SOCIEDAD › EL GOBERNADOR DE RIO NEGRO DIJO ESTAR ENOJADO POR LA DESAPARICION DE UN AGENTE

Una preocupación con 21 días de demora

Tres semanas después de que desapareciera el agente Lucas Muñoz, y cuando ya hay un sargento detenido y altas jerarquías policiales imputadas, el gobernador Alberto Weretilneck reaccionó y dijo estar enojado con las irregularidades del caso.

 Por Horacio Cecchi

Mientras la sombra del oficial de la policía rionegrina desaparecido Lucas Muñoz se esparce sobre sus colegas, la Universidad Nacional de Río Negro se sumó a las voces que reclaman su aparición con vida y reveló que el joven se graduó con uno de los promedios más altos en la Tecnicatura en Seguridad Ciudadana que dicta esa universidad. Un poco lento de reflejos pero con una importante capacidad histriónica, el gobernador rionegrino, Alberto Weretilneck, expresó en público su enojo con sus presuntos subordinados: “Es evidente que hay encubrimiento policial y esto no va a quedar así”, reveló ayer, tres semanas después de que desapareciera Muñoz, que el caso recorriera los medios de todo el país y que su propia policía cuestionada fuera reemplazada por Gendarmería, Prefectura, la PSA y la Federal para investigar el caso.

“Es gravísimo lo que ocurre, un policía desaparece en democracia, con todas las instituciones funcionando, y no se sabe qué pasó”, expresó Weretilneck, en su primera referencia crítica al caso.

Lucas Muñoz desapareció el 14 de julio pasado, cuando se dirigía desde la pensión donde alquiló un cuarto, en la calle Moreno al 500, hacia la comisaría 42ª, sobre la calle Baldini, en el barrio 2 de Abril. En un video de seguridad, según revelaron los investigadores, se lo ve bajar del colectivo (la parada queda a cuatro cuadras de la seccional) y caminar por la calle Juan Herman, ex ruta 258, detenerse a conversar con alguien que se encontraba dentro de un Chevrolet Corsa gris, y luego seguir caminando, celular en mano, hasta que desaparece de la imagen, y de la vista de todos.

Su novia, Daniela Rodio, de Villa Regina, había declarado a los medios locales que Muñoz le había pedido que lo visitara, y ella viajó a verlo pero la mañana del 14 lo notó muy nervioso, discutieron, y él le pidió que ese día no estuviera en la ciudad. Después, él tomó el colectivo que lo dejó en la 258.

El mismo 14, los agentes Luis Irusta y Julián Morales, amigos de Muñoz, llegaron a la pensión y le ordenaron a la encargada que les abriera la puerta del cuarto, aunque no tenían orden de allanamiento. Revisaron y abrieron la computadora de Muñoz y no se sabe qué datos obtuvieron ni qué se llevaron. Ambos fueron imputados por el fiscal Guillermo Lista dentro de la causa abierta por irregularidades en el proceso de búsqueda. También imputó a Manuel Poblete, subjefe de la Unidad Regional III, que dirigió los operativos de supuestos rastrillajes en busca del oficial desaparecido. Poblete tiene su currículum particular, que debería haber preocupado también a Weretilneck. Fue procesado como jefe de la Unidad Penal 3 de Bariloche (Río Negro no tiene servicio penitenciario, y el control de los penales lo realiza la misma policía) por torturas a detenidos. Más que preocupación, el procesamiento de Poblete mereció un premio, ya que fue trasladado primero a la comisaría de El Bolsón (el clásico freezer) para después ascender a la UR III, máxima autoridad policial de la zona.

También fueron imputados Jorge Elizondo, jefe de la comisaría 42ª, y José Jaramillo, subjefe. En la seccional el fiscal se encontró con una evidente adulteración del libro de guardia, del que fueron arrancados siete folios desde el día 14 hasta el 17. También fue imputado David Paz, jefe de Seguridad Vial.

Por otra parte, el sargento Néstor Meyrelles, de la comisaría de Catriel, a unos 600 kilómetros de Bariloche, fue detenido a pedido del fiscal Martín Govetto y por orden del juez Bernardo Campana. A Meyrelles le detectaron la compra de un chip telefónico utilizando el número de DNI de Muñoz. La hipótesis es que la compra del chip estaba dirigida a desviar la búsqueda del oficial desaparecido, posiblemente activando el celular en alguna zona alejada para dar pistas falsas. En su indagatoria, Meyrelles negó conocer al oficial, dijo que por su amistad con los uniformados de la Brigada de Investigaciones, le habían pedido que obtuviera el listado de llamadas desde el celular de Muñoz. Y negó haber comprado un chip a nombre del oficial. Esto, claro, es lo que declaró su abogado, pero a los medios. Resulta por lo menos curioso que la Brigada de Investigaciones de Bariloche solicite apoyo a un uniformado que no pertenece a la misma y que se encuentra a 600 kilómetros del lugar donde se perdió el rastro.

Con todos estos datos dando vueltas en los medios locales, y después de que estallara el caso en los medios nacionales, Weretilneck decidió salir al ruedo para avisar sobre su enojo y preocupación. El gobernador dijo conocer a la policía rionegrina desde que fue intendente de Cipolletti, y que “si le pasa algo a un compañero reaccionan con fuerza, dan vuelta todo para resolver el caso, incluso hasta suelen cometer excesos. Por eso, en el caso de Bariloche llama mucho la atención la pasividad con la que reaccionaron, es muy raro. Habitualmente hubiesen dado vuelta todo hasta encontrarlo”. dijo. Aseguró no tener “ninguna idea de dónde puede estar” Muñoz y destacó que pese al sector sospechoso de encubrimiento y obstrucción, “toda la Policía de Río Negro está trabajando en el asunto y no van a parar hasta encontrarlo, por mucho que quieran desviar la investigación”.

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El oficial Lucas Muñoz, desaparecido desde el 14 de julio pasado. Suponen que supo algo relacionado con drogas o corrupción policial.
 
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