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Domingo, 2 de febrero de 2014

CONTRATAPA › FOTOGRAFIANDO LA ZONA

SOMNIFEROS

 Por Adrián Abonizio

* Los vecinos son viejos y tienen el televisor en la pieza que da a su patio. A veces, en la medianoche, sabe que se quedaron dormidos porque el tele aúlla, y por más que ha hecho sonar el portero o tocado a la puerta, no se despiertan. Las primeras veces pensó que estaban muertos. Ahora, resignado, solo espera que aparezca la propaganda. Allí, alguno de los dos ancianos, alertado del cambio de volumen, se despierta de sus somníferos y lo apaga. Sabe e intuye lo que es llegar a una edad donde todo debería ser más permisivo, por eso, ni se queja ni odia. Y con un vaso de agua se toma el suyo.

* Cuando estuvo internado pasaba la enfermera de guardia a darle los sedantes para su dolor de húmero roto y cadera fraccionada. Eran azules sus ojos, azul el ambo y su boca azul. Era gordita, agradable. Le gustaba como le deslizaba con el índice la pastillita azul en su boca y al rato esperaba que se durmiera para irse en la penumbra azul de la delicada sala con olor a calas del sanatorio. Supo que era importante cuando salió. Volvió a visitarla pero ella ya atendía otros romances no consumados, dándole sedantes, ternura y la fragancia de su dedo húmedo. "Fue la que mejor me hizo el amor", murmuraba a veces.

* Nicolino Locche estaba durmiendo a pata ancha en el sillón de living del hotel de Japón y lo despertaron asustados. Tenía una pelea por el título pendiente y pensaron que se había desmayado o algo: "Eh, Tomaste alguna falopa vos?", le espetó uno de los segundos. Nico, restregándose los ojos: "No...que voy a tomar, sueño es lo que tomé". Y silbando se cambió. Pidieron un taxi en la puerta, fue hasta el estadio y completó una noche fabulosa de alta esgrima y arte de la defensa inolvidables. Fue campeón del mundo. Tras los festejos, le agarró modorra y completó el sueño que la pelea le había interrumpido.

* Virgilio Espósito, compositor de Naranjo en Flor, encontraba placer en reiterar las mismas anécdotas sobre la creación del glorioso tango, pero a la mitad del relato se dormía, pues sufría de narcolepsia. "Hay que dejarlo un rato y ya vuelve", aclaraba su esposa como quien dice que alguien se fue de viaje pero regresará en minutos. Ya que la anécdota era muy conocida algún presente la terminaba. Cuando Virgilio volvía, olvidado de donde estaba, retomaba la cuestión hasta culminarla. Todos disimulaban que ya conocían el final.

* El entendió el estado de angustia de su madre cuando, escarbando en ropas de estante, descubrió una tirita laminada de aluminio de Trapax con sus pastillas faltantes como arrancadas a mordiscos. Le dió pena y la sensación de abismo que lo circundó lo hizo mirar a su mamá con más detenimiento y colaboración.

* Su padre había ido a visitarlo a la casaquinta que con su novia habían alquilado para el verano, pero el viejo estaba insoportable. Se levantaba temprano, cantaba al amanecer, hacía ruidos para que se levantaran todos y esgrimía un fervor alucinado, incompatible con el descanso. Entonces una tarde con el mate cocido le deslizó en la taza un somnífero. El viejo durmió hasta la medianoche y se despertó hecho una furia, pues nunca le había pasado aquello de dormirse hasta esas horas. Estaba indignado y avergonzado, pero hablaba menos. No obstante le oyó decir: "Es como si me hubiesen puesto algo para dormir en la comida". "Es que trabajás mucho en vacaciones y además hablás mucho, eso cansa, papá", le deslizó el hijo.

* Hace un año que están construyendo la torre. El agua acumulada en un vado del terreno parece una laguna. Las columnas de madera del encofrado, altos algarrobos; los cables del teléfono y luz silenciados que atraviesan el paisaje, lianas. Por eso no duda, como todas las mañanas pegar el sapucay. Suficiente como para que ella, en pleno viaje de somnífero, despierte de un salto y lo odie. Pero él nada sabe y moviéndose en la altura compone un chamamé silbador que respira en las nubes, limpio y sin tóxico alguno.

* El niño se sube al banquito donde el padre intenta arreglar un porta enchufe. "Papi ¿qué son los níferos?", inquiere. "¿Los qué?", responde el padre que no sabe si le pregunta por alguna clase de insectos, algún extraterrestre exótico. Entiende "nísperos": "Si es níspero lo que dijiste son frutos silvestres". El pibe pergeña su duda."No, níferos dije. Oí al médico que le dió a la abuela eso, níferos. Por algo dijo: -Son níferos es lo que le vamos a recetar".

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