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De tan trucho no es trucho

La Cámara Federal porteña sobreseyó a una mujer que vendía, en un puesto callejero ambulante, relojes que simulaban ser de marcas reconocidas, pero eran apócrifos, a precios “claramente inferiores”. La “baja calidad” de los productos con cuya venta Olivia Fernández Flores se gana la vida no podían inducir a engaño a los potenciales o reales compradores, sostuvo el fallo de la Sala Segunda de la Cámara. Las ventas de la mujer no afectan la ley de marcas, porque no se trata “de una verdadera falsificación, con su secuela de engaño y descrédito para la confianza pública”, dado que las ventas se realizan en la calle “y a un precio claramente inferior” al de mercado.

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