LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN

El malestar comunicacional

Sandra Massoni sostiene que la comunicación ya no se piensa sólo como información, ni principalmente como una transferencia, sino como encuentro sociocultural, a medio camino entre lo individual y lo colectivo.

 Por Sandra Massoni *

Hablábamos de algo así como la madre del borrego del malestar comunicacional en el siglo XXI. Nos proponíamos –en una cena con colegas– identificar la causa de la evidente falta de respuesta que nos producen hoy las formas comunicacionales clásicas.

Con las tablas que pedimos como entradas, coincidimos en que lo del fastidio comunicacional nos pasa a todos: cada vez es más difícil que en el tratamiento de las noticias nos conformen los diarios o nos satisfagan los noticieros o las revistas periodísticas. Felices eran nuestros padres, sentándose cada noche a ver su noticiero preferido y los domingos a revisar cual inventario, en el diario, los detalles de qué hubo de nuevo en el planeta. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Tan pequeños...! ¿Cambiamos como lectores de medios? ¿Cambiamos como periodistas? En la mesa arreciaron preguntas y argumentos.

Con los platos fuertes convinimos en que afortunadamente, poco a poco, hemos desplegado la complejidad de lo comunicacional, aunque todavía no contemos con metáforas dominantes ni con rutinas –tanto de producción como de consumo de medios– que nos acompañen en los entornos periodísticos digitales actuales. Reconocimos que hoy existen básicamente posiciones opuestas y, como consecuencia de esa misma linealidad, cierta falta de democratización en los formatos de los espacios de noticias en los medios masivos. Acordamos en que por el momento y cada vez con más frecuencia, al ver los noticieros, mucha gente se comporta casi como hincha de fútbol, soltando exabruptos e improperios frente a tratamientos de la noticia con los que no acuerdan. Para seguir pensando, nos quedamos con una pista: la verdad sólo muy de vez en cuando se resuelve en soledad. Tomamos nota de que nos falta mucho navegar en la comunicación digital para aprovechar aquello que ella nos ofrece como metáfora organizadora: la comunicación en red.

Ya en los postres, de todos los argumentos con los que debatimos rescato lo del huevo. Me gustó como analogía por su sencillez: la comunicación social en el siglo XXI es como un huevo. Suena un poco raro, pero se explica más o menos así: podemos hacer ciertas cosas para acompañar el desarrollo de un huevo, como generar en su entorno un ambiente propicio; por caso, darle calor o quizá protegerlo de los golpes que podrían dañarlo. No obstante, como en todo lo vivo, en un huevo también el cambio principal en su desarrollo viene desde dentro. Si por desgracia la cáscara se rompe desde fuera, la vida se termina. Pero si se autorrompe, la vida nace.

¿Y si empezáramos a pensar en la comunicación social como un proceso fluido, entre seres que están siendo al comunicar? Desde los nuevos paradigmas, la comunicación ya no se piensa sólo como información, ni principalmente como una transferencia, sino como encuentro sociocultural, una tensión que emerge de la situación, a medio camino entre lo individual y lo colectivo, y que por lo tanto merece ser considerada comunicacionalmente. Es decir, en otro dominio y como una relación intersubjetiva. No como sujetos. No como sociedad. Sino como un lugar vivo, habitado en las múltiples trayectorias de los grupos y sectores que comparten un territorio.

Desde la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario trabajamos con nuevas herramientas analíticas y operacionales como, por ejemplo, las matrices socioculturales. Desde ese molde colectivo que constriñe y que a la vez da forma a lo nuevo, cambian los actores en la trama social cuando se comunican. Decimos que el de la comunicación es un encuentro, vivo y encarnado en el que las matrices socioculturales se reconocen como un linaje de acciones compartidas, un ritmo colectivo que es propio de ciertos grupos y sectores. Eso casi musical por lo rimado, y que surge entre; eso que no existía previamente, porque ocurre mientras; ese proceso complejo, situacional y fluido es la comunicación en los tiempos que corren (¿nos corren? Quizás un poco...).

La caracterización de matrices socioculturales como autodispositivos colectivos nos permite atender a la especial modalidad de vinculación que los actores tienen con los diferentes componentes del problema que aborda la estrategia a partir de reconocer sus trayectorias, sus lógicas de funcionamiento desde el paradigma de lo fluido. El cambio siempre surge desde dentro, porque –como bien dicen los filósofos– no se puede cambiar sino desde lo que se está siendo. Así, se aborda a la comunicación como una reconfiguración espacio-temporal, como una cena compartida que nos alimenta y... ¿nos satisface? ¿O será que ya estamos necesitando otro menú? Para finalizar la sobremesa todos juntos brindamos por superar el malestar comunicacional: ¡habitemos a la comunicación desde lo vivo!

* Doctora por la UBA. Directora de la Maestría en Comunicación Estratégica de la UNR.

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