SOCIEDAD › LA CAMARA DE CASACION RATIFICO LA CONDENA POR ABUSO A UN EX SACERDOTE Y DOCENTE

“Es un fallo contra el silenciamiento”

Fernando Picciochi era profesor en el Colegio Marianista de Caballito, donde ocurrieron los abusos, hace 25 años. Un tribunal ya lo había condenado en juicio oral y ahora la Casación lo ratificó. Una de sus víctimas explica la importancia de la sentencia.

 Por Soledad Vallejos

La Cámara de Casación Penal ratificó la condena a 12 años de prisión dictada a un ex sacerdote y docente del Colegio Marianista, de Caballito, por abusar sexualmente, y en reiteradas oportunidades, de dos alumnos de 7º grado entre 1989 y 1990. La resolución de los jueces de la Sala III, Eduardo Rafael Riggi, Liliana Elena Catucci y Mariano Hernán Borinsky, no dio la razón a la defensa de Fernando Picciochi, que pidió declarar prescripta la causa y buscó desacreditar las pruebas. Por el contrario, los camaristas respaldaron lo actuado y resuelto por el tribunal de primera instancia: “No sólo está vigente la acción penal, sino que además el tribunal oral ya ha resuelto la situación del encartado (el ex sacerdote) al haber dictado sentencia”. Picciochi cumple condena por “corrupción de menores calificada” y “reiterada”.

Sebastián Cuattromo, la víctima que activó la causa en la Justicia y logró enjuiciar a su abusador, hasta siguiendo de cerca el cumplimiento del pedido de captura internacional luego de que se fugara del país, dijo a este diario que la resolución fue “contundente y ratificó el excelente juicio oral y público de 2012” en el que Picciochi fue condenado, y aporta a la “jurisprudencia social o colectiva” para desarticular “el prejuicio, la estigmatización, el tabú, el silenciamiento de estas injusticias”.

“Ese juicio, que duró dos meses y en el que declararon ex compañeros míos, docentes, religiosos, directivos, ex directivos, fue una experiencia extraordinaria y demostró que había contundencia probatoria. El lugar común, y es un prejuicio muy arraigado en el Poder Judicial, es que el abuso es muy difícil de probar. Este caso, a más de veinte años de ocurridos los abusos y tras una larga y compleja lucha, demostró lo contrario. El fallo de Casación lo ratifica”, señaló. En la sala de audiencias, a medida que tramitaba el debate, agregó Cuattromo, los testimonios “no sólo permitieron dar por probados los hechos, sino además reconstruir ese clima y el contexto cultural de aquel lugar en el que sucedió, ese contexto autoritario, represivo, violento, donde el abuso de poder era una norma de las relaciones entre adultos y niños”. Por eso, explicó Cuattromo, la ratificación del fallo por parte de la Casación le dio “felicidad”.

El ex sacerdote marianista Picciochi, quien aún era docente en el colegio de Caballito en el año 2000, cuando comenzó la causa penal (ver aparte), había solicitado que la Cámara de Casación declarara prescripta la acción penal de los hechos juzgados: abusos sucedidos en la colonia de vacaciones de la Congregación de los Hermanos Marianistas, en Córdoba, en diciembre de 1989, y en el patio cubierto del colegio ubicado en avenida Rivadavia al 5600 durante el primer semestre de 1990. Porque él y algunos de sus compañeros compartían ese temor, “en tal contexto, se les acercó el imputado (Picciochi) y les dijo que estaban en la mira, que en la colonia los observaría y haría un informe favorable”; luego se sucedieron los abusos. Durante el juicio, Cuattromo explicó que no había podido accionar y pedir ayuda para denunciar en su momento por miedo a ser expulsado.

En el juicio, recordaron los camaristas, Cuattromo “se pronunció sobre el sufrimiento que padeció a consecuencia de los hechos, la carga de culpa y vergüenza que tuvo en su adolescencia al punto de sentirse responsable de lo acontecido, la sensación de que no podía manejar solo el problema y tampoco pedir ayuda en su casa, hasta que le contó a su amigo M. C., luego a otras personas y a fines de 1998 comenzó su terapia”. Luego, él y otra víctima del sacerdote asistieron al Centro de Atención a las Víctimas de Violencia Sexual de la Policía Federal Argentina.

La defensa de Picciochi, recuerda la resolución de la Cámara, retomó esa explicación para argumentar que Cuattromo, al decir eso, demostró que sólo buscó “lograr la condena del imputado e indirectamente vengarse del resto de sus compañeros, que evidentemente lo hacían a un lado, durante la primaria y secundaria, producto de su personalidad y conducta”.

“Pude darme el lujo de que mi historia individual, después de una larga lucha judicial de 14 años y a más de 25 años de los abusos, sirva para contribuir a decir ‘el abuso sexual infantil existe’. La ratificación del fallo significa que ha sido nuevamente dado por probado en sede judicial”, señaló Cuattromo, quien forma parte del colectivo Adultos por los Derechos de la Infancia y fue acompañado por algunos de sus integrantes a Tribunales en la mañana de ayer para conocer la decisión de la Cámara.

“Como militante de esta causa colectiva es que creo que se puede hablar de jurisprudencia social o colectiva”, explicó Cuattromo. “Ante esta injusticia, la lucha es colectiva, social, política, como otras luchas de otros colectivos, como el que lucha por los derechos humanos, el feminista, el de la diversidad cultural. Luchamos contra una cultura dominante. En estos casos ves el arraigo claro de lo que son las concepciones prejuiciosas, estigmatizantes, el tabú, el silenciamiento de esta injusticia.”

Durante el debate oral, como recuerda la resolución de los camaristas, Cuattromo contó que, luego de la terapia, había podido contar a un ex preceptor lo que había sucedido. El abogado organizó en su estudio una reunión con dos sacerdotes directivos del colegio, el “padre Aurelio Alfonso Gil Santiago, anterior superior de la orden de los Hermanos Marianistas, y Luis Augusto Casalá, quien se desempeñaba como directivo de estudios” del colegio, y el propio Picciochi. Allí, el hoy ex sacerdote condenado reconoció haber abusado sexualmente de Cuattromo.

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Sebastián Cuattromo activó la causa en la Justicia y logró enjuiciar a su abusador.
Imagen: Bernardino Avila
 
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