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Domingo, 24 de febrero de 2013

Los peores serán los mejores

Hay años en que sencillamente podría tomarse toda la lista de nominadas al Oscar a mejor película para argumentar sobre lo que está mal en la industria. No es éste el caso (las nueve son como mínimo decentes), así que habrá que ver qué encontraron esta vez los organizadores del Golden Raspberry, también conocido como Premio Razzie, con que se homenajea a los peores desde hace 33 años. Raspberry es frambuesa en inglés, pero más coloquialmente es, también, pedorreta, así que eso es lo que se entregó anoche, sábado 23, un día antes de los Oscar: los galardones a los más pedorretos. No a cualquier cosa mala que salga de Hollywood, porque hay demasiadas, y porque no tiene mucho sentido pegarles a films chiquitos o que no vio nadie. “Nos concentramos en películas de gran presupuesto, con grandes nombres y bien conocidas –argumenta John B. Wilson, el publicitario que instituyó el Golden Razzie–, porque son las que no tienen excusas para ser así de malas.”

Este año la lista es más bien irrelevante (entre las peores películas está la superproducción Batalla naval, así como la actuación de Rihanna en ella, y un cachivache para chicos preescolares llamado The Oogieloves in Big Balloon Adventure), con la excepción de la nominación a la híper popular y taquillera última parte de la saga Crepúsculo, Amanecer 2, y las múltiples que merecieron sus protagonistas, Pattinson y Stewart como peor actor y actriz respectivamente y, en conjunto, como peor pareja protagónica.

La honorable tradición de honrar lo más choto del mundo cinematográfico nació informalmente en cenas que Wilson organizaba para sus amigos en su casa de Los Angeles cada Oscar Night. Hasta que justo antes de la edición número 53 del benemérito premio de la Academia, se sometió a un doble programa de musicales compuesto por No se puede parar la música y Xanadú (con Olivia Newton John), tuvo una epifanía y decidió que era de institucionalizar el asunto. Sobre una escenografía falsa, con un micrófono hecho con un palo de escoba y un smoking berreta, armó su primera ceremonia. Los días siguientes, algunos periódicos locales se hicieron eco del evento; y cuatro años más tarde, la CNN y dos servicios de cables informativos cubrían formalmente las premiaciones. Con los años algunos actores aprendieron a tomar nota del honor que suponía figurar entre los nominados. “Los Razzies son un grano en el culo de Hollywood”, dijo años atrás Michael Caine, quien a fines de los ’80 fue nominado por su actuación en Tiburón 4. “Nosotros salvamos la carrera de Caine”, dice Wilson: “Tras la nominación por T4, nunca volvió a hacer algo realmente terrible”.

La historia de los Razzies –que puede seguirse en www.razzies.com– está repleta de detalles encantadores (como los mensajes que Stallone le dejó a Wilson en su teléfono preguntándole “¿Por qué se ensañan conmigo?”), entre los que se destacan cada vez menos los que se hacen los ofendidos por la distinción y quienes la aceptan con gracia y elegancia y hasta se hacen presentes en el evento. Por ejemplo, los responsables de esa cosa indescriptible que fue Gatúbela, la película: uno de sus 27 guionistas (!) les agradeció a los organizadores por impulsar las ventas de DVD con su anti recomendación, y Miss Halle Berry asistió, subió a tomar el premio, y pronunció un discurso que parodiaba el que había dado tres años antes cuando ganó el Oscar por Monster’s Ball, probando que no hay mejor ganador que el que sabe perder.

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