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Lunes, 19 de enero de 2009

AUTOMOVILISMO Y MOTORES › LA DESPEDIDA DE LA DURA PRUEBA CUYA SEDE DE 2010 NO ESTA DECIDIDA

El podio, la etapa más fácil del Dakar

Poco más del 50 por ciento de los competidores logró dar la vuelta, y los mejores lo disfrutaron con el aplauso. Tres de los cuatro motociclistas argentinos que lo lograron cuentan de qué se trata haber arribado a la meta.

El Dakar se despidió ayer de Buenos Aires con el podio en el predio de la Sociedad Rural y un pequeño show en la avenida Sarmiento, en el que el estadounidense Robby Gordon y su Hummer, terceros detrás de los Volkswagen de Giniel De Villiers y Mark Miller, ganador y segundo de la prueba, dieron el espectáculo. Cinco argentinos lograron dar la vuelta: el bonaerense Marcos Patronelli –el más aplaudido–, segundo entre los cuatrociclos, y cuatro motociclistas: Andrés Junco (59º), Rubén Miti (72º), Andrés Memi (88º) y Eduardo Alan (109º).

El marplatense Junco fue el mejor de ellos y desde esa posición aprovechó para reclamar “mayor apoyo”. Para el motociclista de 41 años, “llegar era el objetivo primordial”, y su meta está relacionada con su situación personal, a la que evita referirse: en octubre le detectaron leucemia y mientras competía en el Dakar se entregaba a análisis y pruebas: se asegura que en Puerto Madryn y en Mendoza atravesó incluso cortas sesiones de quimioterapia.

“Está por demás demostrado que éste es un deporte de interés popular, así que se tendrían que rever algunas cosas”, aprovechó para señalar. “Lamentablemente no tuve ningún apoyo del gobierno argentino, participé porque me apoyó Francia. Sí me llamaron de (la Secretaría de) Turismo para participar en eventos, pero cuando mandé e-mails para ver de qué manera me podían ayudar, nunca me contestaron.”

Miti se sacó la espina tras haber abandonado en 2007, cuando la prueba se corría por caminos africanos. “Cumplimos el objetivo de llegar y eso es positivo”, dijo antes del acto final del Dakar 2009. Dos años antes había retornado a la Argentina en silla de ruedas, con un brazo quebrado. El cordobés recordó que la parte más difícil de la prueba la sufrió en el desierto del Nihuil, en Mendoza, cuando perdió todo el combustible, se rompieron algunas cosas y llegó por la noche al campamento. Pero destacó que en “ningún momento” se le cruzó por la mente abandonar, porque “el apoyo de la gente y correr en mi país me obligaban a no aflojar hasta el final”.

Para Memi, “hubo muchos enlaces largos, pero fueron llevaderos gracias a la gente, cuyo apoyo resultó alucinante. Para nosotros que somos locales eso le da un sabor especial al Dakar”. Memi hizo buena parte del Dakar junto a Junco en el camino. “Con él tratamos de ir juntos y tiramos así como cinco etapas. Anímicamente es buenísimo porque cuando uno decae el otro lo levanta.”

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De Villiers, Miller y sus navegantes en el podio.
Imagen: EFE
 
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