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Que traiga mucho y a todos

que circulen las piedras, los fósiles, la invención y la lucha.

Que se divida la evasión de dolor

la despedida se haga menos cruenta.

Que venga un peculiar sentido del humor

nos llenemos de Tilos y breas infantiles.

La morada del sol ahuyente ineptitud, miseria,

la duda devenga motor

en el peor tragaluz de la vida.

Que se puedan preparar explicaciones

y que el incomodísimo gobierno no nos joda.

Que un largo purgatorio muestre su "the end"

Y se fugue el cansancio.

Que los aciagos pescadores tengan la fruta.

Que la humildad se me contagie

el tiempo se convierta en curiosidad,

Abstraída de todo vea yo por fin la luz

sin privarme de un solo hombre, una mujer,

que extiendan su mano.

Que el letargo espantoso de la economía

busque el día, deje la noche, restablezca el diálogo

sin peligro de tocar a los fantasmas

Aprovechar las treguas y escuchar ciertos silencios

Con los ojos del amor. Sólo de amor.

Que las presencias que fastidian migren.

Que el barbudo (o la colección de estampitas que quieras)

hagan visibles las ventajas de estar vivos.

Que entre viento y mar exista una isla

Y que, desmesurados o en penumbra, devengamos

hipotéticos observadores de este mundo.

Que la navidad no se triture en la velocidad oblicua

de un festejo seco.

Que la comida esté lista en tiempo y forma

Que los ciento ochenta pesos por hijo no sustituyan a la palabra

Y las cosechas sean reconocidas como propias

Aún aquellas de las que me avergüenzo.

No viva y no muerta quiero

hacer burocracia comestible, beber lío

desarmar el poder y habitar con tranquilidad el patio

quiero.

Dejar de ser terca y aceptarme, cansina, ocasional,

pasajera, inmaterial, amiga.

Que la geología existente en una nochebuena

Permita emigrar, cantar, hacerle frente al odio

en toda la provincia.

Y el único estrépito que escuchemos sea

El de una sidra común,

Como estertor

De una Argentina que respira.

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