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Martes, 26 de marzo de 2013

CORREO

Correo

37 años

Ríos de tinta y eternidades de tiempos televisivos y radiales, corren ante nuestra mirada cada 24 de marzo en conmemoración del último golpe militar. El más sangriento de todos, si es que puede haber una medida para semejante atrocidad. Es bueno que el mundo siga escuchando, aunque fuera una vaga letanía, los testimonios del horror. Cuando quienes transitamos el camino de los proyectos populares, escuchamos el hartazgo de quienes creen que ya hubo demasiada memoria y tal vez hasta demasiada justicia, no podemos menos que asombrarnos. Otras sociedades del mundo, de esas que muchos miran embelesados, siguen hoy investigando los crímenes que en la segunda guerra mundial cometió el nazismo. No sólo admiran esa actitud de memoria y justicia, sino que hasta le rinden homenaje. Y es muy bueno que sea así.

Los argentinos, con nuestras singularidades, debemos hacer lo nuestro. Hemos tenido conducta zigzagueante al respecto. Hemos producido nuestro Nunca Más y el Juicio a las Juntas, pero nos despachamos también con la Obediencia Debida, el Punto Final y los Indultos de los años 90.

Cuando Néstor Kirchner inauguró en 2003 este proceso político que hoy conduce Cristina, marcó un nuevo rumbo. Un rumbo que hasta el presente no conoce retrocesos. Un rumbo también admirado por muchos en el mundo. La política de DDHH que lleva adelante la Argentina y los Organismos que la custodian, son un ejemplo para el mundo libre.

Norma López y Roberto Sukerman

Concejales del Frente para la Victoria

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