ESPECTáCULOS › LAZOS DE FAMILIA, UN FILM SOBRE TRES GENERACIONES

Saga familiar sobre ruedas

Por H. B.

Películas que hablen de relaciones familiares, pero no entre cuatro paredes sino en medio de la ruta. Eso es lo que el cine contemporáneo parece haber descubierto con Las confesiones del Sr. Schmidt, en la que Jack Nicholson ajustaba cuentas con su hija a bordo de una camioneta. Hace unos meses, algo parecido sucedía en el film francés Padre e hijos. Allí, viendo llegar su final, Philippe Noiret les pedía un último deseo a los suyos: viajar juntos hasta Canadá, para avistar ballenas. En Lazos de familia son tres generaciones las que se ponen sobre ruedas, con Nuevo México como meta y desparramando por el camino las cenizas del anciano patriarca.
Variante del subgénero “hijo adaptado de padres salvajes”, esta opera prima de Jordan Roberts (coguionista de Camino a la perdición) presenta al ascendente Josh Lucas (se lo vio en Una mente brillante y Hulk) como Jason Lair, treintañero divorciado y formal, a cargo del hijo luego de que la ex se fue a pintar a Nepal. Pero más difícil que criar al chico parece ser convivir con el abuelo Henry (un Michael Caine con arrugas de maquillaje), ex arqueólogo obsesionado con un funeral indian style. Antes de pasar a mejor vida, el abuelo tiene ocasión de reencontrarse con su hijo perdido, Turner Lair, que acaba de aparecerse en el umbral, como quien volvió de la muerte. Lívido como un vampiro y con unos pelos que dan la sensación de que lleva colgado un ventilador que no deja de apuntar hacia arriba, Christopher Walken confirma, en el rol de Turner, que desde hace décadas viene haciendo el mismo papel: el de aparecido.
Antes de morir, abuelo Henry se ocupó de dejar una serie de mapas que van marcando los puntos en los que sus cenizas deben ser esparcidas. Y allá van las tres generaciones de hombres de la familia, subidos a la camioneta del patriarca y jugando esta variante fúnebre de la búsqueda del tesoro. Hay, en verdad, un tesoro al que ni ellos mismos saben que apuntan, y es el de la reunificación familiar, planificada pre mortem por el bueno de Henry. Acompañada desde la banda de sonido por una buena selección de oldies del country, folk-rock y rock’n’roll, más allá de su look independentoso y presuntas simpatías semimarginales (ex junkie y prototipo setentista, Turner es un tipo mucho más interesante que su hijo bancario), Lazos de familia resulta la más convencional de las películas familiares, guardando la carta del pecado paterno como pasaje a la previsible reconciliación intergeneracional.
Dentro de la medianía general, debe reconocerse que Mr. Walken se toma muy en serio su papel (que guarda cierto parentesco con el de la lejana Vivir para contar), generando en quien lo observa una rara, rica mezcla de pena, repulsa e inocultable fascinación.

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