SOCIEDAD › ENFERMEDADES EMERGENTES

Las causas

 Por Pedro Lipcovich

Pero, ¿por qué las enfermedades emergentes? ¿Por qué cada vez otras nuevas, cada vez más, a contramano de los avances de la medicina? El infectólogo argentino Marcelo Blumenfeld, experto en el tema, brindó a este diario una enumeración detallada de las causas, que resulta ser al mismo tiempo una caracterización de la actual sociedad globalizada. Habló del aumento de la población humana, que invade áreas donde residen miles de especies de gérmenes patógenos. Habló del uso irracional de los antibióticos, que propicia cepas resistentes. Habló de las fallas sanitarias que permitieron reemerger el cólera y el dengue. Habló del aumento de personas con defensas bajas, porque padecen VIH/sida o recibieron órganos trasplantados o están en tratamiento por cáncer. Habló del traslado internacional de alimentos contaminados, habló del uso irresponsable de animales silvestres como mascotas. Y habló, muy seriamente, de los peligros del bioterrorismo.

“Se sabe que hay unas 1400 especies de bacterias, virus, hongos, amebas, que pueden provocar enfermedades infecciosas, y se admite que esto es la punta del iceberg: en el mejor de los casos, sólo conocemos un quinto de las especies patógenas, y podrían ser todavía muchas más. De todas estas enfermedades, el 60 por ciento son zoonosis, que se transmiten de los animales al hombre, pero los gérmenes pueden estar en el medio ambiente, por ejemplo en el agua”, explicó Blumenfeld, ex coordinador y actual integrante de la comisión de enfermedades emergentes de la Sociedad Argentina de Infectología.

–¿Por qué el crecimiento de las enfermedades emergentes?

–El término “enfermedades emergentes” se acuñó en la década de 1980. Abarca las enfermedades nuevas y también las reemergentes que, como el dengue, han vuelto a surgir o aumentaron su incidencia. Es cierto que en los últimos años aparecieron muchas enfermedades nuevas, y las causas son múltiples. Uno de los factores fundamentales es el crecimiento de la población mundial, que se duplicó en los últimos 40 años, y ya desde 2011 supera los 7 mil millones de personas. Esto hace que se invadan áreas silvestres, donde hay gérmenes que hasta ese momento no habían entrado en contacto con la humanidad. Otro punto es la movilidad de la población, que también muestra un crecimiento exponencial: migraciones, guerras, desastres o simplemente viajes. Cada año viajan en avión más de 2300 millones de personas. Entonces, una enfermedad que antes se limitaba a una pequeña zona puede convertirse hoy, de un día para otro, en un problema mundial.

–¿Qué otros factores contribuyen a esta expansión de patologías?

–El uso irracional de los antibióticos hace aumentar la resistencia de los gérmenes. Hace treinta años, para la mayoría de las bacterias se sabía que determinado antibiótico era efectivo, no hacía falta hacer pruebas de laboratorio, pero eso se perdió: prácticamente en todas las bacterias hay variedades resistentes, no sólo en el medio hospitalario, donde es tradicional que puedan aparecer, sino también en la calle, en las bacterias que uno puede adquirir en ámbitos cotidianos.

–¿Hay otras causas todavía?

–Sí, fallas en las acciones sanitarias. Así sucedió con la reemergencia del dengue en América: prácticamente se había eliminado, mediante campañas de erradicación, el mosquito que lo transmite. A partir de la década de 1970, las campañas cesan, empieza la repoblación de mosquitos y se vuelve a la situación previa. Otra enfermedad vinculada con la infraestructura sanitaria es el cólera, que reapareció en la década de 1990 y, otra vez, en Haití, después del terremoto de 2010. En cambio, donde hay buenos sistemas de agua corriente y de aguas servidas esa transmisión se corta.

–¿Alguna otra razón?

–Cada vez más tenemos pacientes inmunosuprimidos, que viven con sus defensas disminuidas. Esto obedece, por una parte, a avances de la medicina: antes no existían los trasplantes de órganos, y los pacientes trasplantados están más expuestos a enfermedades, porque reciben drogas inmunosupresoras para evitar el rechazo del órgano recibido. También están inmunosuprimidas personas bajo tratamiento contra el cáncer. Y, desde luego, el VIH/sida es una causa enorme de inmunosupresión.

–¿Hay más causas para la multiplicación de enfermedades emergentes?

–Sí, una es el traslado de alimentos preparados de uno a otro lugar del mundo, que produjo brotes de infecciones intestinales. En Estados Unidos, la infección por la bacteria salmonella, por ejemplo en alimento para perros, se transmitió a distintos estados e incluso a otros países. También incide el traslado y uso de animales raros como mascotas. A Estados Unidos se importaron ratas de Gambia, que son enormes, horrorosas, pero hay quien las quiere en su casa: en un lugar de venta clandestina se pusieron en contacto con ardillas de la fauna autóctona norteamericana, que también se usan como mascotas, aunque está prohibido. El hecho es que alguna rata tenía viruela del mono, y las ardillas la transmitieron a seres humanos. Hubo momentos de enorme preocupación, porque creyeron que podía ser viruela humana, pensaron en el bioterrorismo...

–Finalmente, el bioterrorismo...

–Es algo de lo que hoy se habla poco, pero siempre es una amenaza. De los agentes que se podrían usar en bioterrorismo, el primero es la viruela: ya ha sido erradicada y se previó destruir el virus, pero cuando se desmembró la Unión Soviética, se cree que quedaron muestras y nadie sabe adónde fueron a parar. Un ataque con viruela podría causar millones de muertos, ya que desde hace muchos años la gente no está vacunada. Hoy, el personal de las fuerzas armadas de Estados Unidos se vacuna contra la viruela. Y hay otros posibles agentes, empezando por el ántrax, que llegaron a usarse en Estados Unidos. En fin, a fines de la década de 1960 se creía que las enfermedades infecciosas iban a desaparecer, pero siguen muriendo 15 millones de personas por año; son la segunda causa de muerte en el mundo, después de las enfermedades cardiovasculares.

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