SOCIEDAD

El dolor de un montañista

Helen de Lamuniere es la madre de Andy, el guía de 44 años que cayó arrastrado por la avalancha con el grupo de 16 estudiantes que conducía hacia la base del cerro Ventana. A las cinco de la tarde, Helen recibió un llamado de su hijo. Habían pasado instantes del alud y Andy estaba aún a setecientos metros de altura después de la caída: “No fue una caída libre –dice su madre–: se fueron rodando, rodando con piedras y barro”.
Los Lamuniere viven hace 56 años en Bariloche. Helen es esposa de uno de los andinistas más viejos de la región y sus dos hijos conocen la montaña desde los dos años. Cuando el domingo sintió a su hijo en el teléfono no necesitó preguntarle nada. “Mami –dijo él–: ¡llamá a la comisión de auxilio!” Andy sólo le mencionó la palabra avalancha. “¿Es grave?”, preguntó ella. “Mucho”, dijo él. En ese momento, el guía tenía al grupo de estudiantes desintegrado por los efectos de la avalancha desprendida desde la cima.
Andrés Lamuniere es titular de la cátedra “Caminando la montaña”, la materia que cursaban los estudiantes del Comahue como parte de su formación como profesores de educación física. El propio Andrés es uno de los hombres más experimentados en esos terrenos: hizo prácticas y cursos de entrenamiento en España y en Francia. Para el Club Andino de Bariloche es uno de los referentes de este tipo de prácticas de la zona. Quizá porque sabe cuál es la relación de su hijo con la montaña, Helen ayer contó que él estaba “con un dolor físico y de alma”. Pero la mujer también pensaba en los estudiantes muertos. “Esto no tiene consuelo, pero ahora están donde ellos eligieron estar: y están gozando la montaña como sólo lo saben hacer quienes la eligen”.

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