SOCIEDAD › OPINION

El suicidio y la prensa

 Por Raúl Kollmann

Nicolás Pachelo le cargó ayer a la prensa alguna responsabilidad por el suicidio de su madre. Adujo que el periodismo se hizo eco de acusaciones vertidas por la familia García Belsunce y que eso terminó por deprimir aún más a Silvia Ryan.
Durante los últimos meses, Página/12 ha señalado los serios indicios que existen contra Pachelo y que no surgen de ninguna fantasía sino del expediente judicial. Al punto de que el viernes último el juez Diego Barroetaveña insistió en que se debe investigar la hipótesis de que el crimen haya sido obra de una banda de vigiladores y el vecino Pachelo que, según indican los antecedentes, robaban los domingos, o sea el día en que no había personal doméstico en las casas. Según esa hipótesis, María Marta interrumpió su partido de tenis por la lluvia, llegó a su casa antes de lo previsto, se encontró con los ladrones y la mataron.
La dramática muerte de Silvia Ryan no borra un hecho que aparece como evidente: la coartada de Nicolás Pachelo no cierra. Y para colmo, él ubicó a su madre como sostén de una mentira ya que dijo que a la hora en que mataron a María Marta –entre las 18.30 y las 19– él estaba en camino a verse con su madre.
El informe de la empresa Movicom es categórico:
- A las 19 horas y diez segundos, Pachelo llamó a su madre. La comunicación se cursó por la célula 394 que corresponde a Pilar. O sea que estaba en Pilar, no en Buenos Aires con su mamá.
- A las 19.32 y 45 segundos, Pachelo recibe una llamada de su suegro al celular. Se activa otra vez la antena 394 de Pilar. Pachelo seguía en Pilar.
- A las 20.09 levanta los mensajes recibidos. La llamada entra por la célula 448 en Belgrano, ya en la Capital. Se ve que a esa hora recién venía para el barrio de Retiro, donde vivía su madre.
El argumento de Pachelo es que estuvo con Silvia Ryan y que juntos fueron a comprarle un par de guantes para uno de sus hijos. La compra se hizo con la tarjeta Visa de Ryan a las 19.40, o sea que sólo un milagro puede explicar que haya estado a las 19.32 en Pilar y en ocho minutos pasó por la casa de su madre en Retiro, ella se subió al auto, fueron al shopping Paseo Alcorta, entraron al Mundo del Juguete, eligieron los guantes y pagaron. Todo indica que la coartada es falsa.
Hay serios antecedentes y sólidas pruebas de que Pachelo participó en robos en el country –de palos de golf, una computadora, un perro– y a ello se agregan las mentiras de la coartada. Nada de eso lo convierte en el asesino. Por ahí mintió por temor y no tuvo nada que ver. Pero es indudable que las evidencias ameritan que, de una vez por todas, se lo investigue en serio. Y eso no es un invento de la prensa, sino que surge de la conducta de Pachelo y aparece nítidamente en la causa judicial.

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