EL PAíS › LA SUSPENSIóN DE LAS NEGOCIACIONES Y EL NUEVO ESCENARIO

Cambio de lógica en un conflicto prolongado

 Por Raúl Dellatorre

Prácticamente a la par que el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, anunciaba en una emisora radial que no estaban dadas las condiciones para seguir el diálogo con las entidades ruralistas, el titular del bloque de diputados del oficialismo, Agustín Rossi, reconocía por otra radio que “el conjunto de los argentinos demanda que el conflicto se solucione” y ratificaba que las autoridades nacionales “tienen voluntad de diálogo y solución: es lo que se viene esta semana, tratar de llegar a un acuerdo sobre todas las decisiones tomadas”. Ni siquiera un hombre tan cercano al Gobierno, un habitual portavoz de las decisiones presidenciales como es el jefe de legisladores kirchneristas en la cámara baja, había sido avisado de antemano sobre la jugada preparada. Esto habla a las claras hasta qué punto “se cerró el círculo de decisión” dentro del gobierno y se estrecharon los canales de transmisión de las novedades. La negociación fue dejada de lado y ahora se privilegia la estrategia de combate o del ajedrez: movidas tácticas, meditadas secretamente, que buscan incidir sobre el accionar del rival, obligado a responder también unilateralmente, pero limitado a las condiciones impuestas por la jugada anterior. Ayer movió el Gobierno; las entidades, sorprendidas por el cambio de táctica, decidieron dejar correr el reloj hasta hoy antes de hacer su movida.

Tras el último fin de semana, se percibe un cambio de lógica en el conflicto, por lo menos desde el planteo del gobierno. Quizás este cambio ya se haya decidido desde el momento en que las entidades resolvieron ratificar la concentración en Rosario. En vez de dejarse condicionar por la “amenaza” de hacerla, o posteriormente por el peso de la masividad alcanzada, el gobierno dejó hacer y, sorpresivamente, modificó el juego.

En lugar de ir a la mesa de negociación con un recuento de porotos desfavorable, por los 200 o 300 mil manifestantes reunidos en torno del Monumento a la Bandera, las autoridades rehuyeron ese escenario. Ya no sería la lógica del regateo comercial o el juego de presiones de una negociación colectiva como las salariales la que fijaría las reglas de la relación gobierno-entidades. Ahora, el Ejecutivo juega al viejo ajedrez, o al más moderno TEG, si se prefiere.

Bajo la nueva lógica, el Gobierno dispuso ignorar lo sucedido el domingo en Rosario. Y pasar a otro juego: levantó la reunión de la tarde. Dejó hacer a las entidades durante toda la jornada, que se mantuvieron reunidas durante más de tres horas sin llegar a ninguna conclusión. Esperaban un pronunciamiento del Gobierno, que “amagó” hacerlo al anochecer en un discurso de Cristina Fernández, que directamente eludió el asunto del campo. Así, desafió a las entidades a que decidieran si iban a volver a las medidas de fuerza ante el silencio oficial. Y se sentó a esperar la respuesta.

El cambio de escenario, indudablemente, sorprendió a la dirigencia rural. Acababan de hacer un acto impensado hasta hace quince días hasta para el más optimista de los suyos, al reunir una multitud en Rosario. Con ese resultado en las alforjas, volvían a la mesa de negociación con la sensación de contar con una relación de fuerzas absolutamente favorable. Pero se encontraron, al llegar, con que esa mesa ya no existía. Ahora, el interlocutor decidía las movidas desde un bunker y obligaba a responder desde el bunker propio, midiendo las consecuencias. Pero ya no existe el diálogo, el intercambio conceptual, la puja mano a mano.

Si el escenario más probable que muchos supusieron después de Rosario era la vuelta a los cortes de ruta si el gobierno no retrocedía frente a las demandas rurales, ahora ese pronóstico quedó envuelto en un interrogante. Si la intención fue convertir la concentración frente al Monumento a la Bandera en una gran asamblea, ahora el Gobierno plantea desarmar la lógica de negociación y la sustituye por una disputa de tácticas y estrategia. En este preciso momento del conflicto, sin salida aparente, el dilema inmediato es quién impone el juego. Seguramente el gobierno decida en las próximas horas alguna medida unilateralmente. Y la Mesa de Enlace deberá responder. Quizás empiece a despuntar la respuesta. Quién gane o cómo se resuelva, por ahora es otro asunto.

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