EL PAíS › EL RESCATE DEL MAQUINISTA

“Estoy atrapado”

José Errante, el maquinista del tren que chocó ayer con el colectivo de la línea 92, “estuvo consciente siempre”: cuando a las 6.23 sintió el impacto del accidente y durante “las tres horas que tardaron en rescatarlo” de su cabina, aseguró ayer a Página/12 Pedro Díaz, un amigo que acompañaba al herido que permanecía ayer en observación en el Hospital Santojanni. Estuvo “atrapado entre fierros y su asiento”, contó en declaraciones radiales un pasajero.

A sus 49 años, con esposa, tres hijos –uno de ellos que se está formando como “motorman”– y domicilio en Ramos Mejía, Errante comenzaba su jornada de manera habitual. “Supongo que trabajaría desde las 5 a las 13”, cuenta Díaz, que dice que desde que lo conoce se dedica a eso. “Hay que entender que venía como por un túnel, formado por las paredes de las casas, no tenía visión periférica y, aunque la hubiera tenido, un tren no puede desviarse ni frenar.”

“Estoy atrapado”, gritaba Errante desde su cabina después de que se produjera el choque, según contó Daniel Casanova, un pasajero que descubrió al maquinista tras el accidente y lo acompañó para calmarlo. “Le daba charla para que esté tranquilo”, explicó y describió que el hombre se encontraba totalmente “atrapado entre los fierros y el asiento”.

Más de una decena de rescatistas, entre personal de bomberos y SAME, trabajaron para liberarlo, mientras la familia y los amigos, alertados a través de la televisión, viajaban a la estación Flores. Finalmente el hombre, aún consciente, fue trasladado al Hospital Santojanni en un helicóptero que bajó sobre la avenida Rivadavia.

“No podía hablar cuando llegó, sólo se quejaba, estaba muy dolorido. Tuvo un desplazamiento de la cadera, por lo que le pusieron un clavo para corregirle la posición. También tenía traumatismos en todo el cuerpo y un corte importante en la cadera, que le suturaron”, explicó Díaz. Además dijo que al estar tres horas aprisionado “no podía respirar bien”, por lo que hasta ayer era asistido con respirador mecánico.

“El colectivo le dio un golpe fuertísimo, pero no fue lo central, sino el que le dio la otra formación que iba hacia Once”, relató Díaz, cuya opinión es que el colectivero “ve la barrera baja, ve la formación de enfrente que va a la estación de Once, pensó que era ese tren por el que estaba prendida la alarma y avanzó”. Ahí, “cuando hizo medio metro lo llevó el otro tren”.

La familia, que permaneció con él todo el día, prefirió no hablar con la prensa. “Estaban mal”, justificó Díaz y aseguró que ahora a Errante “no lo puede mover nadie. Hasta que tenga todos los signos vitales en orden, no lo van a trasladar. Después se verá”.

Informe: Rocío Magnani.

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Imagen: Joaquín Salguero
 
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