SOCIEDAD

Al caníbal alemán la cena no le salió tan costosa

Armin Meiwes fue condenado ayer a 8 años y medio de prisión y podría quedar en libertad a mediados de 2008. La Justicia consideró que no actuó con alevosía. El fallo generó polémica.

Por José Comas *
Desde Berlín

Armin Meiwes, el caníbal de Rotemburgo, el técnico de computadoras de 42 años que en la madrugada del 10 de marzo de 2001 mató, descuartizó y comió al ingeniero de 43 años Bernd Jürgen Brandes, podría estar en la calle en cuatro años y medio y disfrutar de los derechos de autor que sin duda le reportarán sus memorias y la película sobre su vida. El tribunal de Kassel falló ayer que Meiwes cometió un homicidio –pero sin los factores de gravedad que lo convertirían en un asesinato para la legislación alemana–, y lo condenó a ocho años y medio de prisión. El canibalismo no figura tipificado como delito en el Código Penal alemán.
La excelente conducta de Meiwes en la cárcel hará que le concedan la libertad tras cumplir dos tercios de la pena. Esto, unido al año que lleva preso, hizo que su defensor exclamara al conocer la sentencia: “Ha sido una victoria por puntos para nosotros. A mediados de 2008 estará en la calle”. El fiscal declaró que recurrirá la sentencia ante el tribunal federal.
“Me alegro de que todo haya terminado”, dijo sereno e incluso sonriente Meiwes tras escuchar la sentencia, cuya lectura fue emitida en directo por varios canales de televisión de Alemania. La audiencia fue abierta al público, lo que generó una gran avalancha de curiosos y un amplio despliegue mediático. El juicio fue uno de los más espectaculares de la historia reciente del país.
El juez del proceso, Volver Mütze, tuvo que admitir la complejidad del caso. El canibalismo se mueve en una jurídica tierra de nadie en Alemania. El magistrado consideró que el delito no fue un asesinato, ya que fue un acto realizado de mutuo acuerdo entre dos personas con alteraciones psíquicas. Además, según el juez, Meiwes no mató a su víctima para sentir placer sexual en primer lugar, sino para establecer un vínculo permanente con una persona al comerse su cuerpo. Para la legislación alemana es necesaria la existencia de un factor de gravedad para que un homicidio sea condenado como asesinato.
El fiscal intentó que se condenase al caníbal a prisión perpetua por asesinato, por haber actuado por una motivación rastrera, para satisfacer sus aberraciones sexuales. El defensor planteó su alegato como un homicidio a petición de la víctima, casi un caso de eutanasia.
El ingeniero devorado por Meiwes lo deseaba e incluso juntos intentaron comerse el pene, previa amputación y cocción en la parrilla. La dureza del apéndice viril les hizo quedarse en el intento. En la madrugada Meiwes dio un puntazo a su socio de perversión, a quien había conocido a través de Internet. Tras citarse en la estación de Kassel y dirigirse al caserón de los horrores, donde Meiwes vivía solo tras la muerte de una madre dominante, iniciaron el macabro ritual que grabó en un video de cuatro horas y media que el tribunal examinó con suma atención.
El fiscal argumentó que Meiwes grabó la cinta para utilizarla en sus masturbaciones. El juez no admitió esta tesis y argumentó que la grabación pone de manifiesto que Meiwes no experimentó placer sexual al descuartizar a Brandes. En el video se escucha a Meiwes decir, mientras da el puntazo a la víctima: “Ahora te libero de tus penas”. Después Meiwes procedió a trozar la carne que guardó en el freezer para comerla poco a poco. La policía encontró todavía 10 kilos en porciones. El juez consideró que se encontraron dos mentes trastornadas que dieron rienda suelta a sus perversas fantasías. Los psiquiatras forenses constataron que Meiwes es del todo consciente de sus actos y no sufre trastornos que permitan internarlo en un establecimiento psiquiátrico. Por ese motivo Meiwes pudo ser juzgado y condenado.
Pero la leve condena generó polémica. El catedrático de Derecho Penal y psicólogo alemán Lorenz Boellinger declaró que tendría que haber sido condenado por asesinato y no por homicidio. A su entender en el crimen hay al menos dos factores de gravedad, el móvil sexual y la satisfacción de los bajos instintos. “Pronostico que la Corte Federal dirá que así no puede ser”, señaló el experto de la Universidad de Bremen.
El caso del caníbal de Rotemburgo ha sacado a relucir la existencia de una subcultura del canibalismo en Alemania que se relaciona a través de la red. En el caserón de los horrores de Meiwes, la policía encontró hasta 12.000 correos electrónicos y 1616 bancos de datos con fotos de canibalismo. Meiwes había establecido contacto con otros aficionados a la carne humana que se prestaban para asistirlo en sus trabajos e incluso ser devorados. El caníbal de Rotemburgo presenta el aspecto de señor de buenos modales, vecino perfecto, dispuesto a ayudar, podría ser el yerno ideal. En la cárcel su conducta es intachable, ayuda a otros presos a redactar documentos y ya ha anunciado su intención de escribir libros para evitar que otros sigan su ejemplo.

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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Armin Meiwes (derecha), con su abogado Harald Ermel.
 
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