación Fuerzas Armadas, Seguridad y Sociedad de la Universidad Nacional de Quilmes.

DIANA TUSSIE *.
El peso de la voluntad política

La reunión entre Kirchner y Lula es importante porque constituye un indicador muy fuerte de la voluntad de cooperar de ambos gobiernos. Es el comienzo de un nuevo momento en la relación bilateral, diferente al de la última década. Esta renovación de la voluntad de cooperar también se observa en la delegación de primer nivel que acompañó al Presidente, como el ministro de Economía, el de Relaciones Exteriores, senadores y diputados. El acuerdo cubre una agenda estratégica y ampliada de cooperación que va más allá de los instrumentos comerciales que, justamente, habían sido el foco de conflicto principal del Mercosur. La agenda tratada abarca cuatro niveles principales.
El primer nivel tiene que ver con la voluntad de fortalecer los mecanismos comerciales a través de la eliminación de las excepciones y la elaboración de normas comunes para los subsidios. El subsidio es la otra cara del arancel. El Mercosur estaba conviviendo entre el libre comercio y los subsidios. Por lo tanto, si se elimina el arancel pero no los subsidios, se desnivela el campo de juego. Si se logra, la elaboración de normas comunes para el tema de los subsidios es un paso fuerte. Quita un enorme conflicto de la relación bilateral.
El segundo nivel es el institucional, donde hubo tres señales importantes: el tema de la solución de controversias, el fortalecimiento de la Secretaría Técnica –hay que ver cuánto presupuesto y qué mandato le dan– y la constitución de un parlamento común cuyos integrantes sean elegidos por voto directo. Esto último es un cambio muy importante porque puede transformar a las ciudadanías locales en una única ciudadanía del Mercosur y hasta puede generar una identidad común entre los integrantes del Mercosur.
El tercer nivel del acuerdo es el establecimiento de una agenda social que incluye la educación, el trabajo y la salud. Es muy bueno tomar en cuenta este tema porque es el siguiente paso a seguir, una vez que lo comercial esté fortalecido. Las cuestiones sociales son temas que deben ser tratados durante una situación de integración de dos países. El último nivel acordado se relaciona con la seguridad y la defensa, asunto que también debe considerarse más allá de lo comercial.
En conclusión, el acuerdo contiene una agenda muy ambiciosa que comenzará a moverse si hay –como parece– voluntad política de cooperación. Es un acuerdo que instala al Mercosur dentro de los nuevos tiempos políticos y económicos de los dos países, por un lado, y de la comunidad internacional, por el otro. Afianzar una comunidad regional es estar con los nuevos tiempos.
* Directora del Programa de Instituciones Económicas Internacionales de Flacso.

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