SOCIEDAD › UN PRESO SE QUEMó MANIPULANDO OLLAS HIRVIENDO PARA LA EMPRESA TOMATERA

Batán está para los tomates

La quemadura de un trabajador preso en el polo industrial que el SPB oculta en Batán revela que la mano de obra cautiva no tiene guantes para manipular ollas con agua hirviendo y soda cáustica. La empresa quería que siguiera trabajando.

 Por Horacio Cecchi

El polo industrial con mano de obra cautiva de Batán, también conocido como el complejo penal de Batán del Servicio Penitenciario Bonaerense, sigue promoviendo temas laborales entre sus actividades cotidianas. Esta vez, las quemaduras sufridas por un trabajador/preso dejaron en claro que el SPB no sólo incumple con las normas laborales sino que permite incumplirlas a los empresarios que aprovechan las facilidades intramuros para reducir precios. En este caso, el interno quemado no contaba con vestimentas especiales, ni guantes, y mucho menos, con un seguro por accidente. Este diario publicó informes judiciales que describieron como trabajo esclavo el que realizaban los presos de Batán en al menos diez empresas que fabricaban en su interior productos de venta en el exterior del complejo.

El sábado 13 pasado, un interno del pabellón 12, que trabaja en la empresa Tomatera, sufrió quemaduras durante su horario de trabajo. Tomatera es una empresa que trabaja triturando tomates para su embotellamiento como pulpa de tomate. Trabajan con calderas y ollas en las que se hierven los tomates en agua a 90 grados, y manipulando también soda cáustica. El interno, cuyos datos se omiten provisoriamente para evitar que además lo castiguen, trabajaba como sus compañeros, con alpargatas o zapatillas. “Al querer escurrir los tomates dentro de una de las ollas –describió un penitenciario a Página/12–, con guantes rotos, se quemó.” La descripción agregó que el lugar acompaña la falta de seguridad laboral: “Es un galpón que se cae, una cosa es contarlo y otra es verlo desde adentro –aseguró la misma fuente–. Debería estar clausurado. Es una bomba de tiempo”.

Por fuera del galpón, técnicamente la Tomatera pasa a ser una chanchera: el paisaje externo es una laguna de aguas servidas, nauseabundas, que llega al playón del salón de visitas. “La baranda no tiene diferencias con la de una fábrica de chacinados”, aseguró el penitenciario, tapándose la nariz.

Para completar, la Tomatera no cumple con el convenio de 6 horas de trabajo, y además los empleados no tienen seguro por accidente. Esto saltó con el incidente. Al herido lo trasladaron a la salita del penal para que lo vendaran y siguiera trabajando, presionado por la empresa, que no tiene la intención de reconocerle los días de reposo que le había firmado el propio médico del penal.

Pero la Batán del SPB –cabe aclarar que no es el único complejo penitenciario bonaerense donde los presos son mano de obra cautiva– no sólo está para los tomates. Una lavandería ya denunciada mantiene a los empleados trabajando 14 horas los fines de semana, claro que sin reconocerlos como fines de semana. Las escasas ocasiones en que los trabajadores protestaron pidiendo pagos consecuentes con los trabajos en horarios y días feriados, fueron respondidos de una manera escasamente laboral: el encargado de la lavandería, de nombre Emilio, actúa como civil pero es también penitenciario, y aplica el reglamento interno. Es decir, los reclamos laborales tienen como respuesta primera el buzón. Y la consiguiente pérdida del trabajo por ausencia, bah, un despido justificado “por no cumplir las expectativas de la empresa”, tal como decía el parte leído por un oficial de servicio el 28 de diciembre a parte de los trabajadores que resultaron complicados para los beneficios de la empresa.

Además, debido al cierre del lavadero de la Unidad 29, la ropa que era llevada a esa unidad fue derivada al polo polirrubro de Batán. Cabe aclarar que no se trata de la ropa de los internos, o solamente de ellos. Uno de los clientes es el Hotel Los Tilos de La Plata. La empresa tiene 60 internos a su servicio, divididos en dos turnos de 12 horas. El convenio fija salarios de 2300 pesos pero pagan 1200.

Los internos intentan ser reconocidos sindicalmente para luego poder discutir en negociaciones salariales y hacer reclamos laborales. Y dejar de ser mano de obra cautiva.

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El SPB resiste el reconocimiento de los trabajadores como tales y los mantiene a reglamento penitenciario.
 
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