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Lunes, 12 de diciembre de 2005

FúTBOL › OPINION

Un espíritu de diferencia

 Por Daniel Guiñazú

El espíritu del viejo Boca vencedor aletea por encima de la probable consagración del equipo de Basile como campeón del Apertura. Como aquellos cuadros forjados en acero de los ’60, como aquellos campeones de todo que armó Juan Carlos Lorenzo en la segunda mitad de los ’70, como los que Carlos Bianchi puso en la cancha en sus dos ciclos inolvidables, este Boca impresiona por su estampa ganadora. Podrá jugar mejor o peor, podrán en algún momento de los partidos llevárselo por delante y hasta dominarlo. Pero el Boca de Basile generalmente juega a ganar. Y no le pesa la responsabilidad de hacerles frente a tantos partidos decisivos en un lapso tan corto por dos campeonatos simultáneos. Gimnasia, después de haber desperdiciado como local gran parte de sus chances de salir campeón, no puede decir lo mismo, más allá de lo diferente que pueden ser las obligaciones de unos y otros.
En la Bombonera, contra Vélez y ayer frente a Independiente, en Chile, ante la Universidad Católica, y en México, en la final de la Sudamericana contra los Pumas de la UNAM, Boca mostró presencia. Carácter para jugar partidos decisivos. Y para hacerles sentir a sus rivales que enfrente hay un equipo al que no le podrán ganar pechándolo. Y que, posiblemente, a la larga terminará ganándoles por una simple cuestión de actitud, más allá de lo que les salga a Gago, Insúa, Palacio y compañía.
Es cierto que en el fútbol actual la camiseta no juega y que, a la hora de sustentar grandes pretensiones, lo que vale es la categoría individual y la solidez colectiva. Pero puede decirse que los jugadores de Boca entran a la cancha sintiendo el peso de la azul y oro y que se lo hacen sentir a sus rivales. Por eso, Vélez e Independiente van a la Bombonera y casi que no patean al arco, la Católica nunca es capaz de superarlo claramente, y los Pumas desaparecen en el primer tiempo, y sólo reaparecen en el segundo, cuando la altura hizo sentir sus efectos.
Este Boca se hace respetar en todos lados. Se hace valer con fútbol, con entrega, con hombría bien entendida. Pero por sobre todas las cosas con más ganas de ganar que ningún otro. Y eso es lo que lo emparienta con otros que ocupan un sitio en la historia. El mismo sitio que este equipo pretende con las armas más nobles que tiene a su alcance.

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