SOCIEDAD › RICARDO BARREDA

Vecino común

 Por Carlos Rodríguez

La condena social siempre es más fuerte cuando el asesino dirige su furia hacia su propia familia. Al odontólogo Ricardo Barreda le dieron perpetua cuando asesinó a su mujer, a sus dos hijas y a su suegra. El humor –muy–negro de los argentinos hizo, sin embargo, que algunas pintadas, en su casa familiar de La Plata, escenario del cuádruple homicidio, lo convirtieran en una inesperada celebridad: “Barreda ídolo”, decían algunos de los graffitis. Durante el desarrollo del juicio contra los hermanos Da Bouza, que asesinaron a su padre, un psiquiatra reconocido le dijo a PáginaI12 durante una conversación informal: “Matar a la familia es imperdonable para el individuo común y también para los jueces. No se piensa que, tal vez, la persona que mata es la más ‘sana’ en una relación totalmente enferma. Por eso la condena es siempre a perpetua, sin atenuantes. A veces, también tendrían que ser más duros con otros crímenes y con las violaciones, por ejemplo. Nadie piensa que el que mató a sus padres ya no va a volver a matar, mientras que el violador, muchas veces, es reincidente”.

En el barrio de Belgrano, donde ahora vive Barreda junto con su nueva pareja, los vecinos no se ponen de acuerdo.

–¿Se cruzó con Barreda en el pasillo del departamento? –preguntó un sagaz periodista de la televisión.

–Sí, me lo crucé –respondió la vecina, algo sorprendida.

–¿Y qué pasó? –insistió el hombre de prensa y se quedó esperando una respuesta espeluznante.

–Lo crucé y nos saludamos. No pasó nada más –respondió la mujer.

El cronista se fue desilusionado. Tal vez estaba esperando el escopetazo que no fue. Claro que no todos están tranquilos en el barrio de Belgrano. La presión de muchos hizo que quitaran un cartel de bienvenida a Barreda y hay quienes tienen miedo que la historia se repita. Y a nadie le interesa saber si las teorías de los psiquiatras son valederas o no.

“Estoy arrepentido por lo que hice, nunca me voy a perdonar esto”, declaró Barreda en un reportaje periodístico publicado en el año 2000. Antes, en el juicio oral donde fue condenado, había insinuado que lo haría de nuevo, de volver a vivir las mismas circunstancias. “No soy un simulador”, dijo en otro momento de la entrevista, aludiendo a sus dichos, en el juicio, sobre el supuesto maltrato que recibía de su familia y que lo llevó a cometer el cuádruple homicidio.

El hoy ex juez Eduardo Hortel, uno de los que condenó al odontólogo, cree que Barreda miente cuando habla de maltrato. “El se había quedado a vivir en la misma casa, aunque no convivía con su mujer y con su familia, por interés económico”. Claro que, el mismo Hortel, considera que todo preso que cumplió con su pena tiene el derecho a salir en libertad.

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Imagen: Télam
 
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