SOCIEDAD › ESTABA BORRACHO UN POLICIA ACUSADO DE MATAR A UN CHICO

Gatillo fácil con aliento etílico

Un jefe confirmó el estado de uno de los dos policías acusados en Budge. El boliche donde había concurrido la víctima fue saqueado.

Petrus, Disco Bar Cachaquero, ardió, de manera previsible, ayer al mediodía, tras un saqueo que pareció una noticia vieja, cuando las cámaras de la mayoría de los canales lo transmitieron en directo. Mientras el jefe del distrito de Lomas de Zamora, inspector Roberto Castronuovo, confirmaba que uno de los policías detenido por el crimen de Gabriel Arévalo, de 19 años, tenía un “fuerte aliento etílico y dificultad verborrágica”, uno de los chicos que fue perseguido el sábado contó que “los policías disparaban al voleo”. Los dos agentes se negaron ayer a declarar ante el fiscal de Lomas de Zamora, Juan José Vaello. Fuentes judiciales confirmaron que se esperan las pericias balísticas sobre sus armas reglamentarias para que sobre ellos sea seguro el procesamiento.

“Yo estaba atendiendo y de golpe veo que se empieza a juntar gente enfrente. Me quedé mirando un rato hasta que se armó el despelote”, relata Miguel, empleado de una distribuidora de alimentos, ubicada frente a la disco, en pleno centro comercial de Ingeniero Budge. Los testigos del saqueo, la policía y el propio dueño del boliche, Leonardo Núñez, coincidieron ante Página/12 en que los pibes que actuaron ayer ante la prensa y los móviles nada tenían que ver con la familia Arévalo. A Núñez le avisaron que “había gente que quería abrir el boliche”. Cuando llegó a su local, en la avenida Olimpo al 2700, “con un grupo de jóvenes violentos que no estaban en sus cabales”. El grupo, en el que muchos de los chicos tenían menos de 18 años, unió fuerzas y logró levantar las persianas rojas del local, hasta que alcanzaron a pasar.

La escena recordó la ocurrida hace más de un año, cuando en junio de 2004 una multitud incendió y saqueó la bailanta de Isidro Casanova Invasión Tropical. En aquella oportunidad los manifestantes acusaban a la policía de asesinar al joven Diego Lucena, aunque luego la fiscalía dijo no haber reunido pruebas para demostrar esa hipótesis inicial. “Sufrí pérdidas por 50 mil pesos, y por más que tenga seguro, así no puedo seguir, porque era mi único medio de vida y por esta situación me siento shockeado”, se lamentaba ayer a la tarde ante la puerta de la disco. “Los que saquearon son muy conocidos por los vecinos de la zona, no es gente que vino a reclamar justicia, sino que incita a la violencia. Fue un acto de vandalismo”, dijo.

Miguel, el vecino, le contó a Página/12 que “los que afanaron son todos de la zona, de acá al fondo. Algunos gritaban ‘no, no afanen loco’, pero en dos minutos levantaron la cortina y se empezaron a meter. Se llevaban cualquier cosa. Yo cerré la reja del local y me quedé adentro hasta que pasara todo”. Otro de los vecinos le dijo a este diario que “en este boliche siempre se agarran a piñas los pibes”. “Acá te cagan a palos –contó–. Siempre hay problemas porque los patovicas los cagan a piñas adentro y después los tiran en la calle y que se arreglen.” Otros vecinos, con temor a hablar, coincidieron en que las escenas de violencia no eran nuevas frente a Petrus.

¿Pero cómo fue que en este caso el asunto terminó con una víctima fatal?

Ayer fue el jefe Castronuovo el que intentó explicar los hechos. Los dos policías, el subteniente Ricardo Félix Luciani y el teniente Claudio Daniel Pereira, no tenían por qué estar en el patrullero en la zona de Petrus. Según la explicación del jefe, se les había pinchado un neumático y buscaban una gomería. Pero en la puerta de la disco vieron una pelea. Cuando intentaron intervenir, los protagonistas de la trifulca les habrían tirado piedras, para luego escapar. Entonces la pareja de bonaerenses, uno de ellos tan borracho que un testigo dijo ayer que “se caía”, los corrieron en el patrullero a lo largo de tres cuadras y dispararon “al voleo”. Fue así que una bala calibre 9 milímetros dio en la espalda de Gabriel Arévalo, de quien los vecinos ayer decían: “El pibe que mataron era buena persona, laburador, un albañil muy trabajador. Es de Villa Albertina, y el sábado, decían sus familiares, fue la primera vez que vino acá”, le contó a Página/12 uno de los empleados de la carnicería frente a la disco. “Siempre hay piñas los fines de semana, es algo común”, dijo. Sobre la posible participación en el hecho del personalidad de seguridad de Petrus, el dueño del boliche y la policía señalaron que no fueron parte del conflicto. “Ninguno de los testimonios recogidos habla de que personal de seguridad del local estuviera armado ni hubiese participado tampoco en el hecho –aclaró ayer Castronuovo–. Ya han prestado declaración en sede policial y también lo van a hacer en sede judicial.” Mientras tanto, la División Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense separó de sus puestos a los ahora detenidos, que prestaba servicio en la Comisaría de Villa Centenario.

Esa seccional fue conocida por un caso de torturas que les significó, en octubre de 2001, la detención a ocho policías acusados de picanear a Javier Villanueva, de 24 años. En aquel caso el fiscal Oscar Acevedo encontró en la comisaría el cable con el que le habían aplicado corriente eléctrica al detenido. Ayer el jefe Castronuovo confirmó que cerca del local bailable hallaron “una vaina servida calibre nueve milímetros, que es el utilizado por la policía y, a tres cuadras del lugar, en la calle Tucumán, también se encontró otra” de ese calibre, aseguró.

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Al mediodía hubo una protesta por el crimen de Gabriel Arévalo, el joven asesinado en Budge.
 
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