Trabajo desde hace años, muchos años, en cuestiones de educación y género/s. Con un equipo en Filosofía y Letras de la UBA procuramos aportar a la construcción de un discurso en el que la violencia contra las mujeres se trabaja desde una perspectiva de género y en un marco de derechos humanos. Un proyecto fundamentado en la valoración de la producción histórica de las mujeres y orientado a promover una experiencia femenina irrestricta en todos los ámbitos, reivindicándolas como sujetos deseantes y actuantes.

La concentración del 3 de junio reunió a muchxs que trabajamos en esa dirección; y también a otrxs que la ven de otras formas, algunas muy divergentes: liberales, patriarcales, marxistas, “tutelantes”. Sentadxs a una mesa, seguramente hubiésemos discutido. Pero estuvimos ahí, mucha, mucha gente. Y fue fabuloso, en los múltiples sentidos que tiene la palabra: fue increíble, grandioso, legendario... y también algo ilusorio. Me parece que tenemos que hacernos cargo de todos esos sentidos.

Logramos entrar en discusiones familiares, en los taxis, en los lugares de trabajo o tantos otros con una sola frase simple y clara, posiblemente porque el discurso organizado y militante caló en personas “sueltas”. Y creo que necesitamos continuar en esa dirección.

Seguramente quienes escribimos estas columnas y quienes nos leen no necesitamos convencernos. Sabemos que necesitamos menos patriarcado, más feminismo y más herramientas del Estado. Y despenalizar el aborto. Pero, sobre todo, que necesitamos seguir ampliando la base política de nuestro proyecto.

Hablemos con más personas sueltas, sin dejar las banderas ni las convicciones, pero con esa contundencia del 3 de junio. Salgamos, cada una hable con una o dos personas por semana, tomemos energía e inspiración en los colores, las diferencias, las diversidades y aun las desigualdades que había en la marcha... ¡Ni Una Menos!

* Decana de la Facultad de Filosofía y Letras-UBA.