EL PAíS › LA DISPUTA CIEGA POR EL PRECIO Y EL ABASTECIMIENTO DE CARNE

En un cono de sombras

Lleva casi tres años, pero la pelea todavía no deja en claro quién es el responsable de la formación de precios. Amenazas cruzadas que acotan los plazos de negociación. Mientras otros pelean, en qué anda hoy el mercado.

Pese a que hace casi tres años que el gobierno nacional está encima del tema de las carnes –los inicios del conflicto rememoran los choques entre Roberto Lavagna, ministro, y el consorcio exportador–, la formación de precios en este sector parece encerrado en un cono de sombras. Ayer, Gobierno –Secretaría de Comercio– y productores de ganado –o sus consignatarios– volvieron a mostrarse enfrentados. Unos amenazan con aplicar la Ley de Abastecimiento. Otros, con el desabastecimiento “de facto”, si no se respeta “el libre juego de las leyes del mercado”. Los precios que el sector acordó para 13 cortes populares no se cumplen, salvo en muy contados puntos de venta. Las imputaciones se cruzan y ni siquiera lo que dice cada actor en público coincide con lo que susurra en privado. Los intereses en juego parecen, por momentos, caer en el mismo cono de sombras que la formación de precios.

Hace cinco días, el gobierno nacional puso por escrito la intención de reabrir las exportaciones de carne, mientras los dirigentes ruralistas se comprometían a “procurar” que el abastecimiento al mercado interno fuera suficiente y a precios razonables. A juzgar por los gestos públicos de ayer, aquel acuerdo parecía ser un papiro perdido en el tiempo. En vez de abastecer, los ganaderos apenas aportaron 1300 cabezas a un mercado que requería de ocho a diez mil. La Secretaría de Comercio, tal como había adelantado el viernes último, se apersonó en el Mercado de Liniers a verificar si se cumplía con los “precios de referencia” en la compraventa de hacienda.

Podrá discutirse quién provocó a quién. El resultado, previsible, fue que no hubo abastecimiento suficiente y, por lo tanto, tampoco precios razonables en las pizarras.

Pero mientras esto sucede en superficie, por debajo se percibe que las operaciones circulan por túneles a veces señalizados por el Gobierno y otras con trayectos absolutamente clandestinos. Algunos ejemplos que se comentan en los corrillos del negocio rojo:

- La liberación de los containers que estaban detenidos en la Aduana benefició, fundamentalmente, a los exportadores de menudencias (tripa, hígado, corazón, molleja, chinchulines y otras vísceras). Esta acción oficial, según fuentes del sector, fue “acordada” por representantes de esta franja del negocio a mediados de la semana pasada, a cambio de que abastecieran al mercado interno a precios rebajados. Desde entonces, algunas cadenas de carnicerías están recibiendo “ofertas” de menudencias muy baratas que permiten vender, en mostrador, molleja a 14,95 pesos el kilogramo, centro de entraña a 6,30, chinchulines a 2,70 o riñones a 4,20 pesos (valores de ayer al público, Mercado Central).

- Los frigoríficos exportadores más grandes (miembros del Consorcio ABC) tienen actitudes disímiles. Swift, por ejemplo, al poder exportar los cortes de mayor valor al mercado externo, vende en caja, “embalado símil exportación”, los cortes “populares” a precios muy cercanos a los sugeridos por el Gobierno: roast beef, asado, paleta, matambre, peceto, bola de lomo, colita de cuadril, nalga con tapa, falda y cuadrada. Pero lo hace únicamente a través de cadenas de hipermercados o a carnicerías integradas. “Al carnicero de barrio no le llega, que ni siquiera tiene posibilidad de comprar más barato en el hipermercado, porque éste no le vende la caja con el corte, sino que tiene que comprar la bandejita que ya tiene cargado un elevado costo de comercialización”, describe un importante operador de este negocio.

- Otros frigoríficos exportadores, como Quickfood, “desaparecieron del mercado”, señalan otras fuentes. No venden al mercado interno desde el comienzo del lockout del campo y no volvieron cuando la medida se levantó. Luis Bameule, su presidente, se quejó ayer de que “continúan trabados los embarques de carne vacuna” y aseguró que “las cámaras de las plantas frigoríficas están abarrotadas” ante la imposibilidad de concretar las cargas en buque, al tiempo que “hay importadores que comenzaron a cancelar sus compras”. Sobre el mercado interno, ni “mu”.

- Ayer se preveía que la entrada de animales en Liniers se normalizaría a lo largo de la semana. Lo de ayer, interpretan, “fue una advertencia pero no el reinicio de hostilidades”. No se esperan grandes modificaciones en los precios del kilo vivo, más allá de una tenue tendencia a la baja. “En estas condiciones, por ahora la lista de precios de los 13 cortes de la Secretaría de Comercio es imposible de cumplir en las carnicerías de barrio”, coinciden varios actores del negocio. La media res baja del gancho al comercio a precios que oscilan entre 7,50 y 8,50 pesos el kilo. “Sólo vendiendo novillito por ternera, o punta de falda como asado, se llega a cumplir con la lista oficial”, ejemplifica uno de los consultados. La previsión oficial es que en las próximas semanas habrá mayor oferta en el mercado, porque empiezan las heladas y la escasez de pasturas y los ganaderos prefieren vender antes que retener hacienda con pocas posibilidades de engorde. La puja actual, en tal caso, es para posicionarse anticipadamente ante ese otro escenario, en vez de calmar los ánimos hasta llegar a ese momento.

La cuestión es que quienes tensan la cuerda al límite, por más ruidosos y visibles, pueden ser quienes definan en qué terreno se define el juego. A todo o nada, involucrando incluso a quienes no definieron de qué lado jugar. Quemando incluso los plazos pactados para la negociación. Incendiando todo, como en las islas del sur entrerriano, frente al intento infructuoso de otros por hacer retroceder las llamas.

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Mientras algunos exportadores abastecen a bajo precio, otros se borraron del mercado interno.
 
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