- Tránsito. Cristina Kirchner llegó ayer pasadas las 9 en el Tango a Nueva York y pese a las sirenas de la policía, el endemoniado tránsito y una molesta llovizna hicieron que demorara más de una hora en llegar a su hotel, donde la esperaban en la puerta con un ramo de flores. Lo exiguo de la comitiva es un espejo de lo breve de la visita. La acompañan el ministro Julio De Vido, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; el senador Marcelo Fuentes, la diputada Gloria Bidegain y, una sorpresa, el candidato a gobernador del Frente para la Victoria en Mendoza, Francisco Pérez. Quien finalmente no viajó fue el ministro de Economía, Amado Boudou, que vendrá mañana por su cuenta a Washington para participar de las reuniones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

- Custodia. Luego de su ingreso al hotel, llamó la atención el exceso de celo de los custodios del Servicio Secreto por despejar la vereda sobre la calle 60, especialmente de periodistas, con modales bruscos. Un poco más tarde, tanto celo tuvo una explicación: es que en el mismo hotel están alojados el rey de Jordania, Abdullah II, y su bella esposa, la reina Rania. Cuando sus majestades partieron raudos en sus vehículos negros, la vereda quedó al fin libre de custodios.

- Cóctel. Mucho movimiento hubo por la noche en el Mandarin. Como empieza a ser costumbre en muchos hoteles modernos, el que aloja a la Presidenta no tiene lobby en la planta baja, donde sólo hay una recepción. El lobby está en el tercer piso, mientras que el bar y el restaurante se encuentran en el 35, con una espectacular vista panorámica del Central Park y los rascacielos de los alrededores. Un piso más arriba todavía, anoche había un selecto cóctel. Mientras Julio De Vido daba su conferencia de prensa, unos metros más allá pasaban algunas celebridades, tanto televisivas como de Hollywood –por ejemplo, la actriz Geena Davis–, que se dirigían hacia el evento del piso 36. También se vio al ex premier y actual ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, pero lo más probable es que tuviera otro destino menos glamoroso.