EL MUNDO › M. E. GUERRERO HABLA DE SU BIOGRAFíA DE HUGO CHáVEZ

“Anómalo y azarozo, pero coherente”

 Por Cristian Vitale

De modesto tiene poco: apenas el nombre. Modesto Emilio Guerrero es un prolífico pensador que escribe libros pero, a la vez, un hombre de acción. Con apenas 19 años –nació en 1955 en la Península de Paraguaná, Venezuela– participó de las álgidas jornadas que acompañaron la gran huelga general de Colombia. Luego fue uno de los insurrectos del Caracazo (1989); también de São Paulo, cuando –dos años después– los obreros alineados con el PT brasileño sindicalizaron las calles. Más tarde estuvo en el ojo del huracán durante el intento de golpe del primer Chávez y, dice, fue uno de los principales oradores de la asamblea popular de Caballito cuando el estallido del 2001/2002, en Argentina, país donde vive hoy. A la par, fue escribiendo libros. Primero fue Haití, el último Duvalier, editado en 1986. Tras él llegaron, por la misma senda, Panamá, soberanía y revolución (1990); Después del 4-F (1992), Morir es la noticia (1998) y El Mercosur y la Revolución Bolivariana que, publicado en 2006, fue el antecedente directo de su obra más leída, más buscada, más comentada: ¿Quién inventó a Chávez?, publicada en 2007, y recientemente reeditada como Chávez, el hombre que desafió a la historia. “En estos cinco años corrió tanta agua bajo el puente latinoamericano con él en el centro de la escena que no me quedó otra que agrandar la biografía. Era necesario”, resume Guerrero ante Página/12. “Fueron cinco años vibrantes, llenos de sucesos: se pelea con el Senado de Brasil, manda al carajo al de Paraguay, y a los diputados de Uruguay, en fin, un Chávez en ebullición permanente”, extiende.

Un Chávez en ebullición, entonces, sobre cuya biografía inicial Guerrero agregó 220 páginas, además de ampliar y mejorar la que estaba. “Me faltaba una etapa muy vibrante, por cierto, en la que América latina vivió demasiadas cosas: el golpe en Honduras, el golpe frustrado en Ecuador, el derrocamiento de Lugo, todas cuestiones en las que él estuvo involucrado”, sostiene el autor. El hombre que desafió la historia, editado en Argentina a través del tándem editor Peña Lillo-Continente, es –dicho está– la continuación necesaria de ¿Quién inventó a Chávez?, el peldaño que le faltaba al minucioso y concienzudo repaso sobre sus orígenes, su vida y obra, el medio en que creció y la manera en que se fue construyendo a sí mismo, según las circunstancias. “Hice esta biografía para evitar que aparezcan los inevitables mitos, la sacralización del personaje, porque nadie es comprensible sin sus contradicciones, sin sus regodeos. En el caso de la segunda edición, impera la cuestión de que la manera de ver todo aquel relato hasta 2007 es otra, porque ahora lo vemos desde un Chávez cuyo ciclo vital concluye, aunque no muera. Todo aquello que escribí tiene otra perspectiva: en unos caso se revela y en otros se ameseta, se morigera, se compacta la idea del personaje soñador”, revela Guerrero.

–Usted dice que no se trata de una apología, ni de una historia “neutra”, ni de una condena. ¿Por qué la necesidad de hacer un libro tan “intenso” sobre la vida de Chávez? ¿Qué fue lo que más le interesó del personaje, más allá de la intención de salvarlo del mito?

–No hay un solo adjetivo positivo en mi biografía: nada que diga el gran, el magnánimo, el gran conductor, nada de eso, y tampoco descalificativos. Yo estudié al hombre, al personaje, y lo hice hablar por sus actos y sus palabras, Chávez se muestra por lo que habla y hace. Y un personaje así tenía que ser retratado. Por eso uso una frase del Quijote para sintetizar el libro: “Pues las acciones que ni mudan ni alteran la historia no hay para qué escribirlas”. Chávez altera la historia: alteró el neoliberalismo, alteró la historia militar de América latina, porque ha hecho unas fuerzas armadas de izquierda. Desde la Revolución Cubana, no se conoció jamás una fuerza armada que se defina estatutariamente antiimperialista, nadie como él alteró a la izquierda mundial.

–¿Ni Fidel Castro?

–Sí, Fidel como político, y el Che como mito, pero los sandinistas no lo lograron; Juan Velasco Alvarado tampoco o Torrijos, todos entusiasmaron, sedujeron, tuvieron alguna repercusión, pero ninguno, como Chávez, logró tener seguidores en todo el planeta: hay movimientos chavistas en casi toda América y también en Europa. Y aquí, en Argentina, es muy importante, porque el peronismo le da una base ideológica de conexión, sobre todo el kirchnerismo.

–Hay dos subcapítulos que le dedica a tal conexión: “Un peronista tardío” y “De la mano de Néstor Kirchner”, en los que marca el año 2003 como punto de inflexión para este “vuelco” de Chávez hacia las ideas de Perón.

–Es muy importante para saber por qué Chávez no era peronista hasta el 2003 y por qué lo es hoy, ¿no?, porque tiene en quien referenciarse (Kirchner), cosa que antes no ocurría. Hay que ver esto para saber quién es Chávez, un personaje contradictorio, paradójico, anómalo y azaroso, pero coherente con su perfil antiimperialista. Fue honesto cuando dijo “yo no soy socialista ni marxista”, hasta que tomó la decisión de serlo, a fines de 2004, y desde ahí no lo paró nadie: es como un niño con la idea fija. Siempre digo que hubo once hombres fuertes en América latina entre Fidel y él, pero ninguno llegó a su estatura: le dijo la mayor cantidad de improperios al dueño del mundo (George Bush), enfrentó al neoliberalismo, impulsó el ALBA, Petrocaribe, la Unasur y rompió el esquema regional de poder, el sistema de Estados está agrietado por él e impulsó el pluripolarismo, un término que creó el argentino Norberto Ceresole, cuando era asesor de Chávez.

–Y otro detonante que lo llevó a escribir la biografía. El libro, al cabo, tiene una intención polémica: la de negar que el sociólogo argentino Ceresole “inventó” a Chávez, como él mismo sostuvo, tras asesorarlo en su momento.

–Sí, él dijo “Yo inventé a Chávez” y yo hice un trabajo de 32 páginas para contradecirlo. Nadie puede inventar a Chávez, si no es un proceso histórico, y lo demuestro: la invención de Chávez queda resuelta en su historia. La cuestión es que Ceresole vivía de su ego, de sus libros, decía que sus libros revelaban la historia, ¿a quién se le ocurre decir eso? Chávez es un personaje peculiar, porque nace en un momento peculiar de la historia de América latina: sin la caída del Muro de Berlín, sin la caída de la Unión Soviética, sin esas razones internacionales no hubiese existido su rebelión. Incluso, en la primera versión del libro, los capítulos se llamaban “Laberintos”, porque digo que Chávez siempre tuvo una Ariadna, que le tiró un hilo para salir de cada laberinto: quería ser escritor, pintor, tenía un bisabuelo asesino, era de izquierda pero no era de izquierda, era bolivariano pero tenía contradicciones, porque sus referentes intelectuales no lo eran; el comunista que lo formó había sido expulsado del partido por bolivariano, en fin...

–Un devenir en contradicción permanente.

–Sí, la diferencia es que Chávez fue resolviendo sus contradicciones hacia delante, mientras otros han tenido contradicciones y las han resuelto hacia atrás. Por ejemplo, fue simpatizante de Blair, Giddens y Clinton a través de la tercera vía, ¿cómo resuelve eso? Si no pasaba algo iba a ser uno más. El dice una frase muy hermosa en la cárcel: “No quisiera ser uno más que lo intentó y no pudo”. A Perón no le dio la convicción, porque si no saca un millón de obreros armados a la calle y se acaba el golpe del ’55; a Velasco Alvarado tampoco, no le dio el cuero; Getulio Vargas se pegó un tiro, lo prefirió antes que encabezar un enfrentamiento; y Allende también. Chávez, en cambio, es capaz de hacer cualquier cosa: de respetar la propiedad privada a romper con ella, de apoyarse exclusivamente en el ejército a apoyarse en las masas y promover el poder popular, el control obrero.

–El hombre que se hace con los acontecimientos.

–Va respondiendo a ellos, sí. Es un personaje fascinante por lo complejo, Lenin era complejo pero coherente; Fidel también es una sola pieza, salvo en el momento que quiebra con el nacionalismo democrático y se hace socialista, pero Chávez es siempre un irreverente y esto hay que explicarlo, hay que explicar un personaje así, que se convirtió en el mayor potenciador ideológico del socialismo ¡en el peor momento del socialismo!... él repotenció esa idea y nadie convenció a tanta masa de ser socialista como él, es una cosa rara y hay autores que intentan sacralizarlo, darlo hecho desde la cuna hasta ahora. Eso no existe.

–¿Por qué, habiendo tenido la posibilidad concreta de hacerlo, no lo entrevistó personalmente?

–Porque invalidaba el libro, eso sería una entrevista no una biografía. Y segundo, porque él, en 2006, ya era un hombre de Estado, era capaz de ocultar cosas por eso, pensaba de otra manera, hablaba como hombre de Estado y no como conspirador, pero lo interesante no es eso, sino que se atrevió siempre, que fue a más y fue libre en sus decisiones.

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Imagen: Pablo Piovano
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