SOCIEDAD › UNA RECORRIDA POR EL BARRIO DONDE SE CAYERON LOS TRES CHICOS

El desastre que es Soldati

Lo que se ve desde lejos está bien: los edificios fueron pintados. Pero el interior muestra un abandono extremo que se come hasta las paredes, hace faltar escalones, ablanda el cemento y desprende el hierro de las paredes.

 Por Carlos Rodríguez

El edificio desde donde cayeron al vacío tres adolescentes –uno falleció, dos están internados muy graves–, no sólo sigue teniendo flojas sus barandas de hierro a lo largo de nueve pisos, sino que hay escalones de cemento que “parecen de goma”. El textual es del reportero gráfico de Página/12, que ayer subió hasta la cima para tomar algunas fotografías. Hay escalones que se hunden y oscilan en forma pendular. En otros lugares, hay que saltar de dos en dos escalones, porque algunos se han desprendido y nunca fueron reemplazados. El panorama es común a todo el Complejo Habitacional Soldati, no sólo al “nudo 10”, escenario de la tragedia. Proyectado en 1972 para albergar a unas 20 mil personas, hoy lo habitan cerca de 70 mil. El predio que ocupa, de 19 hectáreas, tiene varios “pulmones de manzana”, pero una de las plazas en la que ayer jugaban niños, está sobre las tapas de las cloacas. “Muchos no tenemos escrituras porque no hay certificado de final de obra, aunque el barrio comenzó a construirse en 1973; no podemos ejercer derechos como propietarios y dependemos de un gobierno porteño que no nos escucha”.

Página/12 hizo ayer una recorrida por el barrio, en compañía de los vecinos Stella Maris Márquez, Susana Lorenzo, Jacinto González y Elba García. El “nudo 10” está compuesto por cuatro edificios conectados entre sí. Todavía están señalados, la baranda del sexto piso que cedió y provocó la caída de los tres chicos, y el cuadrado cerrado con cintas rojas y blancas donde cayeron los pibes. Hubo problemas para subir al edificio del desastre, que no ha sido clausurado ni cerrado, porque tres gendarmes intentaron que no se tomaran fotografías.

“Todavía está cerrado porque no se hicieron las pericias”, justificó el oficial a cargo, aunque nadie intentó pisar el escenario del hecho. En el mismo momento, dos perros que no parecían ser de la Policía Científica, olfateaban y parecían tener intenciones de llevarse elementos que podrían haber sido arrastrados por los chicos durante la caída.

Desde afuera, el conjunto habitacional se ve radiante, recién pintado de verde, marrón o amarillo, entre noviembre y febrero pasados, con un costo de 49.261.407 pesos pagados por el gobierno porteño. Tres de los pintores contratados por la empresa adjudicataria de la obra le dijeron a este diario que ellos “no vieron tanta guita” porque les pagaban “1500 pesos la quincena”. Cuando uno traspone las puertas de acceso a los “nudos” (el 10 consta de cuatro edificios, dos de nueve pisos y dos de quince), el panorama es desolador. Lo mismo ocurre en el “nudo 11”, también recorrido, y “en todos los departamentos”, aseguraron los vecinos.

En algunos casos, la humedad proviene de un chorro de agua que cae, insistente, por los techos de los pasillos internos “y lo mismo ocurre dentro de las casas”, afirma Silvia, una cordobesa que vive en el “nudo 11” desde fines de los setenta. Las paredes internas, además de despintadas, han perdido la mampostería y muestran la intimidad de los bloques de ladrillo hueco. Las escaleras, de cemento en su forma original, ahora tienen peldaños de acero, tan frágiles e inseguros como las barandas del mismo material; y además, la mezcla de cemento y hierro a la vista le agrega un toque desprolijo, casi grotesco.

Muchos de los edificios estuvieron sin gas desde octubre de 2013 hasta febrero de 2015. El problema surgió porque en los lugares donde se habían construido locales para la instalación de comercios se produjo la llegada de personas expulsadas de distintas villas y asentamientos, que se instalaron allí, en lugares no apropiados para que vivan familias. “Se hicieron conexiones de gas precarias, con mangueras de las que se usan para regar las plantas y se destruyeron las instalaciones originales”, explican los vecinos. Además de la falta de gas, lo que surge es el peligro latente de explosiones o intoxicaciones provocadas por escapes.

Otra de las consecuencias graves para la salud de todos, ocupantes originales y desalojados de otros lugares, es la contaminación del aire, el agua y la tierra, por las emisiones de materia fecal. “Los locales comerciales no tenían instalaciones cloacales, de agua o gas propias de una vivienda familiar, de manera que la caca cae por ahí y moja los pasillos y los espacios de tierra por los que caminamos adultos y niños”, afirma una vecina y muestra los conductos por los que viene cayendo un agua turbia y de color inconfundible, tanto como el olor.

Otro de los problemas tiene que ver con los tanques de agua, que no son limpiados, como corresponde, desde hace años, porque los pedidos al gobierno porteño y a las empresas contratadas nunca son escuchados. El deterioro ha puesto fin al “sistema húmedo”, un tanque adicional, instalado en el sexto piso de los “nudos”, para ser utilizado por los bomberos, en caso de incendio.

“Cada nudo tiene varias entradas y formas de llegar a los sextos pisos, donde estaba el tanque adicional; ahora se instaló la boca de una tubería en las plantas bajas, pero los Bomberos Voluntarios (de Villa Soldati) nos han dicho que si ocurre algo, la potencia del agua de las autobombas sólo llegarían al sexto piso, no más allá”, explicaron los vecinos. Esto significa que se podrían producir gravísimas dificultades, si hay fuego en los pisos superiores. Algunos “nudos” cuentan con extinguidores de incendios; otros “no tienen ni agua si llegara a suceder un incendio”. El panorama, como se ve, paredes adentro, es mucho menos grato que las fachadas multicolores.

El Ministerio Público de Defensa, ante la precariedad manifiesta en la que viven los vecinos del barrio, había impulsado una serie de obras urgentes para enfrentar el problema. Los trabajos que la Comisión Municipal de la Vivienda se había comprometido a realizar, en una fecha hoy inmemorial, eran algunos de los mencionados a continuación:

- Instalación de gas hasta regularizar la totalidad del conjunto habitacionesl.

- Terminar con la humedad ascendente desde los cimientos.

- Cambio de las colectoras de los tanques de agua.

- Reparación de las llaves esclusas, de las fisuras en las columnas de concreto, sellado de juntas y carpinterías, pintura antioxidante en vigas y columnas de hierro, reparación de las escaleras en todos los nudos, habilitación de todos los ascensores, dado que ninguno funciona en ninguno de los edificios de los diferentes “nudos”.

En los nudos 10 y 11, visitados por Página/12, algunos de los ascensores han sido directamente cerrados, tapiados, para evitar accidentes. Otros tienen cerradas sus oxidadas y arrumbadas puertas de metal. Los que habían funcionado hasta hace unos pocos años, fueron clausurados por la Justicia Nacional, luego de la muerte de un infortunado trabajador que intentó reparar una de las máquinas. Una de las empresas que los arreglaban se llevó el motor de uno de los ascensores para saldar una deuda que tenía con ellos el gobierno de Mauricio Macri.

El Complejo Habitacional Soldati, a pesar de lo que parece decir la fachada de la pintura exterior, tiene el aspecto interior de esos edificios que sólo se ven en películas yanquis de terror.

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Imagen: Joaquin Salguero
 
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