SOCIEDAD › ADVERTENCIA DE GENOUD A LOS POLICIAS ACUSADOS DE EJECUTAR A MENORES

“No hay lugar para los que creen que el arma es su tercer huevo”

“A los culpables les vamos a cortar la cabeza.” El ministro de Seguridad bonaerense responde así a la pregunta de qué hará en el caso de los policías sospechados de ejecutar a menores en la zona Norte. Entrevista exclusiva sobre el escuadrón de la muerte.

El ministro de Seguridad bonaerense, el hombre que debutó con un escuadrón de la muerte en actividad en la zona Norte del conurbano, es de pocas pulgas. El genio corto, aunque matizado de un buen humor a prueba de balas, lo hace enojarse con el periodista de Página/12 por las repreguntas: “¡¿Qué es esto, una entrevista o una indagatoria?!”, dispara Luis Genoud en el medio de la entrevista, después de una serie de respuestas más o menos diplomáticas sobre la supuesta eliminación sistemática de menores por las que están sospechados 15 policías bonaerenses. “Sólo buscaba una opinión clara”, se le argumenta. “¿Una opinión? ¡A los culpables les vamos a cortar la cabeza! Yo no asumí para bancar la cabronada de nadie.” Genoud recibió en exclusiva a este diario “porque reconocemos y seguimos sus investigaciones” sobre la zaga de presuntos fusilamientos de chicos ladrones. Y como corolario lanzó la idea que sintetizaría la voluntad de su administración: “En esta policía no hay lugar para los que creen que el arma es el tercer huevo que llevan”.
La entrevista comenzó con la orden de preparar el mate y algunas chanzas fuera de micrófono en su despacho de muebles antiguos. No quiso sentarse en el sillón de ministro. Prefirió una mesa de trabajo a un costado del salón con lo cual la distancia entre las partes se pareció más la de cualquier mesa de café. A su lado sentó al hombre encargado de Asuntos Internos, a quien hizo hablar cada vez que fue necesario aclarar que la Policía Bonaerense “no puede ir más adelante que las investigaciones judiciales”. De ese informe surgió que los sospechosos de los presuntos fusilamientos fueron pasados a “disponibilidad preventiva”, un estado que implica la prohibición de trabajar como policías o vigiladores privados, cobrando la mitad del sueldo hasta que la Justicia decida en un juicio oral si son culpables o no de los homicidios que se les imputan.
–¿Cómo fue el período en que fue policía?
–Fue muy corto, desde el 67 y hasta mediados del 70 como oficial en Avellaneda. Después me recibí de abogado y comencé con la militancia con el regreso de Perón. Tenía una jerarquía menor y eran tareas administrativas. Además trabajé y milité donde siempre viví. No cambié de casa, de familia, no cambié de mujer, no cambié de nada.
–De ideas imagino que sí.
–Las vamos aggiornando, pero siempre dentro de lo que es el modo de vivir del justicialista, porque ser justicialista es un modo de vivir.
–¿Cómo era entonces una patrulla de calle en las comisarías? Muchos de los sospechosos de fusilar a menores eran de un servicio de calle.
–No tenían la importancia que tienen ahora. El nivel de la delincuencia no era el de ahora. Y existían las Brigadas de Investigaciones con grupos operativos. La tarea de la comisaría era preventiva, administrativa, con un grupo de calle de dos personas, a lo sumo tres.
–¿Como se mide el valor de un grupo de calle en términos de poder en zonas de mayor conflictividad como Don Torcuato?
–Quién integra el grupo es una decisión de cada comisario. No hay una jerarquía en el servicio de calle. El oficial elegido convoca a algunos suboficiales, pero el funcionamiento es decisión del comisario.
–Lo que quiero saber es por qué una patrulla de calle puede llegar a funcionar como una patota y sus hombres estar sospechados de una eliminación sistemática en combinación con negocios de seguridad privada.
–Debe ser por falta de control, porque como decía Perón, todos somos buenos, pero si nos vigilamos vamos a ser mejores. A esa regla no escapa nadie, ni siquiera el periodismo.
–¿Ahora es posible ese control?
–Es posible, porque partamos de la base que lo de Torcuato, el tema de la investigación periodística de ustedes, es un hecho lamentable, deleznable, pero afortunadamente un hecho aislado. Es más: único. Deducir que todos (los policías) son así es un error.
–El informe de la Procuración General de la Corte señala a un grupo de 15 policías sospechados de siete crímenes que estarían relacionados con la limpieza social o al negocio de la seguridad privada.
–Ya pedimos informes, pero tengo que decir que si hay algo objetivo en esto es que tenemos dos meses de gestión. Desde lo subjetivo nosotros sabemos que a los que tienen ese tipo de conducta no pretendemos darles acá –se señala la panza con la mano–, sino en la línea de flotación.
–¿Línea de flotación?
–La línea de flotación de los barcos, donde se apunta para hundirlos.
–¿Se sabe qué pasa cuando alguien que se supone que integra una patota pasa a disponibilidad?
–¿Tu pregunta apunta a si hay un patronato de liberados policial? (ríe)
–Diría un control, si se sabe qué están haciendo los muchachos.
–Si los muchachos fueron separados por un delito, es obligación de toda la policía mirarlos por el rabo del ojo. Depende del sentido común de cada responsable. No hay un seguimiento expreso.
–Pero el sentido común diría que el comisario de Don Torcuato tendría que armar un buen grupo de calle, sin torturas ni ajusticiamiento.
–Claro, pero el sentido común también indica que hay carencias que alguno puede tener. No es que todos van a delinquir.
–Ahora el Gobierno lanzó un plan contra la tortura, ¿cuál es el rol del Ministerio de Seguridad en el plan?
–El que se le asigne. Pero el gobernador habló de la tortura como algo residual. Hay que tener mucho cuidado en decir que la tortura se ha institucionalizado. La tortura es un delito tipificado en el Código Penal como el robo, el hurto, la violación. Está en nosotros si se denuncia ponerlo en manos de los fiscales, que deben investigar.
–Pero es la primera vez que la tortura se reconoce desde el Estado.
–Pero no es general. ¿Que ha habido casos? Sí, y están presos.
–¿Por apremios ilegales? ¿Cuántos casos tienen condena?
–Son pocos.
–Una de las cuestiones más preocupantes que dijo el procurador (Eduardo De la Cruz) es que se crea inseguridad para vender seguridad.
–Si bien es cierto que habrá que esperar que la Justicia resuelva, también es cierto que no es descabellado. Puede tener lógica dentro del esquema del procurador.
–¿En el suyo no?
–¡¿Pero qué es esto, una indagatoria?! –dice fastidiado.
–No, no es una indagatoria.
–Que quede claro que yo no vengo a bancar a la policía. De la policía se pueden decir muchas cosas, pero a mí me pueden pasar al revés y al derecho y yo no voy a bancar la tortura.
–Sólo buscaba una opinión clara.
–¿Opinión? ¡Que a los culpables les vamos a cortar la cabeza! Así de clarito. Yo no vengo a bancar ninguna cabronada de nadie. Lo que dijo el procurador se lo respeto porque es un hombre serio. Me preocupa, y quiero que me dé más información, porque si esto ocurre es porque existe (en el ministerio) una Dirección de Agencias Privadas que no ha controlado nada. –Cuando asumió usted ya conocía ese descontrol.
–Acá mi compromiso es con la gente. Y no tengo negocios con nadie, ni condescendencia con ningún tipo. Si hay negocio, nadie mejor que yo, como ex legislador, sabe las presiones que tuvimos cuando votamos la Ley de Seguridad privada. Y sé que la ley que hace tres años se votó y que todavía no está reglamentada. Yo me propongo reglamentarla (ver recuadro).
–¿Cómo se modifica una situación así?
–En lo coyuntural se puede modificar con la presión de Asuntos Internos, pero en lo estructural es en la Escuela Vucetich. Habría que incorporar materias. Yo quisiera que (el secretario de Derechos Humanos Jorge) Taiana enseñara en la Vucetich, que por lo menos dé unas clases magistrales cada tanto. Porque la policía se muere en la calle y estossinvergüenzas no honran al policía que se dejó matar. No le podemos pedir a la sociedad que se conmueva con un policía muerto cuando son los mismos policías los que están en estas cosas. Entonces el “mientras tanto” se ataca con control y el futuro con formación. Porque imagine, yo dentro de poquito quizás soy un ciudadano más y nadie está libre de que un tipo lo someta a un mal trato por las dudas, porque no le gustó mi cara.
–Pero entonces el único que puede zafar es el ministro de Seguridad. Me deja muy tranquilo.
–Y bueno (se ríe con una mueca en la que reconoce el lapsus), a la semana que dejé de ser policía fui preso. Me agarraron a las picadas. Me cargaron en un patrullero y me llevaron a la caminera, sin privilegios. Pero, bueno, volviendo a lo nuestro, ahora el tema es que el presente es control, sanción, persecución del mal policía.
–Justamente esta semana uno de los sospechosos por los fusilamientos, el policía Hugo “Beto” Cáceres, apareció en TV promocionando su fiereza con los ladrones y acusando a los jefes policiales de “cagones”.
–Es una persona en conflicto con la ley penal ante la Justicia. Pero voy a ser muy gráfico: aspiro a la eficiencia. Queremos policías prudentes, honestos, firmes, equilibrados y profesionales. En esta policía no hay lugar para los que creen que el arma es el tercer huevo que llevan. Acá se terminó el patrón de la vereda.
–¿Usted quiere decir que se terminaron los “poronga”, los capos?
–Bueno, diría que los que usan esa palabra son los delincuentes (dice, y vuelve a reír de costado, usando el humor a prueba de balas para silbar bajo y ya terminar con las declaraciones en caliente).

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Luis Genoud fue policía y senador. Ahora es ministro de Seguridad, en tiempos de escuadrones de la muerte.
 
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