PSICOLOGíA › SOBRE EL LENGUAJE Y LOS PREJUICIOS

“El es un tipo muy agresivo”

Por T. A.

El acto por el cual alguien comprende algo y comparte esta comprensión con los demás consta de cinco elementos, como mínimo: 1) la relación entre el sujeto que comprende y lo particular que ha de ser comprendido; 2) alguien que establece distinciones (define la figura), más 3) alguien que selecciona la perspectiva (define el fondo); la suma de 2 más 3 “produce” una descripción: una figura contra un fondo; 4) alguien que formula un texto hablado o escrito y 5) alguien que comparte lo formulado con la comunidad.
Nuestras charlas cotidianas en curso, internas y externas, determinan la forma en que nos relacionamos con esos cinco elementos. En aras de la simplicidad, he elegido examinar los prejuicios (charlas internas y externas) acerca de los cinco elementos, brindando a título de ejemplo dos posiciones contrastantes sobre cada uno de ellos.
1) Uno podría decir, verbigracia: “El tiene mucha agresividad” o “Su conducta agresiva se relaciona con su carácter”. Estas charlas cotidianas en curso, internas y externas, nos hechizan y nos llevan a pensar que el hecho de estar airado es un fenómeno individual; por lo tanto, creemos que lo observado es lo que es, independientemente del observador. Las charlas internas y externas contrastantes podrían ser las siguientes: “El hecho de que él tenga en este momento una conducta airada se relaciona con lo que dijo el otro”. Estas charlas cotidianas en curso nos hechizan llevándonos a suponer que los bandos en pugna se influyen uno al otro y que ambos participan activamente en ellas; en un sentido más general, nos hechizan haciéndonos suponer que la conducta humana es comunitaria y se relaciona con el momento y el contexto. (Me resulta muy interesante advertir el efecto hechizador particularmente poderoso que podrían tener los verbos “ser” y “tener” si uno se olvidara de añadirles los aspectos relativos al momento y el contexto.)
2) Las charlas cotidianas en curso internas y extemas que nos hechizan llevándonos a considerar la conducta como un fenómeno individual nos hacen buscar distinciones personales del otro, por ejemplo solicitando al individuo que llene cuestionarios o clasificándolo de acuerdo con una cierta escala. Las charlas cotidianas en curso internas y externas contrastantes nos hacen pensar en la conducta como ligada al momento y al contexto, y nos llevan a buscar distinciones de tipo relacional, por ejemplo preguntando: “¿Quién habló con quién, de qué manera y en qué momento?”
3) Las charlas cotidianas en curso internas y externas del tipo de “El está airado porque tuvo una infancia muy difícil” o “El está airado porque nunca tuvo amigos” nos llevan a pensar fácilmente que la conducta puede comprenderse teniendo en cuenta la historia personal. Las charlas contrastantes, del tipo de “El está airado porque es una manera de protegerse” o “El está airado porque así oculta su tristeza frente a las personas que le son hostiles”, nos hechizan llevándonos a pensar en esta conducta desde la perspectiva del ser-en-el-mundo en las circunstancias de la situación actual.
4) Nuestras formulaciones serán similares, lógicamente, a lo que digamos en nuestras charlas internas y externas. Una formulación posible es: “El está furioso”, o “El es muy agresivo”, o “El tiene una gran agresividad”. Una forma diferentes sería: “El se puso furioso durante unos segundos cuando pensó...”, o “El se puso furioso cuando escuchó...”, o “El se puso furioso cuando le dijeron que...” ¿De qué manera estas dos clases de formulaciones influirán en el receptor del texto? ¿Quizás éste resulte hechizado también, sin darse cuenta o sin reconocerlo?
5) ¿Qué comunidad recibirá y aceptará cada tipo de formulación? Lo más probable es que una comunidad prefiera el lenguaje al que ya está acostumbrada. ¿Tal vez hasta exija que se le hable en un cierto lenguaje para tomar el texto en cuenta? Yo diría que ese lenguaje hechiza a la persona (que porta y expresa el lenguaje) de alguna manera.

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