SOCIEDAD › SCIOLI ANUNCIO CAMBIOS EN LA BONAERENSE, PERO POR AHORA EL TITULAR SE QUEDA

Con el sillón del jefe a cuestas

Las derivaciones del caso Bergara salpicaron profundamente a la Policía Bonaerense. Se habían anunciado cambios. El jefe policial Salcedo estaba en la mira. Pero tras una reunión con el ministro de Seguridad, Stornelli, Scioli no modificó nada.

 Por Horacio Cecchi

Ayer, como culminación de un mes notablemente azaroso, el jefe de la Bonaerense, Daniel Salcedo, retuvo su sillón cuando todo indicaba que le había llegado el recambio. Un día más. A la fecha no es poco. Durante todo el día, el caso Bergara estuvo a punto de arrastrarlo como venía amagando desde que el secuestro del empresario saltó a niveles públicos. Durante la mañana, al menos tres veces, el gobernador Daniel Scioli anunció una reunión con su ministro de Seguridad, Carlos Stornelli –y éste hizo otro tanto–. El tema, obvio a esa altura, eran los “cambios en la estructura” de la Bonaerense, la sucesión de Salcedo. Pero tal cosa no ocurrió. Es decir, la reunión se realizó, pero Salcedo se mantuvo. A esta hora es difícil suponer que pueda mantenerse demasiado más. El sólo efecto de la duda pública del gobernador hace inevitable su caída. Si son horas o escasos días, sólo lo sabe el círculo más cercano a Scioli, a Stornelli, a Salcedo y, antes que ellos, algunos ojos jerárquicos y con decisión dentro de la Bonaerense. Porque el caso, cada vez más, parece impulsado por una interna policial desatada tras ciertos vericuetos que hacen de éste –como finalmente reconoció Scioli– “un caso muy raro”, en cuyos vericuetos se habla de fuertes deudas, de vueltos, de lavado y de una feroz interna, “viejos resabios de la Bonaerense”, dijeron voces del oficialismo. Para confirmación, el propio gobernador dijo (reconoció), por primera vez en público, que “si alguno pensó en mandarme un mensaje para que detenga los cambios, al contrario, los voy a acelerar”.

“Este no fue un secuestro express ni fue un secuestro al voleo. Tiene más de 30 días, empezó en un año y terminó en otro. Lo que quiero es la verdad, la fuerza de la ley, la Justicia y que todos los que estén involucrados, estén presos”, dijo Scioli en declaraciones radiales durante la mañana. Para esa hora, ya venía anunciando su reunión con Stornelli. pero antes anunció su paso por la DDI de Quilmes, para presenciar la rueda de reconocimiento de Bergara sobre el último detenido, Jorge López.

“Es muy importante lo que pueda aportar el propio Bergara, puede darnos más pistas, sobre este episodio con características raras”, dijo.

El resultado de la rueda, huelga decirlo, fue negativo (ver aparte). Pero Scioli estuvo allí, consultó al juez Luis Armella y a la fiscal Silvia Cavallo, presenció la rueda, averiguó qué sospechas y hasta dónde llegaban sobre sus subordinados, recorrió el escenario con el interés público del gobernador de los bonaerenses, como jefe de los investigados y como quien no tiene secretos de sumario.

Después, dijo que prefería ser cauto respecto de la versión del autosecuestro y recordó que Stornelli había visto a Bergara apenas hallado por la policía, y había dicho que “Bergara tenía claros signos de cansancio, fatiga, de alguien que estuvo encerrado durante mucho tiempo, a pesar de que él dice que lo trataron bien”, explicó.

A esa hora, la causa llevaba tres policías detenidos: los tres, subtenientes: Víctor Ariel Vega, de la Distrital Berazategui, que recibió un llamado desde un celular que luego fue usado por los secuestradores para realizar el primer llamado a la familia inmediatamente después. Maximiliano Costa, jefe de calle de la 1ª de Quilmes, a cuyo celular llamaron preguntando “qué pasa con la comida del chancho”, con relación al secuestrado. Y Jorge López, jefe de calle de la subdelegación de El Pato, dueño de la casa donde apareció encadenado y a los gritos Leonardo Bergara. Antes había sido detenido y luego liberado, el capitán Juan Cardozo, de la Distrital Berazategui, dueño del celular que supuestamente tenía en su poder su subordinado Vega. Qué tienen en común tres de los cuatro mencionados: que pertenecían a la Distrital Berazategui, a la que pertenecía el hasta ahora único oficial de jerarquía removido por la avanzada a fondo del gobernador, el titular de la Distrital Berazategui, Alberto Luján Roque.

Los datos son los que apunta un ex comisario a este diario: “López, Vega y Cardozo integraban grupos operativos formados por Roque el año pasado para allanar desarmaderos y narcos. Levantaron más de 150 kilos de marihuana y varios de cocaína. Alguien los metió en el caso con el llamado al celular de Cardozo. Y también le liberaron al secuestrado en la casa del otro policía. Ninguno de los tres son niños de pecho. En este trabajo hay que recaudar y empastar para arriba. Pero en esos operativos molestaron a alguien, y ahora ese alguien dio el vuelto. Y es probable que esté apuntando para arriba. Esos datos ya los maneja Scioli, sepa o no a quién está dirigido”.

La versión o hipótesis puede tomarse como tal. Pero no son muchas las que explican el extraño final del secuestro, con un Bergara maniatado en la casa de un policía, cuando era buscado por toda la policía del país, mientras toda la policía del país lo buscaba, maniatado pero sin mordaza.

Poco después, el diputado oficialista y presidente de la Bicameral de Seguridad, Fernando Navarro, salió a respaldar la gestión de Stornelli: “Es evidente que el secuestro de Bergara es una provocación de integrantes y sectores ligados a las propias fuerzas de seguridad que se han visto afectadas con las políticas impulsadas por el gobierno provincial para depurar lo que se conoció como la Maldita Policía”, sostuvo el legislador.

Es probable, pero no parece haber sido Scioli quien anudó las manos de los ex jerarcas, sino más bien quien devolvió a la Bonaerense (a sus jerarcas) independencia del poder político que había sido quitada durante la gestión de León Arslanian.

Navarro agregó que “es sano que más allá de las diferencias entre la gestión de Arslanian y Stornelli haya continuidad”, ya que “ambos se propusieron ir a fondo en las investigaciones que involucran a integrantes de las propias fuerzas de seguridad”.

Pero, finalmente, nada de esto ocurrió. Al menos provisoriamente. La reunión entre Scioli y Stornelli se extendió durante un par de horas en la sede del Banco Provincia, en Capital. Al retirarse, poco antes de las seis de la tarde para dirigirse a la Casa Rosada, Scioli dejó entrever que no se descartaban posibles cambios, aunque fuentes cercanas al gobernador aseguraron que “por el momento no se sabe nada”, palabras que por otro lado podrían cobrar sentido más amplio. Lo cierto es que el gobernador decidió sacar el pie del embrague, no hacer cambios, y apretar el freno.

Desde la oposición, las dudas, marchas y contramarchas, el reconocimiento tardío de la participación policial, y la mención de un supuesto mensaje abrió la puerta a las críticas: “Es gravísimo que el propio gobernador haya reconocido que el secuestro de Leonardo Bergara no fue un caso de inseguridad”, gritaron desde la oposición.

“Cualquier uniformado que no cumpla con sus expectativas será apartado de su función”, respondió Scioli. Por el momento, el período Salcedo sigue vigente. Removerlo del sillón que le fue entregado a la Bonaerense no parece que vaya a modificar más que un cambio de nombres.

Hoy se conocerá la continuación de esta historia.

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Scioli se dio una vuelta por la DDI de Quilmes, conversó con Bergara y con la cabeza de la investigación.
 
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