SOCIEDAD › INEDITA EXPERIENCIA ENTRE CARTONEROS Y VECINOS

Separando residuos en Palermo

María Julia empuja su carro entre baches y baldosas rebeldes. “Ya lo adiestré”, se jacta. Sucede que el móvil, todavía vacío de botellas y cartones, es una adquisición reciente de El Ceibo, una cooperativa de recuperadores urbanos que está preparándose para darle un amplio uso a quince carros nuevos, comprados especialmente para el lanzamiento del programa Basura Cero en Palermo. Los cartoneros esperan llegar a trescientos hogares con una propuesta para los vecinos: invitarlos a colaborar separando la basura orgánica de la inorgánica para terminar, a largo plazo, con los rellenos sanitarios y generar, al mismo tiempo, condiciones de trabajo más dignas para los recuperadores. La iniciativa cuenta con el apoyo de Greenpeace.
Desde hace algunos meses, varios miembros de la cooperativa se encargaron de visitar a los vecinos puerta a puerta. Les contaron quiénes eran y los invitaron a sumarse con el cambio de hábitos que implica separar la basura desde su origen. También hubo una capacitación breve en cuestiones de higiene: por ejemplo, se les pidió entregar los envases limpios, para evitar que los restos de comida fermentasen. La respuesta de los vecinos fue “mayormente buena”, evalúa Vanina, una de las jóvenes encargadas de promover el compromiso vecinal. Aunque aclara que hubo excepciones, como un portero que se ofreció a separar los materiales siempre que hubiera comisión y finalmente se negó con un “lo lamento”. La respuesta de los jóvenes fue tajante: “Estamos tratando de que no lo lamente”.
La propuesta se desarrolla en las manzanas comprendidas entre las calles Julián Alvarez, Santa Fe, Godoy Cruz y Córdoba. Los recuperadores salen a hacer su trabajo de a dos, con uniformes, pecheras y credenciales. Tienen un rumbo fijo, porque cada vecino que decide sumar su apoyo acuerda con ellos en qué horarios pueden pasar los lunes, jueves o sábados, días de recolección. Hasta ahora, el recorrido se hace totalmente a pie, lo que implica largas caminatas en búsqueda de latas, cartón y vidrios. Pero en los próximos días tendrán un camión que les permitirá trabajar en un sistema “de postas, para que cada uno no camine más de cuatro cuadras”, detalla Emilio Spataro, miembro de Greenpeace. Todos los materiales van a parar al centro de acopio de la cooperativa, ubicado en Retiro.
Más allá de la protección ambiental que implica no enterrar la basura, en El Ceibo destacan que el proyecto responde a la necesidad de “dignificar la tarea”, subraya Cristina Lescano, presidenta de la cooperativa. Es que los recuperadores trabajan durante el día y al no estar obligados a revolver la basura, disminuyen los riesgos de lastimarse. Además, se va construyendo un vínculo con los vecinos, que hace unos tres años se resistían a abrir la puerta “por la inseguridad” y ahora los ven a diario con su uniforme “lila transformación y naranja servicio”, se ufana Alejandro, quien se preocupa por aclarar que no competirán con otros recuperadores de la zona.
Los recuperadores de la cooperativa en Palermo son unos 40. María Julia, de 54 años, es una de las mujeres –en El Ceibo ellas son la mayoría– que va con su lista en la mano, atenta a los horarios de cada vecino. “Nosotros queremos generar nuestro empleo. A mi edad no puedo estar con el sobresalto de si mañana voy a tener un lugar para dormir.”
Informe: Daniela Bordón.

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