rosario

Martes, 20 de septiembre de 2011

CONTRATAPA

Estatuas hundiéndose en el blanco

 Por Homs

A la enorme dificultad que se le planteaba al verbalizar se le sumaba el riesgo de ser mal comprendido después. Asumió entonces que perseverar en semejante empresa era un esfuerzo homérico para una Ilíada vana.

Dedicó su silencio a esculpir ideas en lenguajes sin margen para los tonos.

Talló en helio cada suceso vivido por la sombra de su cuerpo estaqueado.

Sus dedos leznas esculpían la espera.

¿Qué queda?

Nada, sólo el aserrín de un alma que ha recordado tanto.

Recordó, en medio del viaje, el color de las cortinas del bar, el cuadrillé de las servilletas y los manteles, la exagerada afectación del mozo al atenderlo, y también recordó que, mirando por la ventana, vio a una señora vestida de amarillo bajar de un taxi.

Recordó hasta la compasión con tal de olvidar ese presente que en la inercia lo movía.

Al aire agitado por sus pestañas despertaban gigantes cuyos contornos, de tan vivos, taladraban.

Miles de rayas lo hacían el blanco del disparo ni bien sus párpados se tocaban.

Un enjambre de líneas violetas se le venían encima.

Cerrar los ojos lo aterraba.

Mirar le dolía.

Quedó inmóvil por cien años sin parpadear. Lo supo al oír, en algún momento, a los coros infantiles cambiar el número de siglo entre villancico y villancico.

Y así como el amor se fue con un mes de otro tiempo también la sed de la Coca﷓Cola menguó hasta ser apenas un haz sin sustancia sobre el epitelio de su lengua.

Clavó sus ojos esperpénticos en un punto ciego.

Sólo que la gente, ese genérico odioso, nunca pudo ni intuir que en su aparente rigidez no hacía otra cosa más que recordar.

Recordar fue la única función orgánica que lo mantuvo con vida.

la memoria en la piedra erige un caballo

colonias parásitas sobre centros fisiológicos motores

luna sobre las calas

filigrana de noche, perfil de recuerdo sin cara

El bosque de la infancia, frutado en el error, le daba pulpa equívoca a las formas inadecuadas. Guindas confundíanse con ciruelas.

Damascos con avellanas.

Manzanas con cenizas de temporalidad.

Que te huela el presente le dijo un ión de hora a la cuerda del reloj.

Saltemos de profundidad en profundidad. Intimemos con los abismos, seamos puntos que del círculo se fugan fue la inesperada respuesta de la máquina, atascada en la muñeca de un condenado.

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