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Domingo, 31 de marzo de 2002

EXIGENCIA DEL FMI Y FLOTACION CAMBIARIA

El plan B

Por Enrique M. Martínez
Ex secretario Pyme
Nos apasiona pensar en la producción. Hoy no se puede pensar en la producción. La paridad del dólar ha vuelto a invadir todos los espacios mentales. Como cada vez que hubo cambio libre en la Argentina.
El Gobierno ha decidido jugar su suerte a una sola carta: el FMI. Este no sólo no da bola sino que aviva el fuego, con declaraciones sombrías día a día. Ingenuamente, diríamos que es por dogmatismo. Con más astucia, podríamos concluir que la presión busca recuperar para los norteamericanos el espacio que ganaron los europeos en tiempos de Menem, más el resto de banca pública que queda. Además de representar intereses privados, la concepción general del FMI ha fracasado en numerosos casos. Jeffrey Sachs y Joseph Stiglitz, entre otros, lo han dicho desde el corazón del poder financiero mundial. Waldo Bello desde Filipinas o el gobierno de Malasia, ignorando toda presión, son de las tantas voces que lo marcan desde los países que sufren. El plan B debe ser suspender la súplica al FMI y diseñar un camino propio.
¿Cómo? Aplicando un principio esencial: las debilidades estructurales no se resuelven con ajustes financieros.
La Argentina no es capaz de generar por exportaciones las divisas que se necesitan para importar, girar utilidades, regalías e intereses de deuda pública y privada, a lo cual se agrega la masiva ansiedad popular por usar el dólar como reserva de valor. Si la divisa es el bien escaso, es cierto que hay que construir un corral. Pero no alrededor de los bancos, lo cual agrava el pánico popular. El corral debe ser alrededor de las fronteras del país, mientras se mejora nuestra estructura productiva. Hay que tener riguroso control de cambios. No se puede tener cambio libre y flotante cuando la demanda de divisas supera largamente la oferta.
Si hay control de cambios, se puede liberar instantáneamente el corralito bancario –patética muestra del pensamiento autoritario–, habilitando un menú de opciones para que quienes reciban sus ahorros –en pesos– puedan financiar obras públicas, viviendas, exportaciones, pymes. Esto último es fácil de hacer. Pero hay que tener la autoridad de decirle a los argentinos que la única solución es el trabajo y la producción y que es necesario admitir que el país –no los bancos– debe sentarse sobre el bien escaso por definición: las divisas. A su vez, esto solo será posible si le damos la razón en algo al FMI: nos convertimos en un caso distinto. Ser distintos es rechazar el remanido ajuste, que incluye flotación cambiaria que es totalmente perjudicial para nuestros intereses.

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