SOCIEDAD › VIOLENCIA PSICOLOGICA EN RELACIONES DE PAREJA

Amor, celos y deseo de poder

“Para las y los adolescentes, los celos son una expresión de amor. Encontré una resistencia muy fuerte a quebrar esa creencia propia del amor romántico. Las chicas piensan que, si las controlan, las están cuidando. En realidad, los celos se relacionan con el deseo de poder y la propiedad”, señaló a Página/12 la trabajadora social Romina Gil Lazzati, de la Universidad Nacional de Córdoba. Gil Lazzati hizo el año pasado una investigación sobre la violencia en relaciones adolescentes –con una beca estímulo a la Vocación Científica del Consejo Interuniversitario Nacional– en una escuela pública de clase media de la capital provincial y encontró que las estudiantes reconocen en sus relaciones de pareja situaciones de violencia psicológica asociadas principalmente al control, en mayor proporción que los varones, aunque no las identifiquen como tales. Lazzati trabajó la temática en talleres con el alumnado de la misma escuela.

El relevamiento alcanzó a casi doscientos alumnas y alumnos. El 32 por ciento de las estudiantes encuestadas planteó que su pareja la celaba constantemente, frente al 22 por ciento de los varones. Una situación parecida surgió ante la pregunta: ¿Por tu pareja has perdido: amigas/os, salidas? En donde casi el 16 por ciento de las mujeres contestó que sí frente al 12 por ciento de los hombres. También se les preguntó si su pareja le grita, insulta, descalifica, burla de ella, su familia o amigos. Casi el 20 por ciento dijo que sí, contra el 5 por ciento de los varones. Tal vez lo más problemático sea que estas situaciones de violencia, si bien son reconocidas por un grupo considerable de jóvenes, en los talleres “no son vividas por gran preocupación por parte de los y las estudiantes ya que la consideran como una manifestación de amor”, concluyó la investigadora.

Cinco chicas –de una muestra de 148 estudiantes– admitieron que habían sido golpeadas por su pareja en alguna circunstancia. “Todas las situaciones mencionadas producen en las víctimas un gran miedo a las reacciones de su pareja, y en pos de evitarlas se realizan diferentes acciones (cambiar la forma de vestir, dejar de salir con algunos amigos/as, contarle a la pareja dónde está, con quién está y qué está haciendo en cada momento)”, señaló Gil Lazzati. En ese sentido, un 20 por ciento de las chicas –frente a un 5 por ciento de los varones– afirmó tener miedo a las reacciones de su pareja. “En los talleres, las estudiantes contaron de compañeras que han pedido orden de restricción de sus parejas y en otros casos que han tenido que ayudar a amigas por problemas semejantes”, apuntó la investigadora.

“La creencia de que el amor es lo que da sentido a las vidas de las jóvenes puede retrasar la decisión de romper o de buscar ayuda. Considerar que la violencia y el amor son compatibles –o que ciertos comportamientos violentos son una prueba de amor– justificaría los celos, el control, el sentimiento de posesión como muestra de amor, y trasladaría la responsabilidad del maltrato a la víctima por no ajustarse a dichos requerimientos”, advirtió la especialista.

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