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Los legisladores se encontraron con los “nuevos” Singh y Köhler

Por Eduardo Tagliaferro y Felipe Yapur

“La verdad es que no parecían los mismos”, comenta ante este diario el titular del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, el duhaldista José María Díaz Bancalari, hablando de Horst Köhler y Anoop Singh, los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) con los que ayer se reunieron las principales autoridades de ambos cuerpos del Congreso. Autocrítico, Köhler recibió a los parlamentarios diciéndoles que si querían plantear algunas críticas al organismo podían hacerlas, ya que “debían reconocer los errores de algunas políticas” impulsadas por el FMI. En ningún momento los legisladores se apartaron de las opiniones que Néstor Kirchner les transmitió unas horas antes de que éstos ingresaran a la reunión con el Fondo. Por las dudas, diputados y senadores oficialistas concurrieron al cónclave con un machete entregado por el propio gobierno.
Unas horas antes de que comenzara el encuentro de los legisladores con los hombres del Fondo, el titular de la Cámara de Diputados, el bonaerense Eduardo Camaño, Díaz Bancalari, el presidente provisional del Senado, el sanjuanino José Luis Gioja, y el titular de la bancada oficialista de senadores, el rionegrino Miguel Angel Pichetto, se reunieron con Kirchner para poner en común algunas posiciones. Para que no quedaran dudas, el Gobierno acercó dos hojas sin membrete en las que se desarrollaban seis puntos básicos. El primer punto del memo señala que “dentro de criterios de seriedad económica, cada país debe seguir su propio esquema y sobre todo sus propios tiempos”. En esta ocasión el argumento fue desarrollado por Díaz Bancalari.
Una vez en Economía, se sumaron los titulares de los bloques radicales en Diputados, Horacio Pernasetti, y en Senado, Carlos Maestre. Cuando el encuentro ya estaba encaminado, ingresó el chaqueño Jorge Capitanich. Luego de que los funcionarios del Fondo aseguraran que “no querían imponer nada”, los legisladores avanzaron con el segundo punto del escrito oficial. “Mi gobierno no necesita que se lo empuje a hacer reformas estructurales. Sabemos que son necesarias”, escribió Kirchner y repitieron los legisladores del oficialismo.
Precisamente al hablar de las reformas, mencionaron algunas realizadas por Eduardo Duhalde. Entre ellas reivindicaron la “total liberalización de depósitos en el sistema financiero; la fuerte liberalización del mercado cambiario y la reunificación monetaria”. Justamente en el tema monetario los parlamentarios resaltaron que “en 20 días hábiles se han rescatado 1700 millones de pesos sobre los 8000 totales” que circulan en el formato de cuasimonedas.
A esa altura del encuentro, el diálogo estaba encaminado. Al liviano mea culpa de los hombres del Fondo, los parlamentarios les respondieron que no venían a llorar y repetir que la culpa de todo la tenían los organismos de crédito internacional. Todavía faltaban jugar algunas cartas fuertes y los legisladores del PJ las entrevieron cuando Köhler, el único que habló por el FMI, reparó en el alto superávit fiscal alcanzado por la Argentina en el primer trimestre del año. No bien mencionó que esa cifra había estado cerca de los 5 puntos, Pichetto y Capitanich hicieron tándem para avanzar sobre otro de los argumentos oficiales: “Retomar un sendero estable de crecimiento”. Aquí el rionegrino aventuró que para que ese crecimiento sea sustentable, la Argentina no podría comprometer un superávit fiscal superior al 2,5 por ciento. Mucho menos que el 5 por ciento comprometido por Lula en Brasil. “Muy bajo, muy bajo”, fue el único comentario del mandamás del Fondo.
A esta altura, Köhler ya había expresado su sorpresa por la evolución de la economía argentina. Señaló que “ahora ven un futuro” para el país, cosa que un año atrás no se aventuraban a precisar. Incluso pensaban que en aquella oportunidad “la Argentina desaparecería del mundo”.
Tal como lo tenían escrito, los parlamentarios insistieron en la necesidad de un acuerdo a largo plazo con el Fondo. No lo dijo en la reunión pero, frente a la prensa, Díaz Bancalari insistió con una definición que ya había adelantado ante este diario: “Somos partidarios de crear una comisión parlamentaria que investigue la legitimidad de la deuda externa, tal como lo dijo el juez Jorge Ballestero en el fallo del caso Alejandro Olmos”.
Köhler, acorde con los nuevos aires, dejó estupefactos a los legisladores cuando sin pestañear aseguró que: “El FMI puede ayudar a mejorar la situación de la pobreza porque para mantener la paz social hay que trabajar en la distribución de la riqueza que se traduzca en un crecimiento más equitativo”. Por si acaso, ninguno de los legisladores emitió palabra alguna.

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