EL PAíS › EDUARDO “TATO” PAVLOVSKY*.

Micropolítica

Tony Negri le preguntó Gilles Deleuze, refiriéndose al acontecimiento del Mayo Francés: “¿Cómo es posible mantener o sostener el fulgor del acontecimiento?”. Deleuze le respondió: “No hay que sostener nada; sólo hay que producir microacontecimientos todos los días. Porque los fenómenos de producción de nuevas subjetividades son los que producen el devenir revolucionario, que hoy es tal vez más importante que la revolución. Eso es la micropolítica”.
Atendiendo a la definición misma de micropolítica, debemos señalar que los fenómenos micropolíticos no se definen por lo pequeño, sino porque escapan de la representación. Están fuera de toda representación. Corren por los bordes. Los fenómenos micropolíticos no son organizados por instituciones, sindicatos, partidos políticos, etc. Nacen de improviso en ciertas circunstancias históricas, y son fenómenos que se propagan a gran velocidad.contagio.producción de nuevas velocidades.afectos. Y, además, son intempestivos e impredecibles. La textura intrínseca de este tipo de fenómeno micropolítico es probable que rebase muchos de los conceptos sociológicos actuales. Tal es la velocidad con que los cuerpos se mueven en el acontecimiento.
Los argentinos acabamos de vivir dos experiencias micropolíticas de resistencia. Ningún partido organizó el cacerolazo del miércoles 19 ni el del viernes 28. Los partidos y los sindicatos van por detrás del acontecimiento: siempre corriendo atrasados, siempre lentos para estas velocidades (lo micropolítico es demasiado veloz e intempestivo para ser capturado en su propio devenir). Nuestros cacerolazos del 19 y 28 de diciembre son emblemáticos como fenómeno micropolítico de resistencia civil: destituyeron a De la Rúa y a Cavallo y después a Rodríguez Saá.
Esa experiencia micropolítica atravesó los cuerpos de miles de manifestantes, que ya incorporaron la experiencia de que en cualquier momento pueden volver a producir cambios, saliendo a la calle si es necesario.
El Chiapas mexicano y el MST brasileño también nacieron micropolíticamente: ningún partido político los representaba. Es probable que todavía no tengamos demasiada conciencia de nuestros cacerolazos, pero desde ya que se inscriben dentro de los grandes movimientos de resistencia civiles latinoamericanos. Son puro devenir revolucionario. No sería demasiado ingenuo pensar que los cacerolazos y la gente en las calles en varios lugares simultáneos estuvieran expresando la vanguardia de un movimiento civil incipiente de resistencia, que se opone al modelo de las democracias parlamentarias latinoamericanas, que sólo han planteado concentración de la riqueza en un sector de la población y la miseria y el subdesarrollo de los recursos humanos para el 60 por ciento de la población restante.
Es cierto: todo puede entrar en caos. Pero puede ser un caos creativo de donde surjan nuevas formas de solidaridad y justicia social. Nuevos devenires sociales a inventar. Nuevas propuestas a formular. Lo que se está atacando no es el orden, sino ese tipo de orden. Lo que está en cuestión es la crisis de la representación política.

* Dramaturgo, psicoanalista y escritor. Su último libro es “Historias de Box”.

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