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Miércoles, 29 de septiembre de 2010

CULTURA / ESPECTáCULOS › TERMINó EL DOMINGO LA 18ª EDICIóN DEL FESTIVAL INTERNACIONAL

La poesía brilló con ganas en Rosario

Espectáculos vibrantes, lecturas de alto nivel y sorpresas de todo el mundo dieron forma a un objetivo: ampliar el público para la poesía. Hubo además una interesante integración entre los autores latinoamericanos y europeos.

 Por Beatriz Vignoli

Culminó anteayer la decimoctava edición del Festival Internacional de Poesía de Rosario. A la hora del balance, se la puede comparar con el del año pasado, que inició entonces una nueva etapa con curaduría, por el lado de la Secretaría de Cultura municipal, de Osvaldo Aguirre, Pablo Makovsky y Daniel García Helder. Se sumaron ese año dos nuevos actores: el Centro Cultural Parque de España/AECID (además del ya tradicional Centro Cultural Bernardino Rivadavia, que sigue siendo central) y el ciclo independiente Poetas del Tercer Mundo en el bar Tercer Mundo, que aportaron lo suyo además de las numerosas instituciones locales, regionales e internacionales que participaron en las actividades de su agenda. Por el lado del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, siguieron trabajando Eva Nardone y María Lanese, quien resume los objetivos del Festival en una frase: ampliar el público de la poesía.

Gustaron mucho los recitales de Paco Ibáñez, Fernando Cabrera y Liliana Herrero. Tanto los espectáculos de música y teatro como las actividades en escuelas y el taller literario en la Biblioteca Argentina (que el año pasado condujo Daniel Durand y éste Irene Gruss, con 62 participantes) contribuyeron a afianzar este objetivo. La difusión, que por supuesto abarcó además todos los medios de comunicación, se hizo este año a través de tarjetas postales con la imagen de la lectura del "Poema para leer con máscara mexicana" de Marcelo Díaz por su autor, enmascarado con el artefacto cultural susodicho, junto a una frase: "La poesía vuelve a dar pelea". Pero a la pelea de la poesía le ganó de mano la lucha de los obreros que cortaban las rutas, lo que obstaculizó la llegada de visitantes e invitados de la Capital Federal. Pegaron el faltazo, con aviso, dos estrellas porteñas: Sergio Bizzio y Arturo Carrera. El primero quedó varado en Ramallo y el segundo había sufrido un accidente doméstico discapacitante antes de salir.

Vinieron sin embargo Washington Cucurto y Gabriela Bejerman, y los invitados de muchos países latinoamericanos y de algunos europeos, con una integración entre ellos que los dos organizadores consultados, Lanese y García Helder, resaltaron como más solidaria que el año anterior. El objetivo es que los poetas latinoamericanos se conozcan entre ellos en Rosario y luego continúen los vínculos productivos iniciados aquí, señaló García Helder. La calidad de las obras leídas fue pareja y alta, predominando los lenguajes más modernos, en una diversidad de estilos que fue desde el neobarroco al neo objetivismo y no desdeñó ni la lírica intimista ni las apelaciones a lo cotidiano. Asombraban todas estas voces por su seguridad y convicción, aún las más nuevas.

La ventaja de que las entidades organizadoras les paguen pasajes a todos los poetas invitados habilita desde 2009, es decir, desde que se sumó el AECID, la posibilidad de invitar a poetas que no estén vinculados a redes diplomáticas. Gracias a esto y a la decisión curatorial de convocar a autores más innovadores, los muy jóvenes se lucieron en este festival. Tanto el guatemalteco Wingston González (Livingston, 1986) como la uruguaya Magalí Jorajuría (Carmelo, 1988) fueron aplaudidos con entusiasmo y unánimemente elogiados en la tarde del domingo por sus lecturas performáticas en el Teatro Príncipe de Asturias del Centro Cultural Parque de España, intensas y llenas de swing, con las que ya habían cautivado a variados auditorios en la inicial maratón de poesía en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia y en el trasnoche de Tercer Mundo.

El ciclo que conduce Alejandra Méndez en ese lugar fue la verdadera alma de esta edición del Festival. Es de esperar que siga participando y reciba (ya que no la reclama ni la recibe) alguna recompensa oficial que la aliente a continuar. Porque la muy buena idea del micrófono abierto alentó el encuentro, al permitir a los poetas locales compartir sus obras fuera de programación, y el entusiasmo por escuchar mantuvo a muchos despiertos hasta altas horas de la madrugada, sólo derrotados por los efectos soporíferos combinados de la cerveza y algunas inoportunas bagualas. El bar obró, este año tal vez aún más que el anterior, como aquellos ruedos improvisados que constituían en el siglo pasado los músicos de jazz, a quienes Wingston homenajeó en un poema cuyo ritmo también tenía mucho de hip hop. En otros, exploraba una cosmovisión mágica. El joven afroamericano brilló literalmente por su ausencia el domingo, ya que concluyó su hechizante lectura con un apagón y elegante desaparición a lo Houdini. Y Magalí, diseñadora de cabeza rapada, usa la asociación libre de un modo sorprendente, con algo de surrealista, algo de erotismo zafado, algo de nonsense y mucha convicción. García Helder cuenta que encontró su página gracias a una exhaustiva búsqueda en Internet.

La argentina Bejerman fue otra performer divina, sumando el sábado su voz casi cantora y su presencia tan singular como bella a sus ya de por sí musicales poemas narrativos, aunque sufrió una descortés interrupción por parte de una mujer del público. El clima no ayudó. La lluvia restó público. Pero el programa del Festival, del que se redactaron 11 versiones, fue preparado cuidadosamente para que hubiera varias presentaciones de cada autor y el público no se los perdiera. Otro golazo fue la Feria de editoriales independientes, que funcionó como punto de venta y lugar de encuentro. En las galerías del Parque, abiertas para la ocasión, los coloridos puestos de venta de los denominados "libros objetos" mezclaban su suntuoso y áspero encanto con los collages en papel de Eduardo Stupía, tan parecidos a los papelitos que iban de mano en mano.

La clínica de poesía de Gruss, quien hace de la polémica productiva su método de trabajo, recibió opiniones encontradas, mezclando adhesiones y rechazos. La instancia "traducción de poesía", a pesar de que Krystyna Rodowska, Virna Teixeira y Cristian Di Nápoli, poetas y traductores (polaca, brasileña e inesperado y genial intérprete porteño respectivamente), en su trabajo coordinado por esta cronista, hicieron todo lo humanamente posible y mucho más, pide un espacio más amplio que el del panel: el del taller. No todo fue vanguardia y también estuvo la nueva edición de la poesía completa del santafesino Juan Manuel Inchauspe, como también poetas maduros y excelentes: Irene Gruss, quien cerró el Festival y desplegó en su lectura una ternura inesperada; el hondo catalán Antoni Marí (Ibiza, 1944); el reconocido poeta peruano Rodolfo Hinostroza (Lima, 1941), con dos poemas largos de raigambre lacaniana, y el rosarino Edgardo Zotto. Pese a lluvias, cortes y ausencias, la poesía brilló. Y brilló con ganas.

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Wingston González, de Guatemala, leyó en Tercer Mundo su poesía mágica a todo swing.
 
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