Viernes, 9 de agosto de 2013 | Hoy
ENTREVISTAS
Graciela Dora Jofre, jueza de Paz de Villa Gesell, reflexiona sobre la importancia de erradicar la utilización del Síndrome de Alienación Parental (SAP) en casos de presunto abuso sexual infantil por parte de los padres, y advierte sobre la necesidad urgente de implementar la perspectiva de género en todos los ámbitos de la Justicia.
Por Carolina Selicki Acevedo
“Era un juego, vos consentiste”, dijo mi padre cuando, a los 30 años, lo saqué a la luz por fin. (M)
En la entrevista realizada con el niño se da esta transcripción de la misma:
“... Quiere lavarse las manos y lo acompaño. Al regresar del baño, se sienta en un rincón, toma los dos muñecos de la caja y, observándolos, pregunta si se les puede sacar la ropa a ambos (Barbie y muñeco varón). Intenta desvestir a la muñeca, luego me pregunta si se puede sacar la ropa del muñeco. Me explica las diferencias entre ambos... Su actitud cambia, habla más pausado, y su rostro toma un tono más serio. Se mantiene unos minutos, observando los muñecos e intentando desvestirlos y preguntándome acerca de cómo sacarles la ropa a ambos. Y dice: ‘¿Hablamos ahora?
Psic.: Bueno, ¿de qué querés hablar?
T.: Mi papa me tocó el culo.
Psic.: ¿Fue una palmadita, como dan a veces los padres? (le hago el gesto sobre el muñeco).
T.: No.
Psic.: ¿Qué hizo?
T.: Me metió la mano adentro’.”
Confesiones como éstas aparecen tras años de silencio o de falta de credibilidad por parte del núcleo más cercano de las víctimas de abuso sexual. Lo más usual suele ser la confesión a un amigo/a, a la madre o, en las edades más tempranas, a un docente. En los últimos diez años, el incremento del uso de las redes sociales y el eco en los medios de comunicación en Argentina ha sido una válvula de escape de confesiones, de difusión y concientización contra este tipo de abusos, aunque a la par se hayan incrementado la pedofilia o el consumo de pornografía infantil. Lamentablemente, el secreto silenciado –tanto mental como corporalmente– rara vez sale a la luz en los primeros años de vida. La compleja relación entre abusado y abusador suele dificultar que el niño/a o adolescente cuente lo padecido. Abuso de poder y sentimientos ambiguos se mezclan y es allí donde se requiere de ayuda y de contención.
Graciela Dora Jofre es oriunda de Quilmes, se recibió de abogada en 1978 en La Plata, en medio de la última dictadura militar. Luego, al formar su familia (es madre de dos varones) decidió radicarse en Villa Gesell. Allí, hace 17 años que es jueza en el Juzgado de Paz. En los últimos nueve años se ha interesado y formado sobre el Abuso Sexual Infantil (ASI), el incesto y la violencia de género en el marco de procesos de familia.
–La describiría como un proceso de crecimiento. En la ciudad han aumentado los casos focalizados en Derecho de Familia y de violencia de género, aunque también fuera de la ciudad, además de que casos concretos me llevaron a profundizar en abuso sexual infantil e incesto. Esto me obligó a formarme al respecto a través de otras disciplinas más allá de lo jurídico, como la psicología, por ejemplo. En 2005 tuve un caso que me marcó mucho. En medio de un proceso de familia apareció un caso de incesto. A raíz de esta experiencia aprendí que más allá de lo que una pueda inferir o intuir se debe tener mucho cuidado a la hora de juzgar. Así comencé a leer a expertos como Irene Intebi, presidenta de la Sociedad Internacional para la Prevención de Abuso Sexual Infantil (Ispcan, por sus siglas en inglés,) quien escribió El abuso sexual en las mejores familias, o al juez Carlos Rozanski.
–Sí. La reacción natural de la madre cuando la criatura logra relatar la experiencia incestuosa genera un trauma y muchas veces tiende a minimizarlo o negarlo. Pero cuando esa madre cree el relato del niño/a y recurre a la Justicia, lo que pretende es protección, porque sola no puede. Cuando hablo de Justicia, me refiero no sólo a jueces, sino también a abogados o asesores que generalmente estigmatizan a las madres y a sus hijos, se desconfía de las denuncias y padecen largos calvarios. ¿Te suena a otras épocas de la Argentina y a otras madres? Lo más terrible es que se debe privilegiar el bienestar del niño/a como lo indica el derecho al “Interés superior de niñas y niños”. Entre otras garantías, ellos tienen derecho a ser oídos, a expresar su opinión libremente y a ser asistidos por un abogado que represente sus intereses en particular. Cuando el niño logra hablar (y a veces no lo hacen en la niñez, sino ya en su adultez) generalmente lo hace a alguien en quien confía, sea un docente, un psicólogo, un familiar. Irene Intebi dice que “el abuso sexual infantil es un balazo psíquico”. Por lo tanto la figura del abusador se vuelve depredadora del aparato psíquico del niño y es mucho más traumático cuando el abusador es el padre o un familiar cercano.
–Tiene la envergadura de una epidemia. Actualmente, hay cada vez más prostitución, pornografía y explotación infantil y esto significa que hay clientes. Y si hay clientes es que hay muchos abusadores de niños. Por eso hay que indagar sobre qué es el abuso sexual infantil. En mi rol veo aparecer casos en el marco de un proceso civil, después de una separación, por regímenes de visita, por tenencia; aunque no dejan de estar vinculados con la violencia de género. El psicoanalista y perito psicólogo Osvaldo Fernández Santos hace una comparación muy interesante entre las violaciones y las situaciones de abuso en la última dictadura militar y señala que la relación de tortura dentro de la familia se vuelve mucho más grave. Como también afirmaba la psicoanalista Alice Miller, el abusador suele ser una figura querida. Allí radica la dificultad del relato del abusado.
El Síndrome de Alienación Parental (SAP) es un término que el profesor de psiquiatría estadounidense Richard Gardner acuñó en 1985 para referirse a lo que él describía como un desorden psicopatológico en el cual un niño, de forma permanente, denigra e insulta sin justificación alguna a uno de sus progenitores, generalmente al padre. Incluso, como perito, llegó a acusar a las madres de “lavar el cerebro” de sus hijos e hijas. Sin embargo, dentro de la comunidad académica el SAP carece de consenso y se lo considera seudocientífico. Sin embargo, el SAP actualmente cuenta con el apoyo de grupos de padres que han sido alejados de sus hijos por causas judiciales, por los abogados que los defienden en casos de divorcio y lo utilizan como defensa y también por numerosos peritos.
–Resulta paradigmático, su mentor resultó ser pedófilo y terminó suicidándose. Fue quien impulsó el poner en duda los relatos de las madres. Lo mismo sucede con las denuncias de las víctimas de violencia de género, hechos que no dejan de afectar al menor. En esta línea, han sido importantes los aportes de Sonia Vaccaro y Consuelo Barea sobre “El pretendido síndrome de alienación parental”, un estudio minucioso de la teoría del SAP. Considero que debe haber un replanteo en los procesos judiciales de familia, creerles es fundamental. Pero, a veces, los cambios llevan muchos años. Es necesaria una mirada con perspectiva de género en la Justicia. No debe olvidarse su función primaria: la defensa del más vulnerable. Como jueza civil puedo aplicar medidas protectoras pero éstas deben tener continuidad en la instancia penal. Tanto los niños, como víctimas de abuso sexual infantil, y las mujeres, como víctimas de la violencia de género, tienen muy poco acceso a buenas defensas técnicas o a ser querellantes. Muchas recurren a defensorías oficiales y en Villa Gesell tenemos suerte de que no estamos saturados como suele suceder en ciudades más grandes como Buenos Aires, y ahí ya no basta ni la capacitación ni la mejor intención del profesional.
–Así es. A medida que se ha comenzado a denunciar y que han salido las situaciones del ámbito privado se ha utilizado la revinculación de un modo forzado. Cuando se obliga al niño a ver a la figura acusada de abuso se lo está revictimizando. Entonces tanto los abogados y los jueces que avalan estas prácticas están yendo contra los derechos de los niños. Hilda Marchiori, psicóloga y criminóloga experta en victimología, valoriza la protección de la criatura y afirma que pensar que los niños mienten es un mito. En esta línea también puedo mencionar a María Cecilia López, quien en coautoría con María Beatriz Muller escribió en Los dibujos en el abuso sexual infantil. Afirma respecto de los dibujos de los niños y su interpretación que se les nota en gestos, lo expresan en su cuerpo, que no pueden sostener en el tiempo las mentiras. Las connotaciones sexuales son importantes marcadores de detección. También es interesante el planteo que hace al respecto Fernández Santos al diferenciar revinculación con reconciliación. El alega que no podés establecer una relación u obligar a una criatura si del otro lado la persona jamás va a reconocer el abuso. Todo conlleva a hacer una revisión más profunda: ¿Qué constituye una familia? ¿Qué es ser padre? No es una cuestión biológica, sino que se construye con amor, con respeto a la libertad de ser de los niños. Si un hombre dentro del uso de la figura de poder en la familia ejerce violencia sobre la criatura no es un padre, es un monstruo. No se trata de cuestionar a la familia. Muchas veces se cree que el abusador tiene una personalidad sospechosa que se percibe a simple vista y no es así. O que sólo las violaciones se dan en las clases sociales más vulnerables. Los abusadores suelen ser personas que en su vida diaria tienen buen trato con los demás, que pueden tener poder, dinero, ser brillantes intelectualmente.
–En este caso concreto, como me sucede en otras situaciones, traté de focalizar mi mirada en el niño. El fallo se apoya en dos relatos realizados por el niño ante su terapeuta, a fines de 2009, y otro en febrero de 2011 ante una perito oficial en el proceso. Afortunadamente, en la instancia penal se respetó mi postura, pero son casos excepcionales por lo general, tal vez por ello las repercusiones. Muchas veces el abusado confiesa fuera del ámbito judicial, fuera de una audiencia. Por esto es que considero que hay que creerle a la madre o al niño/a que logra confesar y denunciar. Además, estadísticamente, la mayoría de las denuncias de abuso sexual son reales (la cantidad de alegaciones falsas es solamente del 8 por ciento).
–Sí. Hace varios años que estoy tras este pedido. Aproveché la visita, hace un mes, del doctor Héctor Negri, actual presidente de la Suprema Corte. Le comenté que consideraba importante la instalación de una cámara en la ciudad y en la zona. Será el primer Juzgado de Paz de la Provincia de Buenos Aires y el primer Juzgado en el Departamento Judicial de Dolores en tener una cámara Gesell. En un mes aproximadamente estará terminada. Con esto no pretendo que se aplique la escucha del niño de un modo cartesiano. Me refiero a buscar todos los elementos que la ciencia de otras disciplinas como la psicología y la psiquiatría tienen para poder decodificar y dilucidar lo que el chico dice y siente.
–Previamente se evalúa multidisciplinariamente si el niño está en condiciones de hacerlo. El aporte es muy importante porque el niño puede hablar con la psicóloga u otro profesional en un marco de mayor protección.
–Sí, tengo mucha relación con Mar del Plata, por ejemplo. Allá está el grupo de la Red Solidaria, que brinda apoyo terapéutico y asesoramiento. Es muy importante también la interconexión entre las víctimas. Poder escribir sobre fallos de otros colegas. El Derecho debe ser menos academicista y más humanista. La abogacía no puede ser una profesión de mercenarios. Debe haber perspectiva de género desde los espacios de formación como lo son las universidades, integrar a profesionales de otras disciplinas. Es el desafío que se viene. El pater familias (en latín: “padre de familia”) rigió desde la antigüedad, desde la concepción patriarcal tenemos que avanzar hacia un Derecho con respeto hacia el varón y hacia la mujer. Me parece un mensaje esperanzador para los jóvenes que estudian actualmente Derecho. Volver al origen, a la justicia social. La temática no abarca solamente a niños y niñas, sino también a adolescentes. Sería entonces muy importante que en los colegios se implemente realmente la Ley de Educación Sexual para reforzar la prevención y la información.
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