SOCIEDAD › DEBATE SOBRE LA ASPIRINA PARA PREVENCION CARDIACA

El corazón de la polémica

Un estudio mostró que en mujeres sanas la aspirina no tiene efectos para prevenir el primer ataque cardíaco. Entidades médicas la desestiman en personas sin antecedentes ni riesgos.

 Por Pedro Lipcovich

Un estudio efectuado sobre casi 40.000 mujeres a lo largo de diez años desestimó la noción de que la aspirina, en bajas dosis, tenga efectos en la prevención de ataques cardíacos en personas sanas de sexo femenino. La investigación –publicada en una prestigiosa revista médica– se agrega al debate sobre si la centenaria droga debe utilizarse o no para prevenir problemas cardiovasculares en personas sin antecedentes de este tipo de enfermedades. Tres importantes entidades médicas –entre ellas, la Asociación Norteamericana del Corazón– coinciden hoy en que “la aspirina no debe indicarse en forma generalizada a las personas sanas para prevenir un primer ataque cardíaco”, según destaca una reciente actualización bibliográfica. Sólo deberían tomarla las personas que –por padecer diabetes, obesidad u otros factores– tienen un riesgo aumentado de enfermedad cardíaca. Esta restricción obedece a que, aun en bajas dosis, la aspirina puede presentar efectos adversos en el aparato digestivo, especialmente úlceras sangrantes. Lo que, en cambio, está fuera de discusión es que la aspirina en bajas dosis previene problemas cardiovasculares en personas que ya tienen antecedentes de enfermedades cardíacas. Volviendo al estudio efectuado sobre aquella población exclusivamente femenina, vino a revelar también cómo los fármacos pueden afectar en forma diferente a hombres y mujeres: para ellas, la aspirina mostró cierta efectividad en la prevención del accidente cerebrovascular, pero no en la del infarto; justo al revés que en los hombres.
La investigación sobre las mujeres fue publicada en The New England Journal of Medicine y efectuada por Charles Hennekens y otros integrantes de la Escuela de Medicina de las universidades de Harvard, Miami y diversas instituciones. El vasto ensayo clínico seleccionó 39.876 mujeres en buen estado de salud, de 45 años o más de edad. Aproximadamente la mitad de ellas recibieron diariamente una dosis baja de aspirina (100 miligramos), y la otra mitad recibió un placebo, a lo largo de diez años.
“En comparación con el placebo, la aspirina no tuvo efectos significantes sobre el riesgo de infartos de miocardio, fatales o no.” En cambio, “en el grupo que tomó aspirina hubo una reducción del 17 por ciento en el riesgo de accidente cerebrovascular (ACV)”. Además, “el sangrado intestinal con requerimiento de transfusión sanguínea fue un 40 por ciento mayor en el grupo que ingirió aspirina, con relación al que recibió placebo”.
Analizado el subgrupo formado por las mujeres mayores de 65 años, resultó que, en este caso sí, “la aspirina disminuyó el riesgo de eventos cardiovasculares mayores, infartos de miocardio y ACV”.
En realidad, en el caso del ACV, es importante diferenciar entre dos tipos muy diferentes: uno de ellos se produce cuando un coágulo llega a obturar una arteria que irriga el cerebro, y en este caso la aspirina puede ser eficaz; muy distinto es el caso del ACV hemorrágico, causado por la rotura de una arteria, donde la aspirina puede ser perjudicial.
Es que los efectos preventivos de la aspirina sobre los problemas cardíacos se deben a sus propiedades anticoagulantes: éstas, así como ayudan a prevenir que los vasos sanguíneos se obstruyan, pueden contribuir a causar hemorragias.
Una revisión bibliográfica efectuada por Charles Hennekens destaca que “tres pronunciamientos de entidades médicas (el de la American Hearth Association, el Consenso de la Conferencia sobre Terapia Antitrombótica y la Fuerza de Tareas de Servicios Preventivos) concluyeron que la aspirina no debe ser universalmente recomendada para toda la población saludable a fin de prevenir un primer ataque cardíaco”. Los profesionales “sólo deberían recomendar dosis diarias de aspirina para personas en quienes los beneficios cardiovasculares superaran a los riesgos, lo cual concierne a aquellos en quienes el riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca en los próximos años supere el 6 o el 10 por ciento”. La medida del riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca depende de un cálculo de factores denominado “índice de Framingham”, donde intervienen la edad, la presencia o no de diabetes, la condición de fumador y los valores de colesterol y presión arterial.
Para los que no tengan ese riesgo aumentado, pesan más los efectos colaterales de la aspirina: “Trastornos gastrointestinales significativos afectan aproximadamente al cuatro por ciento de las personas que toman una baja dosis de aspirina regularmente”, según la revisión efectuada por Hennekens. “El riesgo de úlceras, particularmente sangrantes, se incrementa en personas mayores de 60 o que consumen dosis más altas de aspirina.” Además, “tomar aspirina junto con otro antiinflamatorio no esteroide, como el ibuprofeno, incrementa el riesgo de trastornos gastrointestinales”.

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Sólo deberían tomarla las personas con un riesgo aumentado de padecer la enfermedad cardíaca.
 
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