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Lunes, 26 de enero de 2009

CONTRATAPA

Obama y el deporte,una historia de amor

 Por Günter Deister

La relación de Barack Obama y el deporte tiene una historia que cuenta con precisión cómo es este vínculo. Durante su época en la Universidad de Harvard, Michelle Robinson rogó a su hermano Craig que sometiera a una dura prueba en baloncesto a su compañero de estudios. Craig Robinson era un sobresaliente jugador universitario, en tanto que Obama había llegado a integrar la selección de su universidad, en Hawai. El dictamen fue positivo: Barack era un jugador líder, bueno en la defensa, con la capacidad de saber exactamente cuándo tomar la iniciativa, y que aprovechaba toda oportunidad para anotar él mismo. Aquello tuvo consecuencias: Michelle se casó con Barack, desde el martes último el presidente número 44º en la historia de Estados Unidos.

La nación deportiva estadounidense siempre prestó mucha atención a las capacidades de su presidente en ese sentido. Aficionado al gimnasio, handicap 16 en golf y amante del baloncesto, Obama puede compararse sin complejos con casi todos sus predecesores.

Desde su infancia, Barack sentía una especial predilección por el juego con la pelota naranja. El mismo lo explicó: “El baloncesto es un juego que crea identidad. Para mí fue un lugar donde el ser negro no era ninguna desventaja, porque aquí dominamos nosotros”. En baloncesto, como en el jazz –también cultura afroamericana–, hay una unión de “improvisación y disciplina. Eso es muy, muy fuerte”, agregó.

El deporte también aportó lo suyo para que Obama se convirtiera en el primer afroamericano en llegar a la presidencia. Estados Unidos, nación indudablemente patriótica, conquistó la gloria deportiva una y otra vez con los éxitos de sus ídolos negros. Entre los grandes pioneros figuran el boxeador Joe Lewis, con su victoria en el campeonato del mundo de los pesados contra el “malo” alemán Max Schmeling. También el atleta Jesse Owens, con sus tres medallas de oro en los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín, y ante los ojos de Adolf Hitler.

Cassius Clay, que se negó a ir a la guerra, es el símbolo, bajo el nombre de Mohammed Alí, de la lucha de los deportistas negros contra la discriminación. Y la leyenda del baloncesto Michael Jordan y el grande del golf Tiger Woods son ejemplos de la casi ilimitada posibilidad, también para los afroamericanos, de hacerse ricos en Estados Unidos.

No extraña entonces que Alí, muy marcado por la enfermedad de Parkinson que padece, fuese invitado el martes último a la ceremonia de juramento ante el Capitolio, y que Tiger Woods estuviera hace ocho días atrás en la fiesta inaugural ante el Lincoln Memorial en Washington.

Luego de su impactante primera victoria en el Masters de Augusta, en 1997, Woods rechazó una invitación del entonces presidente Bill Clinton. Y hasta ahora seguía sin efectuar comentario alguno sobre política, cultura y problemas raciales. Probablemente por motivos que su amigo Michael Jordan, que viste Nike al igual que Woods, describió con precisa ironía: “También los republicanos compran zapatillas”.

Pero hace una semana algo cambió: el millonario del golf reconoció, por primera vez, con unas breves palabras, ser seguidor de Obama. “Woods encontró su voz política”, comentó The New York Times.

Obama y el deporte, un vínculo que podrá advertirse nuevamente en pocos meses, porque el nuevo presidente quiere brindar a su país un nuevo capítulo en la historia olímpica. “No puedo imaginarme nada más grande que proclamar al mundo, en el verano (boreal) de 2016, al final de mi segundo mandato como presidente de los Estados Unidos, que comiencen los Juegos”, dijo el 6 de junio de 2008, cuando su ciudad natal fue elegida por el Comité Olímpico Internacional (COI), junto con Tokio, Madrid y Río de Janeiro, para luchar por la sede de los Juegos Olímpicos de 2016, una decisión que se tomará el 2 de octubre próximo en Copenhague.

En Chicago reina el optimismo y se espera que el prominente hijo de la ciudad no escatimará esfuerzos a la caza de votos. Su predecesor George W. Bush provocó un fuerte antiamericanismo con su política, con el resultado del fracaso de la candidatura de Nueva York para los Juegos de 2012.

El año pasado Obama se ganó simpatías en el COI al decir que valores de la idea olímpica tales como la amistad, el respeto mutuo y el juego limpio eran también los suyos. Y el presidente del COI, Jacques Rogge, vería con agrado que Barack Obama honrase con su presencia la cumbre olímpica en Copenhague. Eso “sin dudas ayudaría” a Chicago, dijo el máximo responsable del olimpismo mundial.

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