EL PAíS › POR PRIMERA VEZ, ECONOMIA JUEGA EL ROL DESAFIANTE

Los políticos son los ortodoxos

 Por Claudio Zlotnik

El levantamiento del corralito se decidió en medio de una dura puja en el seno del Gobierno. La decisión de resguardar las reservas y dejar impago un vencimiento con el Banco Mundial dividió a los funcionarios. De un lado, Roberto Lavagna. Del otro, algunos hombres del Presidente: Eduardo Amadeo, José Pampuro (secretario general de la Presidencia) y Alfredo Atanasof (jefe de Gabinete). La relación entre Aldo Pignanelli y Lavagna directamente está cortada. Los funcionarios ni siquiera se dirigen la palabra.
Esta interna dentro del Ejecutivo podría ser una más, si no fuera porque, al contrario de los últimos gobiernos, el ala política aparece como la más ortodoxa y Economía como la más confrontativa frente al mensaje que baja desde Washington. En este contexto, en la city hubo fuertes rumores sobre una inminente renuncia de Lavagna, versión desmentida por estrechos colaboradores del ministro.
En la Casa Rosada temen que el default con los organismos desemboque en una nueva corrida financiera y la crisis vuelva a salirse de cauce. Funcionarios próximos al jefe de Estado, incluyendo a Pignanelli, recomendaron a Eduardo Duhalde cumplir con el Banco Mundial con el objetivo de acercarse al demorado acuerdo con el Fondo. Incluso se muestran a favor de hacerlo ahora, aunque haya pasado el día del vencimiento, tal cual lo reclamó el propio FMI.
Algunos funcionarios de segunda línea de Balcarce 50 admiten que hay miedo a perder el oxígeno político ganado con el veranito financiero. Y se hacen eco de la sensación térmica que se vive en varios despachos de ejecutivos y banqueros, quienes sólo transmiten dudas sobre el porvenir argentino mientras se acerca enero, otra fecha límite para pagarle al Fondo.
Desde Economía acusan que desde la Rosada prefieren aplicar la receta de Washington y se quejan de perder cierto respaldo político. Grafican que, hasta último momento, esos altos funcionarios “operaron” a favor de pagarle al Banco Mundial a través de los medios de prensa del establishment. Es en este contexto que en el equipo económico explican las versiones de renuncia de Lavagna.
La receta ortodoxa de Washington incluye aumento de 30 por ciento en las tarifas públicas, un fuerte ajuste en las provincias, el inmediato levantamiento de los controles cambiarios y hasta la capitalización por parte de inversores privados de los bancos públicos. Después de ganarle la pulseada a Pignanelli, en la Rosada parecen dispuestos a ponerle un corralito a Lavagna pretendiendo un mayor acercamiento con Washington. Justo en momentos en que el ministro decide levantar el corralito bancario impuesto por Domingo Cavallo.

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