SOCIEDAD

Un búnker con tecnología de punta contra el cáncer

El Instituto Roffo, dependiente de la UBA, inauguró esta semana un equipo de última generación para el tratamiento de tumores. Es un acelerador lineal, el más moderno del país y el primero en una institución pública.

 Por Pedro Lipcovich

El aparato más avanzado de la Argentina para el tratar el cáncer mediante radiaciones funciona en un hospital público, el Instituto Roffo, dependiente de la UBA. El equipo, llamado acelerador lineal, se inauguró el miércoles y produce rayos tan poderosos que se aplica en un búnker protegido por paredes de cemento de dos metros y medio de espesor. El sistema incluye también un “simulador”, donde se anticipan los problemas que pueden presentarse en el tratamiento, y un sistema de computación que permite optimizar la dosis sin dañar los tejidos sanos. La mitad de los pacientes que atenderá el nuevo aparato son carenciados, y el resto podrá pagar el tratamiento a través de obras sociales. El Roffo viene capeando la crisis y mantiene sus niveles normales de atención, aunque registra fuertes deudas de IOMA y el PAMI. Sin embargo, se anticipa una crisis por el aumento en la proporción de pacientes carenciados, que hace dos años conformaban el 35 por ciento y hoy llegan a la mitad del total.
El acelerador lineal costó 2.500.000 pesos, que fueron aportados por el Ministerio de Salud de la Nación. Pesa 20 toneladas y su instalación requirió disponer una sala con paredes y techos de concreto de 2,5 metros de espesor: para construirla se utilizó tanto cemento como el necesario para una casa de departamentos de 12 pisos. Desde el interior, el paciente se comunica con los profesionales mediante micrófonos y monitores de TV.
El aparato es producto de la última generación en radioterapia. Este método de tratamiento se inició hace cien años con el radium descubierto por Marie Curie, y continuó con la bomba de cobalto radiactivo. El acelerador lineal, en cambio, utiliza corriente eléctrica: “La corriente es acelerada por distintos mecanismos y se la hace chocar contra un blanco que emite un fotón de muy alta energía: éste es el que atacará el tumor”, explicó Berta Roth, directora del área de terapia radiante del Instituto de Oncología Angel H. Roffo.
Pero, antes de que emerja el rayo sanador, hay que haber determinado el punto justo de su ataque. Para eso, el equipo incluye un simulador: a semejanza de los simuladores de vuelo de los aviadores, la sala de simulación, en la que se ubica al paciente, aparenta ser la de tratamiento pero no lo es: sirve para que los profesionales determinen en qué posición precisa deberá ubicarse la persona para recibir la radiación. La aplicación durará sólo instantes pero deberá repetirse todos los días durante un mes, exactamente en la misma posición. El aparato tiene también un sistema computarizado que reconstruye una imagen del tumor en tres dimensiones, lo cual permite establecer la mayor dosis posible de radiación, desde distintos flancos, preservando al máximo los tejidos sanos.
Roberto Pradier, director del Instituto Roffo, destacó que éste “es el primer acelerador lineal que opera en una institución pública argentina y, de los ya existentes en otras instituciones, es el más moderno y sofisticado”. La doctora Roth observó que “los que funcionan en institutos privados tienen varios años y ofrecen menos funciones”. La parte principal del equipo fue fabricada en Estados Unidos y otros elementos vinieron de Alemania, Francia y Canadá.
En el Roffo hay 120 pacientes en tratamiento con radioterapia. Se prevé que la demanda va a aumentar gracias al acelerador lineal pero “tenemos posibilidades de extender el horario de atención, ya que estas máquinas están en condiciones de funcionar las 24 horas”, anticipó Pradier.
El titular del Roffo precisó que “el aparato fue provisto por el Ministerio de Salud, y la obra civil de instalación, que costó 250.000 dólares, pudo hacerse gracias a una donación de la Fundación Bradin”. El mantenimiento del equipo “requiere unos 10.000 dólares mensuales”, pero el director confía en que las cuentas cierren. “El hospital recibe de la Universidad un presupuesto de sólo 6 millones, con el que se paga el 80 por ciento de los salarios; el resto se genera por autogestión”, señaló el director y destacó que, pese a la crisis, “el hospital está funcionandonormalmente: la cantidad de intervenciones en los últimos tres meses es algo superior a la de los mismos meses del año pasado”.
Sin embargo, “el PAMI está debiendo un millón de pesos, y el IOMA (obra social de los empleados públicos bonaerenses) adeuda 600.000”. El mayor problema se anuncia a futuro, ya que “la estadística de pacientes carenciados tiende a ir en aumento: hace dos años, eran el 35 por ciento, hoy ya son la mitad y en el futuro serán más. ¿O alguien imagina que podría ser de otra manera?”, pronostica el director del Instituto Roffo.

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Para instalar el equipo hubo que construir una sala con paredes y techos de 2,5 metros de espesor.
 
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